¿Estamos ya en el abismo?
«Me pregunto si uno puede decirse socialista viendo a tu partido meterse en la cama con unos izquierdistas que apoyan más a Hamás que a los israelíes»
El jueves de la pasada semana el analista Arcadi Espada escribió en su columna (El Mundo 19-X-2023) una historia personal referida a un amigo suyo que Espada llama Paco C. Según Espada el tal Paco arrastra unas molestias difusas pero intensas, producto de un estrés que Paco no puede entender pues está jubilado y vive sin problemas. Pero el médico de Paco le insistió: «Estrés, como lo oyes, y más precisamente estrés político, pero te consolará saber que no eres ni mucho menos el único».
Paco nunca se había dedicado a la política ni al periodismo, pero quizá leía periódicos con demasiada atención. Arcadi Espada le recomendó que leyera menos periódicos y se dedicará a Montaigne. Para Espada, «la patología de Paco -como la de otros muchos españoles- la provoca una lluvia fina, que es la falta de sentido. El caso de la amnistía a los delincuentes nacionalistas es modélico: la cuestión no es estar a favor o en contra, ojalá. Estar a favor o en contra supondría elegir entre dos argumentos elaborados».
Creo que a mí me pasa lo mismo que a Paco, con el agravante de que yo sí me he dedicado muchos años a la política. Quizá sea el miedo al abismo lo que le ocurre a Paco C., como lo sentimos otros muchos españoles.
Pues bien, el sábado 21 de octubre me encuentro en Abc con un artículo de Jon Juaristi (una de las personas más ilustradas que conozco) titulado Abismos. Según Juaristi, no estamos al borde del abismo, estamos ya en el abismo. He aquí sus argumentos:
«Las naciones libres estamos aquí, sitiadas por miles de millones de orcos y ha dado comienzo el asalto a la fortaleza. Empezó el pasado 7 de octubre con los asesinatos de 1.500 israelíes. O incluso antes, el 24 de febrero de 2022, con la invasión putinesca de Ucrania, aunque sospecho que la señal de ataque se dio antes, el 11 de septiembre de 2001. Cuando os deis cuenta de que esto no va de pelis y los orcos de verdad hayan llegado hasta vuestros últimos refugios antinucleares y empiecen a degollar a vuestras familias, como lo han hecho ya con las israelíes y las ucranianas, entonces soltaréis el moco y pediréis al cielo que os salve. Sois, en fin, un abismo sin fondo de cobardía. Siempre habéis sido así».
«Crecen las incertidumbres mientras se aumenta la inseguridad sobre el porvenir»
El mismo día y en el mismo periódico Pedro G. Cuartango iniciaba su artículo con estas palabras:
«A medida que vamos cumpliendo años, crecen las incertidumbres mientras se aumenta la inseguridad sobre el porvenir. […] He sufrido la pérdida de familiares y amigos en los dos últimos años y empiezo a tener la sensación de que todo se desmorona a mi alrededor, de que el mundo que he conocido ya no existe y que todas mis referencias están desapareciendo. Soy consciente de que es una consecuencia de mi edad, pero eso no deja de ser una vana racionalización».
También ese mismo sábado, comí en un restaurante gallego con mi familia, y mi hijo mayor, como es costumbre en él y en su mujer, se dedicó a censurar mis críticas al Gobierno de Sánchez y a sus impresentables aliados. Pero yo me sigo preguntando si uno puede decirse socialista, o simplemente demócrata, viendo a tu partido meterse en la cama con una cuadrilla de izquierdistas que apoyan más a Putin que a los ucranianos, más a Hamás que a los israelíes, cubiertos -eso sí- con las mantas con las cuales les arropan los enemigos de España y de su Constitución, empezando por el PNV y siguiendo con un asesino como Otegi y unos golpistas como los de ERC o Junts.