Carta a la ciudadanía (No. A la tuitería)
«Soy consciente de que denuncian a Begoña no porque haya hecho algo ilegal, ellos saben que no hay caso, sino por ser mi esposa»
No suele ser habitual [‘soler’ y ‘habitual’ contienen la misma idea: la de algo que ocurre de manera frecuente, de ahí que «no suele ser habitual» sea una expresión redundante, como lo son «plenamente consciente» o «profundamente enamorado»] que me dirija a usted a través de una carta [Convendrá en que sus cartas no son precisamente una cumbre del género; recuerdo la que en marzo de 2023 le escribió a Mohamed VI: aquel estropicio del Rincón del Vago, pródigo en ditirambos, hipérboles y sintagmas ‘inexplicados e inexplicables’, que diría su mentor, como «el respeto mutuo y el respeto a los acuerdos firmados por ambas partes», «nuestros dos países, indisolublemente unidos por afectos, historia, geografía, intereses y amistad comunes».]. Sin embargo, la gravedad de los ataques [los ataques equivalen, gravemente, a los que la Fiscalía General del Estado le infligió a Jordi Pujol en mayo de 1984] que estamos recibiendo mi esposa y yo, y la necesidad de dar una respuesta sosegada, me hacen pensar que esta es la mejor vía para expresar mi opinión. Le agradezco, por tanto [¿Por qué «por tanto»?], que tome un poco de su tiempo para leer estas líneas.
Como ya sabrá, y si no le informo [como ya sabrá y si no le informo es un bocadillo de clavos cuyo subtexto, «ya te lo digo yo», invita a pensar que el tratamiento de usted es una impostura, una más] un juzgado de Madrid ha abierto diligencias previas contra mi mujer, Begoña Gómez, a petición de una organización ultraderechista llamada Manos Limpias [la misma banda de oportunistas (dejémoslo en oportunistas) que se personó en el caso Noos como acusación popular y cuya denuncia motivó que el juez Castro sentara a la infanta Cristina en el banquillo, en aplicación de la doctrina Atutxa. He estado repasando algunas de las noticias que El País (Romero, Manresa, Ferrandis, Pérez) publicó al respecto, y en ninguna se menciona a Manos Limpias como sindicato ultraderechista; pero ya se sabe, uno no elige a sus aliados, por inverosímiles que puedan parecer, y del ultra se aprovechan hasta los andares. Pablo Iglesias, a la sazón tertuliano, celebró entonces la noticia, que demostraba, decía el hoy tertuliano, el vínculo histórico entre la monarquía y la corrupción. Y el juez Castro, aún necesitado del calorcillo embriagador que procuran los focos, concurrió en julio en las listas de Sumar. Como decía Andreotti, «¡es todo tan complejo!».], para investigar unos supuestos delitos de tráfico de influencias y de corrupción en los negocios [Cómo no traer, en este punto, el lenguaje cifrado de Marta Ferrusola, a quien nunca le hizo falta ningún máster de captación de inversiones: «Soy la madre superiora de la Congregación, traspasa dos misales».]
Por lo que parece, el juez llamará a declarar a los responsables de dos cabeceras digitales [Es un clásico: al periódico que nos es adverso lo degradamos a sumidero digital -la web Libertad Digital, llegué a leer en El País– pero usted, siquiera por decoro, debería resistirse a la tentación totalitaria] que han venido publicando sobre este asunto [la ausencia de complemento directo podría llevar a pensar que lo que quería decir no era «publicando», sino «deponiendo», «vomitando» o lo que fuera que le pidiera el cuerpo.]. En mi opinión, son medios de marcada orientación derechista y ultraderechista [Repita conmigo: «marcada orientación ultraderechista». Ese convoy está a punto de descarrilar y le explicaré por qué. Tratándose, según afirma, de medios ultraderechistas, la palabra «orientación» opera como atenuante (huelga decir que inadecuado: como decir un poco nazi). Si usted considera que esas dos cabeceras son efectivamente ultras, la palabra que debe emplear es obediencia.]. Como es lógico, Begoña defenderá su honorabilidad [«honor» debe de haberle parecido demasiado masculino] y colaborará con la Justicia en todo lo que se le requiera para esclarecer unos hechos [¿Por qué no colabora usted con la democracia y comparece para esclarecerlos?] tan escandalosos en apariencia, como inexistentes. [Llévese a la Mareta ‘Perdón imposible: Guía para una puntuación más rica y consciente’, de José Antonio Millán.]
