Feijóo, acomodándose en la oposición
«El líder del PP hará todo lo posible por no eternizar su labor opositora, y eso pasa por minimizar al máximo los errores de cálculo y las acciones arriesgadas»
Tiene suerte el periodista Alsina con los líderes del PP. Acaban brindándole momentos radiofónicos fantásticos. Mítica aquella discusión inefable a cuenta de las nacionalidades que Rajoy zanjó con la inescrutable interrogación retórica: «¿Y la europea?». Tampoco se quedó corto la otra mañana Feijóo cuando en el mismo programa intentó justificar los pactos con Vox. Sin percatarse estaba avanzando el argumentario que sin lugar a duda esgrimirá Sánchez si consigue los apoyos de Junts para su investidura. Ahí está la sacrosanta gobernabilidad. Feijóo, con su voladura de pie, se convirtió en carne hablada de tuit. Había para todos los gustos, pero primó el choteo ante la metedura de pata. Hasta Alsina se reía.
Bien es cierto que, tras su investidura fracasada, Feijóo busca su acomodo en la oposición. A la derecha pero sin perder de vista el centro. Para ello necesita desplazar a Vox a la banda más ultra y no cerrar la puerta del todo a los veletas del PNV. Aprendida la lección de que la euforia desmedida por las encuestas hinchadas sólo lleva a la frustración postrera de una realidad implacable, parece consciente de que, fuera del terruño, el tiempo de las mayorías absolutas no tiene visos de volver.
Así que situarse en una zona templada y de confort apacible resulta una opción nada imprudente si se tiene en cuenta que la investidura de Sánchez no está ni mucho menos asegurada y que, de producirse, las turbulencias fácilmente intuidas apuntan a una legislatura más bien corta. Mantener, pues, la cara imperturbable de paciente jugador de póquer puede acabar convirtiéndose en la mejor estrategia frente al probable desaguisado que se avecina.
De momento ya hemos podido constatar las luces de las que hacen gala los diputados de Junts. Especialmente, el simpático Eduard Pujol, un tipo que, en pleno delirio procesista, llegó a afirmar que un señor le seguía sospechosamente en un patinete eléctrico. Sin duda, ahora que Rufián porfía por convertirse en un estadista circunspecto y cabal, Pujol está llamado a protagonizar momentos estelares del parlamentarismo patrio.
«Tanto el PSOE como el PP han demostrado una total falta de escrúpulos cuando de alcanzar el poder se trata»
Aun así, no creo que a Sánchez le haga especial gracia tenérselas que ver con semejantes aliados circunstanciales. Dura es la vida del resistente obstinado en mantener el poder cueste lo cueste. Pero ya sabemos, desde Andreotti, que más dura es la existencia desde los oscuros asientos de la oposición. Podrá barnizarse con mucha dignidad y principios, sin embargo, tanto el PSOE como el PP han demostrado una total falta de escrúpulos cuando de alcanzar el poder se trata. Nunca les han hecho ascos a los más inverosímiles compañeros de cama por el bien supremo de la realpolitik y demás zarandajas.
Feijóo, por lo tanto, hará todo lo posible por no eternizar su labor opositora, y eso pasa por minimizar al máximo los errores de cálculo y las acciones arriesgadas. Desde que cogió las riendas del partido, ha cometido unas cuantas insensateces. A Alsina le confesó, por ejemplo, que los pactos con Vox no le habían beneficiado precisamente. Le han acabado conduciendo a un aislacionismo del que espera salir marcando distancias con los nacionalpopulistas. Aunque sabe que, en unas futuras elecciones, podrá contar con sus votos si son decisivos para que Sánchez no repita gobierno. En fin, las paradojas de nuestra derecha, siempre tan pintoresca.
En cualquier caso, tampoco debe preocuparse demasiado Feijóo por un escaño arriba o abajo. No me cabe la menor duda de que llegado el momento, y si la cosa pinta ajustadísima, podrá contar con el desprendido voto del señor Pujol, que, a juzgar por lo visto en la última votación, es lo que el cuerpo le pide.