Sánchez y la lámpara maravillosa
«Sánchez sediento de apoyos se parece al genio de Aladino. Sus socios le ofrecen apoyo como quien frota la lámpara mágica y espera ver realizados sus deseos»
La historia de Aladino y su lámpara maravillosa no aparece en la versión original de Las mil y una noches. La historia fue añadida a la colección por el traductor francés Antoine Galland, que a principios del siglo XVIII tradujo y publicó Les mille et une nuits. Además de introducir la historia de Aladino, introdujo otros cuentos célebres como Alí Babá y los cuarenta ladrones y Los siete viajes de Simbad el Marino. Galland afirmaba haber oído la historia de Aladino a un cuentacuentos sirio cristiano de Alepo, llamado Hanna Diyab. Se cree que Diyab no sólo fue el transmisor del cuento, sino su autor, mezclando diversos elementos del folclore de Oriente Próximo con sus propias vivencias. Pese su idiosincrática ambientación, la historia de Aladino aborda la dilemas universales, como el ascenso de la pobreza a la riqueza, el triunfo de los desvalidos y los peligros del poder sin control, que simboliza el genio.
No he podido evitar pensar en esta historia al observar el transcurso de los acontecimientos políticos de las últimas semanas. Pedro Sánchez sediento de apoyos es lo más parecido al genio de la lámpara que conocerán sus socios. Le ofrecen su apoyo como quien frota una lámpara mágica y espera ver realizados todos sus deseos. Lo vimos la pasada legislatura: «Queremos un Ministerio de Asuntos Sociales y otro de Igualdad» ¡Tarán! Deseo cumplido. «¡Indulta a mi jefe!» ¡Tarán! «No basta, borra el delito» ¡Tarán! «Dame las competencias de prisiones» ¡Tarán! «Cesa a la directora del CNI» ¡Tarán! La principal diferencia de Sánchez con el genio de Aladino es que este sólo concedía tres deseos. Bueno, y que el genio no obtenía nada a cambio. Ah, y también que el genio no intentaba convencer a nadie de que estaba velando por el interés general.
Cuatro años después, la lámpara mágica vuelve a estar a pleno rendimiento. Hemos hablado de la amnistía, pero la lista de deseos crece cada día. Ayer, Carles Puigdemont frotó la lámpara y exigió al genio que España pidiera perdón «al pueblo de Cataluña» (sic) por el fusilamiento del expresidente de la Generalitat Luis Companys. También ayer, Sumar exigió al PSOE, es decir, a Pedro Sánchez, el reconocimiento del Estado palestino como condición para apoyar su investidura. Tampoco Bildu ha regalado su apoyo, por mucho que digan los ingenuos. Su exigencia es más sutil: una nueva capa de barniz blanqueador para disimular que siguen siendo lo que nunca han querido dejar de ser. Pero ni Puigdemont, ni Yolanda Díaz, ni Arnaldo Otegi tienen la culpa. Conociendo la dadivosidad de Pedro Sánchez en vísperas de su investidura, ¿quién no aprovecharía para frotar la lámpara y pedir un deseo?