En efecto, la denuncia de Manos Limpias se basa en supuestas informaciones [lo que es supuesto no son las informaciones, sino el delito que podrían acarrear, pero ya sé por dónde va: lo que usted pretende decir, de muy mala manera, es supuestos periódicos] de esa constelación de cabeceras ultraconservadoras arriba referida [¿Referida? No, lo que viene referido es «dos cabeceras digitales», que ahora se convierten en «constelación de cabeceras ultraconservadoras». Un silogismo cobardón. No porque no se atreva a decir El Confidencial y THE OBJECTIVE, no; lo que no se atreve a decir es «fachosfera». Teniendo en cuenta que el encabezamiento es «Carta a la ciudadanía», sería una temeridad que se transparentara que usted sólo considera «ciudadanos» a la mitad menos uno de los españoles]. Subrayo lo de supuestas informaciones porque, tras su publicación, hemos ido desmintiendo las falsedades vertidas [¿Lo ve? Deponer, vomitar, verter… ¡Se le ve venir, presidente!] al tiempo que Begoña ha emprendido acciones legales para que esos mismos digitales rectifiquen lo que, sostenemos, son informaciones espurias.
Esta estrategia de acoso y derribo [óle] lleva meses perpetrándose. Por tanto, no me sorprende la sobreactuación del Sr. Feijóo y el Sr. Abascal. [Si los señores llevan meses en ello, la sobreactuación debería sorprenderle, ¿no le parece?] En este atropello tan grave como burdo, ambos son colaboradores necesarios junto a una galaxia digital ultraderechista [las dos cabeceras se convierten en constelación y la constelación se ha convertido en galaxia] y la organización [la organización] Manos Limpias. [Una conspiración intergaláctica, ¡ajá!] De hecho, fue el Sr. Feijóo quien denunció el caso ante la Oficina de Conflicto de Intereses, pidiendo para mí de 5 a 10 años de inhabilitación para el ejercicio de cargo público. La denuncia fue archivada doblemente por dicho organismo, cuyos funcionarios fueron descalificados posteriormente por la dirigencia del PP y de Vox. [Cuál sería el reverso de «fachas con toga»? ¿Charos con manguitos? ¿De verdad quiere asomarse a ese abismo?]
Seguidamente, instrumentalizaron su mayoría conservadora en el Senado [«instrumentalizar la mayoría» es, por decirlo en su dialecto, un intento tan grave como burdo de deslegitimación del poder legislativo, pero no es eso lo que me interesa. Lo que me interesa es que incluso usted ha comprendido que la palabra «mayoría» no puede llevar adosado el adjetivo «ultra». Imagínese: una mayoría ultra en España. Por eso ahora se saca de la manga «conservadora».] impulsaron una comisión de investigación para, según dicen, esclarecer los hechos relacionados con este asunto. Como es lógico, faltaba la judicialización del caso. Es el paso que acaban de dar. En resumen, se trata de una operación de acoso y derribo por tierra, mar y aire [A usted, que viene de la fracción indie del antiguo PSOE, le supongo conocedor de la canción ‘Toros en la wii’, de Love of Lesbian: «Porque yo lo valgo, Míster Sarkozy, ya verás qué gasto. / Me he inventado un juego, toros en la Wii, indomesticados». Confío en que sea esa letra la que le ha inspirado el acoso y derribo por tierra, mar y aire, y no su propensión a empapuzarse.], para intentar hacerme desfallecer en lo político y en lo personal atacando a mi esposa.
«Necesito parar y reflexionar. Me urge responderme a la pregunta de si merece la pena, pese al fango en el que la derecha y la ultraderecha pretenden convertir la política»
No soy un ingenuo. Soy consciente de que denuncian a Begoña no porque haya hecho algo ilegal, ellos saben que no hay caso, sino por ser mi esposa. Como soy también plenamente consciente [ver «suele ser habitual»] de que los ataques que sufro no son a mi persona sino a lo que represento [¡No! ¿De veras cree que si la oposición le critica es porque es usted el presidente del Gobierno?]: una opción política progresista, respaldada elección tras elección [step by step: los dos peores resultados del PSOE y dos investiduras fallidas] por millones de españoles, basada en el avance económico, la justicia social y la regeneración democrática. [Una opción política basada en el avance económico.]
Esta lucha comenzó hace años [¿En 1934?]. Primero, con la defensa que hicimos de la autonomía política de la organización que mejor representa [mejor «más representativa», siquiera por no ir con la chorra fuera permanentemente] a la España progresista, el Partido Socialista. Pugna que ganamos. Segundo, tras la moción de censura y las sucesivas victorias electorales de 2019, el sostenido intento de deslegitimación del gobierno de coalición progresista al calor del ignominioso grito de ‘que te vote Txapote’. Tampoco pudieron quebrarnos.
El último episodio fueron las elecciones generales del 23 de julio de 2023. El pueblo español votó mayoritariamente por el avance [Aquel González: «Hemos entendido el mensaje». Tal vez usted fuera demasiado joven, pero sí, aquella agónica síntesis está en la base de todos los «el pueblo ha hablado» que han venido después. No, el pueblo no habló (‘Habla, pueblo, habla´); el pueblo votó mayoritariamente por el Partido Popular y su «avance» es un constructo guerracivilista.], permitiendo la reedición de un gobierno de coalición progresista, en contra del gobierno de coalición del Sr. Feijóo y el Sr. Abascal que auguraban las baterías mediáticas y demoscópicas conservadoras. [Entiendo, y a estas alturas casi le compadezco, por no atreverse a llamar ultra a Gad3.]
