THE OBJECTIVE
Francisco Sierra

Las malditas líneas rojas

«El Gobierno ha diseñado un sistema que nos avisa de su próxima mentira: cuando nos dice que un chantaje independentista es una línea roja, la acaba saltando»

Opinión
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Las malditas líneas rojas

Ilustración de Alejandra Svriz.

La degradación de la vida política española es imparable. Cansa ya repetir la cantidad de conceptos constitucionales, legales, legislativos, judiciales, sociales, éticos y morales que se han vulnerado por un político como Pedro Sánchez que ha hecho de la mentira y la inmoralidad la base de sus principios de actuación. El escritor Aleksandr Solzhenitsyn dijo de los bolcheviques en la época más dura de la hipocresía soviética: «Sabemos que nos mienten. Ellos saben que mienten. Ellos saben que sabemos que nos mienten. Sabemos que ellos saben que sabemos que nos mienten. Y, sin embargo, siguen mintiendo».

Pocos han mentido en tan poco tiempo como nuestro presidente Sánchez. Llega un momento en el que hay que buscar qué cuestiones de las que habla no miente. Y no es fácil. Bolaños nos miente también. Y por supuesto hasta el recién llegado ministro de Transportes, Óscar Puente, miente y en cinco días. En ese plazo ya emula a su presidente de Gobierno. Y lo hizo además delante de decenas de personas y periodistas en un desayuno informativo organizado por Nueva Economía Fórum. Decía que los delitos de terrorismo no se incluirían en la futura ley de amnistía. Es más, lo calificaba de «línea roja». Y como le gusta mucho hablar y alardear, comentaba que lo decía porque le había escuchado a Félix Bolaños, triministro de Justicia, Presidencia y Relaciones con las Cortes, decir que «el delito de terrorismo no puede estar presente como un delito amnistiable en la ley de amnistía. Esa es al menos nuestra voluntad y es una línea roja». Y remataba Puente: «Líneas que parece ser que no se deben saltar y no quieren saltarse y este es el caso concreto».

«Pronto veremos la amnistía a los Pujol y de los asesinos condenados de ETA. Es solo cuestión de tiempo y de la presión que se ejerza sobre Sánchez en sus ansias de poder»

Pues bien, el caso concreto es que de nuevo, y sin tener él ni idea, han saltado las líneas rojas y de nuevo nos han mentido. Un Óscar Puente que es justamente el ministro más afectado por los atentados de los CDR contras las infraestructuras ferroviarias o por la invasión de las pistas del aeropuerto del Prat. Todo amnistiable desde hoy para este gobierno de las líneas rojas, que pronto lo calificará de manifestaciones pacifistas.

El Gobierno y su presidente han traspasado ya la vergüenza que normalmente se tiene, no por mentir, sino por ser descubierto en sus mentiras. Y ha ido más allá. Ha diseñado un sistema que nos avisa de forma no explicita, pero sí premeditada, de cuál será la próxima mentira. Cada vez que Sánchez o algún cargo socialista nos dice que un nuevo chantaje independentistas es una línea roja que no se puede saltar se produce un efecto imparable. Primero habrá desmentidos en ráfagas dialécticas por ministros, diputados, cargos y demás palmeros del Gobierno que intentarán exhibir una supuesta superioridad intelectual porque lo saben seguro, sobre los que lo critican o dudan. La cadena de hechos se repite y nunca falla. Inmediatamente, a veces en horas, un nuevo apretón de Junts, o de ERC, o de Bildu, o de PNV, e incluso a veces de Podemos, en las necesidades de votos de Sánchez y lo que era una línea roja se salta, se traspasa, se destroza, se niega y se avanza hasta la próxima.

Y esa es la actualidad política española de los últimos años. Líneas rojas fueron en su día, incluso declaradas en campaña electoral, asuntos como los indultos, los delitos de sedición, la rebaja de la pena de la malversación, la negociación con prófugos fuera de España, la presencia de mediadores internacionales, la ley de amnistía, la inclusión de delitos de terrorismo. Todos fueron malditas líneas rojas. Pronto veremos la amnistía a los Pujol, la excepcionalidad favorable de la financiación de Cataluña, o la amnistía de los asesinos condenados de ETA. Y por supuesto la línea roja del referéndum de autodeterminación. Es solo cuestión de tiempo y de la presión que se ejerza sobre Sánchez en sus ansias de poder. 

El Gobierno Sánchez no mira atrás, ni deja prisioneros. No solo trapichea con decisiones políticas y legislativas. Se puede regalar la independencia del Sáhara a Marruecos y nadie sabe por qué. Ni sus propios socios y ministros. Que hay que entregar menores a Marruecos de forma ilegal, se hace. Y les da igual lo que diga el Tribunal Supremo. Centenares de cayucos con inmigrantes ilegales en Canarias y se esconden y distribuyen en las comunidades del PP, por supuesto. Que no se enfaden los xenófobos de Junts. El día que escuchemos que el control de fronteras es una línea roja, denlo por hecho. Vivimos en la desidia y en la molicie de la acción gubernamental. Lo único que les importa se saltar las líneas rojas con las que sus socios le humillan. Una línea roja tras otra. Cada vez más graves, más inmorales. Todas cumplen con su doble efecto: garantizar los votos de los independentistas y hacer olvidar la indignación por la vulneración de las anteriores líneas rojas. 

Malditas líneas rojas.

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