THE OBJECTIVE
Fernando Savater

El algodón no engaña

«Cuando no se exija el catalán como requisito para todo tipo de puestos administrativos o asistenciales podremos decir que el procés ha llegado a su fin»

Opinión
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El algodón no engaña

Puigdemont y Sánchez, sobre la 'estelada'. | Ilustración: Alejandra Svriz

Me atrevo a decir que alcanzar la paz y el entendimiento cuando nos encontramos en pleno conflicto por lo general no es tan difícil como parece: basta con rendirse. En los años de plomo del País Vasco oíamos consejos bienintencionados que predicaban diversas formas de renuncia y apaciguamiento para acabar de una vez con la amenaza terrorista. En uno de aquellos debates -¡que ingenuos parecen ahora, rememorados en la distancia!- oí a mi compañero Carlos Gorriarán una respuesta magistral que no he olvidado: «Mira, ya sabemos cómo se acaba democráticamente con la violencia. Basta con que todos votemos a Herri Batasuna». Algo así parecen opinar también muchos respecto a Cataluña: para librarnos del peso del procés, démoslo por asumido y hablemos de otra cosa. ¿La amnistía? No le demos más vueltas, son ganas de encizañar. Amnistía equivale a amnesia y la amnesia es una forma de anestesia. Nadie quiere que le saquen la muela del juicio (ni la del procés) sin anestesia, luego la amnesia -perdón, la amnistía- es muy deseable, imprescindible. Aplicando ese calmante, los revoltosos más virulentos se quedan solos con sus gruñidos y los prudentes, que tanto abundan en el Principado, pueden dar por nulo y no avenido el dichoso proceso. ¿Cómo se titulaba aquella obra de Dürrenmat? Proceso por la sombra de un burro. Pues de eso se trata aquí también, de acabar el proceso y absolver al burro de la mala sombra. Vuelve cuando quieras, Puigdemont. 

«¡Gran derrota del independentismo!», nos asegura ese grupo de bobalicones siempre dispuestos a suspirar con satisfacción «lo peor ha pasado ya» en vísperas del Apocalipsis. Claro que no todos son bobos, también abundan los estafadores en el gremio de la información, los devotos de Sánchez que le secundan cuando dice «teníamos razón, con el perdón se acaban las crispaciones, aquí paz y luego otros cuatro añitos de gloria». De modo que ha sido derrotado el independentismo de los puros de corazón (los más brutos, para entendernos, los que reclaman la independencia de iure) y ha ganado el independentismo de los oportunistas, que se conforman con que siga y se consolide la independencia de facto. Para eso está don Salvador Illa y el PSC, el perpetuo salvavidas del independentismo para los que quieren serlo sin correr riesgos, sobre todo económicos. ¡Benefíciense del independentismo sin salir de la zona de confort constitucional (al menos en apariencia), protegidos si vienen mal dadas por el paraguas del Gobierno central, que además es de izquierdas y nos defiende de la fachosfera españolista! Y por añadidura nos sacudimos de encima a esos líderes nacionalistas que no se ponen de acuerdo y que ya ni para muletas sirven. Sobre todo, nada de vernos obligados a repartir con quienes no practican la retórica nacionalista: ¡lo nuestro es nuestro y lo demás a medias! Por mucho que les voten, a los del PP y no digamos a los de Vox hay que mantenerlos fuera de la mesa del Parlamento, de TV3, y de cualquier puesto decisorio. Como mucho, si hacen un acto de contrición y se vuelven una derecha buena, como les manda El País, se les permitirá que hagan de palanganeros arrepentidos del nacionalismo. Ya saben, que traigan el agua y las toallas y limpien las manchas sospechosas. Esas cosas.

«Ha sido derrotado el independentismo de los puros de corazón (los más brutos, para entendernos, los que reclaman la independencia de iure) y ha ganado el independentismo de los oportunistas, que se conforman con que siga y se consolide la independencia de facto«

Y entonces ¿cuándo acabará de veras el procés? Pues no es difícil determinarlo, si se hace la prueba del algodón. En cuanto sea tan fácil educarse en castellano como en catalán y no se exija el catalán como requisito para todo tipo de puestos administrativos o asistenciales podremos decir fundadamente que el procés separatista ha llegado a su fin. El algodón no engaña y en Cataluña ese algodón es el reconocimiento del castellano como una lengua no menos propia que el catalán. O sea, lo contrario de adonde apunta la última disposición de blindaje de la administración Aragonès. Confíen en el algodón, no en la amnistía y su la conciliación fake: mientras el algodón salga sucio, sigue el procés aunque ahora disfrazado de «socialismo», que cosas. Si ustedes son quisquillosos y no les gusta que les estafen, no se entretengan con la morralla publicitaria y vayan directamente a leer en Libertad Digital el artículo ‘Quién ganó en Cataluña el 12M’ de Antonio Robles. Verán que todavía hay algunos que se atreven a saber y se atreven a decir.

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