La democracia habló pero la derecha y la ultraderecha, nuevamente, no aceptaron el resultado electoral [lo que no puede decir de sí mismo es que instrumentalizara una mayoría; son los flecos de esa mayoría los que le instrumentalizan a usted.] Fueron conscientes de que con el ataque político no sería suficiente y ahora han traspasado la línea del respeto a la vida familiar de un presidente del Gobierno y el ataque a su vida personal.
Sin ningún rubor, el Sr. Feijóo y el Sr. Abascal, y los intereses que a ellos les mueven, han puesto en marcha lo que el gran escritor italiano, Umberto Eco, [el gran escritor italiano; sólo alguien que no supiera nada del Quijote osaría decir el gran escritor español Miguel de Cervantes.] llamó «la máquina del fango». Esto es, tratar de deshumanizar y deslegitimar al adversario político a través de denuncias tan escandalosas como falsas.
Esta es mi lectura de la situación que vive nuestro querido país: una coalición de intereses derechistas y ultraderechistas [Claro, claro… La derecha tiene intereses y la izquierda convicciones.] que no toleran la realidad de España, que no aceptan el veredicto de las urnas, y que están dispuestos a esparcir fango con tal de: primero, tapar sus palmarios escándalos de corrupción y su inacción ante los mismos; segundo, esconder su total ausencia [ver «plenamente consciente»] de proyecto político más allá del insulto y la desinformación; y tercero, valerse de todos los medios a su alcance para destruir personal y políticamente al adversario político [No iba a decir nada por pereza, pero empiezo ya a tener algo muy hinchado con el «personal y políticamente». Que lo personal es político viene de sus filas; era el axioma, ¿se acuerda?, que hizo valer su vicepresidente para letgitimar los escraches]. Se trata de una coalición de intereses derechistas y ultraderechistas [«como es lógico» (2), «supuestas informaciones» (2), «ultraderechista» (5), ultraderecha (3), «acoso y derribo» (2), «fango» (4), coalición de intereses derechistas y ultraderechistas (2). «España me sabe a ajo», musitó Julio Iglesias, y el PSOE, lo sabemos, es el partido que más se parece a España.] que se extiende a lo largo y ancho de las principales democracias occidentales, y a las que, le garantizo, responderé siempre desde la razón, la verdad y la educación.
Llegados a este punto, la pregunta que legítimamente me hago es ¿merece la pena todo esto? Sinceramente, no lo sé. Este ataque no tiene precedentes, es tan grave y tan burdo [Grave y burdo ¿Dónde habré visto esto antes?] que necesito parar y reflexionar con mi esposa. Muchas veces se nos olvida que tras los políticos hay personas. Y yo, no me causa rubor decirlo, soy un hombre profundamente enamorado [ver «total ausencia»] de mi mujer que vive con impotencia el fango que sobre ella esparcen día sí y día también. [Hasta aquí hemos llegado. Esperaba leer en esta redacción (¡texto libre!) el nombre de Ayuso, pero no, veo que no aparece. Están el Sr. Feijóo, el Sr. Abascal, la jodida galaxia nazi… Pero Ayuso no. Usted sabe por qué, claro, porque ya se ha encargado de aclararnos que no es ingenuo. Ayuso aquí no pinta nada porque durante los últimos cuatro años, cada jueves entre las 10 y las 10.20, la vienen llamando asesina, enterradora, corrupta. Primero fue su padre, luego su hermano, ahora su novio. Para qué invocar a De Quincey: «Si uno empieza por permitirse un asesinato pronto no le da importancia a robar, del robo pasa a la bebida y a la inobservancia del día del Señor, y se acaba por faltar a la buena educación y por dejar las cosas para el día siguiente». Jueves sí y jueves también.].
Necesito parar y reflexionar. Me urge responderme a la pregunta de si merece la pena, pese al fango en el que la derecha y la ultraderecha pretenden convertir la política. Si debo continuar al frente del Gobierno o renunciar a este alto honor. A pesar de la caricatura que la derecha y la ultraderecha política y mediática han tratado de hacer de mí, nunca he tenido apego al cargo [Lo tiene al poder; a usted el cargo se la suda]. Sí lo tengo al deber, al compromiso político y al servicio público. Yo no paso por los cargos, hago valer la legitimidad de esas altas responsabilidades para transformar y hacer avanzar al país que quiero. [Dime, Huerta, ¿cómo crees que seré recordado.]
Todo ello me lleva a decirle que seguiré trabajando, pero que cancelaré mi agenda pública unos días para poder reflexionar y decidir qué camino tomar. El próximo lunes, 29 de abril, compareceré ante los medios de comunicación y daré a conocer mi decisión.
Gracias por su tiempo. Atentamente,