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Anna Grau

Cercas en el limbo

«El mérito de un artículo como el de Cercas es que se hace eco del íntimo bochorno de unos cuantos, pero para semejante viaje no hacían falta tantas alforjas»

Opinión
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Cercas en el limbo

La exvicepresidenta primera, Nadia Calviño, conversa con el escritor Javier Cercas. | Europa Press

Hace unos días el afamado escritor y columnista de El País Javier Cercas publicaba un artículo que ha agitado las aguas de la progresía más o menos ilustrada de este país. Bajo el título «Un llamamiento a la rebelión», Cercas arrancaba de esta guisa:

Ética y política siempre se han llevado mal, pero, cuando la política se divorcia de la ética, empieza la antipolítica.

Yo he visto cosas que nunca creí que vería. He visto como un partido progresista, a quien voté durante décadas, ha hecho justo después de unas elecciones lo que siempre dijo que nunca haría. He visto como ese engaño colosal suprimía a millones de personas, que políticamente ya no existimos o sólo existimos como papel higiénico: la prueba es que, en el acuerdo firmado por PSOE y JxCat, Cataluña se identifica sólo con los secesionistas, lo que quiere decir que los no secesionistas, que ya sobrábamos en Cataluña, también sobramos ahora en España.

Totalmente de acuerdo. También con el contundente repaso que el autor de Soldados de Salamina le pega al corolario y a las consecuencias de tal estado de cosas, que no son pocas ni menores. Especial énfasis pone Cercas en la magnitud de su decepción con el PSOE. Es fácil empatizar con ese sentimiento, más acordándose de otro artículo del propio Cercas, de apenas un trimestre atrás, donde negaba categóricamente la mayor, atreviéndose a exponer punto por punto todas las razones por las que era imposible que Pedro Sánchez fundara su gobierno sobre algo tan indefendible como la amnistía a los muchos delincuentes del separatismo catalán. Cercas asegura ahora no dar crédito a que haya sucedido justo lo contrario de lo que él vaticinó: 

He visto como primero nos engañaron los otros, ahora nos engañan estos y ya no queda nadie que nos pueda engañar

Tan grande es el disgusto, que no duda en zanjar:

Tenemos una clase política cínica, irresponsable y envenenada por el poder. Hemos tocado fondo.

De lo cual se infiere que:

A partir de este momento me declaro antisistema, paso a la clandestinidad y llamo a la rebelión general. Esto se traduce en dos cosas. Una: de ahora en adelante votaré en blanco.

Pero ojo que la cosa no va a quedar ahí:

…Por lo demás, prometo solemnemente no estrecharle la mano a ningún político español a menos que sea en presencia de mi abogado (o bajo amenaza de torturas). 

No está mal, nada mal. El artículo está bien escrito, es lúcido, es brillante, es valiente. O por lo menos así se lo ha parecido a Arturo Pérez-Reverte, quien ha salido a defender a Javier Cercas como el capitán Alatriste a una damisela en peligro, desenvainando en redes sociales:

Engrosa el club. Ya hay un nuevo fascista para los rancios inquisidores, ratas sectarias y palmeros subvencionados habituales. La última campaña se la han montado ahora a Javier Cercas por haber tenido el coraje de escribir esto en El País

Totalmente de acuerdo, una vez más. Y sin embargo, ya me perdonarán una pequeña, ínfima objeción: el coraje se agradece más en tiempo y forma que ya con todo el pescado vendido. Igual que no es lo mismo que la ambulancia llegue a tiempo de salvar una vida, que de certificar una defunción.

«Errores cometemos todos, decepciones tenemos todos, y cada cual se las gestiona como quiere o puede. Pero no es de personas sensatas ni prudentes meter en el mismo saco tu decepción y la de todos los demás»

¿De verdad Javier Cercas ha necesitado todos estos meses, todos estos años, para darse cuenta de lo que ocurría y ocurre? ¿De verdad no era ni es consciente, cuando publicó el 13 de septiembre su artículo descartando toda posibilidad de amnistía, de que muchos confiaron entonces en que efectivamente no la habría «porque lo dice Cercas, y Cercas eso lo tiene que saber», precisamente por su cercanía a ese partido «progresista» al que parece que es el único que se ha planteado votar nunca? ¿Y que si esos a los que ha votado toda la vida, o eso dice, le engañan, es que absolutamente todos le van a engañar, y ya no queda político en el mundo digno de estrechar su inmaculada mano, la de Javier Cercas?

Errores cometemos todos, decepciones tenemos todos, y cada cual se las gestiona como quiere o puede. Pero no es de personas sensatas ni prudentes meter en el mismo saco tu decepción y la de todos los demás. Hace muchos años que en Cataluña hay gente que no piensa, escribe ni vota como Javier Cercas, y esa gente puede llevar mucho tiempo sin sentir la calidez de que gobiernen «los suyos» ni gozar de tribuna fija en El País. Pero a lo mejor a día de hoy se sienten un poquito menos decepcionados y engañados. Incluso un poquito menos avergonzados. Algunos llevan años arremangándose precisamente en contra de todas estas miserias que Cercas recién descubre ahora. O eso dice.

El mérito de un artículo como el de Cercas es que se hace eco del íntimo bochorno de unos cuantos. El demérito es que para semejante viaje no hacían falta tantas alforjas ni tanta rebelión de salón. Se puede, siempre se ha podido, votar distinto. Y se puede, siempre se ha podido, escribir la verdad mucho antes. Corriendo algún riesgo, eso sí. Fuera del limbo hace mucho frío. 

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