Cercas y la servidumbre voluntaria
«El artículo de Cercas es importante porque muestra que cualquier votante del PSOE podría revolverse contra la servidumbre voluntaria de aceptar que es de izquierda todo lo que proponga por conveniencia el líder del PSOE»
El sometimiento pacífico y distraído de los ciudadanos a un Gobierno falsario, injusto o contrario a la libertad, el progreso y el bienestar social es un asunto que siempre ha llamado la atención a quienes han reflexionado sobre el poder y la política. La sugerencia más común para explicar tamaña anomalía se halla en dos razones básicas, la mentira y la costumbre, la capacidad de acabar tomando por cierto lo que se vería como falso si se pensara con libertad. Como dijo Horace Mann, el gran defensor de la educación universal, si un idiota nos repitiese cada día la misma historia durante un año lo más fácil es que acabase siendo creído.
En un momento tan temprano de la modernidad como 1548 el jovencísimo Étienne de La Boétie escribió su famoso Discurso contra la servidumbre voluntaria analizando ejemplos de la antigüedad para denunciar la esclavitud que impone el sometimiento a las arbitrariedades del poderoso: «Son los propios pueblos los que se dejan o, más bien, se hacen reprimir […] es el pueblo el que se somete, quien se degüella, el que pudiendo elegir entre ser siervo o libre, rechaza su libertad y se unce al yugo; quien acepta su mal o, más bien, lo persigue» para añadir luego «es la costumbre la que consigue hacernos tragar sin repugnancia el amargo veneno de la servidumbre».
Parece oportuno traer esto a cuento del sonoro desengaño de uno de los más brillantes propagandistas del socialismo que ahora nos gobierna con las arriesgadas e insolentes trapacerías de Pedro Sánchez. Javier Cercas publicó hace unos días en su diario favorito, que lo es también de la Moncloa, un artículo en el que prometía dejar de servir por más tiempo a un señor que ha engañado a todo el mundo de manera tan extravagante. Muchos lectores de Cercas han hecho notar que ha tardado en darse cuenta del chanchullo de Sánchez, pero siempre hay una gota que colma el vaso y Cercas parece que no sido capaz de soportar que se presente como progresistas a las huestes de Junts y que se tramite como virtud lo que sólo es oportunismo desorejado.
Cercas describe con brevedad y extrema nitidez los embustes insoportables de Sánchez: «Yo he visto cosas que nunca creí que vería. He visto cómo un partido progresista, a quien voté durante décadas, ha hecho justo después de unas elecciones lo que siempre dijo que nunca haría. He visto cómo ese engaño colosal suprimía a millones de personas, que políticamente ya no existimos o sólo existimos como papel higiénico». El notable cabreo de Cercas, el amargo desengaño de un creyente, tal vez le impida cierta lucidez respecto al entorno y esa puede ser la causa que le ha llevado a cometer una notoria inconsecuencia, a abjurar de la política y proponer frente al desaguisado una solución que mueve al lector a recordar aquello de «zapatero a tus zapatos».
El artículo de Cercas es importante porque muestra que cualquier votante del PSOE podría revolverse contra la servidumbre voluntaria que supone aceptar que es de izquierda todo lo que proponga por conveniencia el líder del PSOE. No es fácil adivinar hasta qué punto esta caída de caballo del escritor será acompañada por las multitudes, pero cuando uno de los tuyos, y más si es tan notable como prestigioso, te dice que estás desnudo es casi como cuando el niño lo grita del rey del cuento, el hechizo podría evaporarse, ya se verá.
«Al recomendar algo tan alejado de cualquier democracia moderna como el sorteo del poder o el voto en blanco, Cercas tira por la borda un valor esencial de la democracia, el pluralismo y las virtudes de la alternativa»
Lo que Cercas añade tras el contundente relato de su profunda decepción no ayuda nada a que otros recobren el buen sentido del que ha dado muestras en su confesión. Cercas se aparta de la lógica, al cabo es un escritor no un científico, porque lo que sugiere y hasta aconseja que cualquier política es abominable, no deja de ser un último salvavidas que el escritor arroja en dirección al líder que supone náufrago, de tal manera que si los electores hiciesen caso de Cercas el porvenir de Sánchez terminaría por ser casi glorioso.
Lo que ocurre es que Cercas es tan de izquierdas que de su constatación de que la izquierda, mejor dicho, Sánchez y los suyos, han hecho cosas atroces pasa a deducir que la política es atroz, que los políticos no tienen remedio. Pero esa es una conclusión muy prejuiciosa, nada prudente. No tendría sentido pedir a Cercas que dejase de ser quién es y de creer y pensar lo que cree y piensa. Pero al recomendar algo tan alejado de cualquier democracia moderna como el sorteo del poder o el voto en blanco, Cercas tira por la borda un valor esencial de la democracia, el pluralismo y las virtudes de la alternativa, lo que Popper llamó la destitución pacífica de los gobiernos que lo hacen mal, que se ganan la malquerencia de los ciudadanos.
En las democracias contemporáneas se presume la existencia de un consenso básico sobre la alternancia, eso que Sánchez quiere suprimir y que Cercas olvida. La consecuencia más nefasta de borrar del horizonte una alternativa ideológicamente distinta es que la ideología propia, la izquierda de Cercas y de Sánchez, se convierte en dogma, que la mentira se hace pasar por la verdad obvia, que la libertad se convierte en un crimen, que el poder se libra de cualquier límite y que la servidumbre voluntaria llega a ser una virtud que los políticos premiarán con largueza.
Cuando la mentira se instala confortablemente en la mayoría en cuyo nombre se gobierna, puede suceder cualquier cosa. Que un racismo torpemente disimulado, que una insolidaridad de principio o que los réditos de la violencia se conviertan en títulos de legitimidad son algunas de las consecuencias de hacer de la necesidad virtud, uno de esos dichos populares con los que Sánchez trata de ir convirtiendo en normales las enormidades que han desengañado a un eximio escritor, pero, a lo que se ve, extravagante ciudadano.
Cercas puede prescindir de la alternativa porque tiene su propio Paraíso, porque no vive en servidumbre voluntaria sino en su libertad de imaginar y contar historias, pero los demás no podemos permitirnos ese lujo y por eso deseamos que aparezca una alternativa suficiente, atractiva y no reactiva, para que cuando se atreva a mostrarse como algo distinto a un «quítate tú que me pongo yo» llegue a tener una cosecha suficiente que permita desenmascarar efectivamente al mentiroso y también para que lo que éste dice defender pueda volver a presentarse de manera decente y no contradictoria, lo que es seguro que servirá de alivio del escritor desconsolado.