THE OBJECTIVE
David Mejía

La feliz navidad del agnóstico

«Las evidencias históricas sólo truncan las navidades de los tristes. Así que, por favor, déjennos en paz. La Navidad es disfrutar del hechizo sin necesidad de creer»

Opinión
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La feliz navidad del agnóstico

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Lo más irritante de la Navidad no son la fábula, la tradición, el consumismo o las aglomeraciones, sino las personas que gruñen contra la fábula, la tradición, el consumismo y las aglomeraciones. «Jesús no nació el 24 de diciembre, la Navidad la inventó Dickens, las fiestas se han convertido en un motor del capitalismo». A la cantinela sólo le falta la entonación sanildefonseña para cuajar como un rito navideño más. Lo que hace más irritante la matraca es lo que tiene de obvio. El listillo de la mesa cree disponer de un conjunto de verdades sólo accesibles a las mentes privilegiadas, como la suya, que no se dejan contaminar por la historia, los hábitos o las modas. Ellos son el faro de la racionalidad en la noche oscura de la superstición cristiano-capitalista. No es que su versión de la Navidad sea falsa, pero está lejos de ser aventajada: todo el mundo sabe que la Navidad es eso, pero a nadie importa. Porque sólo un necio puede creer que la Navidad es sólo eso.

Y esto se lo dice alguien que no ha sido bendecido con la gracia de la fe. Los agnósticos también sabemos disfrutar de la Navidad, porque el goce no depende de creer en Dios ni de estar cegado ante las ambiciones mercantiles que despierta su adoración. Las evidencias históricas sólo truncan las navidades de los tristes. Así que, por favor, déjennos en paz. Todo eso que se esfuerzan en recordarnos ya lo conocemos, y nos da igual. Son ustedes quienes lo ignoran casi todo. Son ustedes quienes pagan por ver a Juan Tamariz con el único fin de pillar el truco, como si los demás creyéramos que las cartas pueden desaparecer. Amigos, la cartomagia, como la Navidad, consiste en disfrutar del hechizo sin necesidad de creer. En realidad, todo resulta más extraordinario al pensar que en el embrujo sólo ha intervenido la mano del hombre. 

La Navidad no necesita fact-checkers, porque los hechos los conocemos todos. Existe una Navidad sin dogma de fe y sin espíritu capitalista. Y existe con ambos, o con uno y sin el otro. Por eso, queridos verificadores, espero que el año que viene os toméis un descanso e intentéis disfrutar un poco. Yo os abro los brazos, porque la Navidad consiste en acoger a quienes no soportamos. A todos ellos dedico este mensaje navideño: a quienes se cuelan en la carnicería, a quienes escuchan música en el metro sin auriculares, a quienes dicen Estado español y a quienes se traen la guitarra a las fiestas. A los que creen que Roger Moore es el mejor James Bond, a los que llaman entrenar a ir al gimnasio y a los que dan de comer a las palomas. A los que llevan pantalones pirata y a los que prefieren ver a través de su pantalla lo que tienen delante. A los que llaman jefe al camarero y a los que nunca dan las gracias. A los que prefieren el chocolate blanco al chocolate real y a los que no les gusta el chocolate. A todos ellos, y muy especialmente a quienes haya ofendido esta columna, les deseo muy feliz Navidad y un próspero 2024. 

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