El columnista de batín
«Este gamberro nihilista aprovecha todo lo leído, visto, oído y sentido para lanzarnos, con gracia, que el columnista tiene que cogerse vacaciones de la política»
Montano es un creador tan imaginativo que puede hacerlo todo. Un hombre bueno con fama de malo. Ha sido guionista, articulista, escritor de diarios, tuitero… como todo gran creador, él mismo es un género literario. Le pregunto hoy en la presentación de su libro, una antología de sus 20 años de articulismo: Zona de confort. 2004-2024 (Sr. Scott), si se considera nihilista. «Más que nihilista, me considero un vitalista». En sus artículos se percibe el feng shui de la vida, la celebración de los desengaños, la voluntad de retratarse a través de lecturas, escritores, retazos biográficos y meditaciones. Montano es un hombre pegado a un ventilador que se hace y se deshace a sí mismo cada día.
Me lo imagino en Málaga, con el vaso en la mano y unos amigos en torno, como yo misma. A veces lanza un susurro de lector erudito, a veces la dulce ironía, a veces reniega de todo: «Soy escéptico, no creo en un sistema político. Yo siempre digo que doy el discurso de la corona en Nochebuena» –sabemos que no es así porque sigue existiendo la monarquía. Todo esto, unido a sus inagotables anécdotas, compone el bosque animado, el mundo interior y ocioso, íntimo y amigo de Montano, cuando se le ponen los ojos chispeantes y empieza con sus juegos del absurdo. «Mira, yo creo que el cristianismo era nihilista, en el sentido que lo aborda Nietzsche». Es el chico gracioso de Twitter, el que nos hace reír los domingos en el recuento electoral. Para Montano la literatura es esencial, cita a Umbral, a Pessoa, Savater, Leopardi… y por eso nos identificamos más con él.
«Él es la calle, él es la vida, él es nosotros, él es el we the people. Desde su terraza, con su vaso de cerveza y los ventiladores va adelantándonos los hits del artículo de mañana»
Comenta que «la España antigua es la nuestra». «Ahora releemos de nuevo a Quevedo, a Unamuno, son nuestros abuelos. Antes, cuando yo estudiaba durante la transición, éramos unos extraterrestres que veíamos aquella España como algo lejano, superado». El público de Montano somos aquella España lejana que nunca ha sido superada, porque lo que ha venido, hijos míos, no es la paz. Lo que ha venido es la Victoria de los unos, con Franco y luego de los otros, con Zapatero. Y él es como una de las nuevas vanguardias que ya está de vuelta de todas estas lecturitas, un ultracentrista o quizás un populista de centro que buscando siguiendo la estela triste de Pessoa se topó con la samba brasileña. Este gamberro nihilista aprovecha todo lo leído, lo visto, lo oído y lo sentido para lanzarnos, con gracia, que el columnista tiene que cogerse vacaciones de la política. «Yo me autolibero. Después de las elecciones de julio me cogí por primera vez vacaciones en agosto». De todo aquel columnismo político lleno de princesas, mamporreros, cursis y legionarios, sólo nos divertía Montano, aquel gamberro largo, como nosotros. Montano es columnista literario de batín, pero en el término justo, preciso, sin atorarnos con el lirismo, como bien observa un colega de profesión.
Él es la calle, él es la vida, él es nosotros, él es el we the people. Desde su terraza, con su vaso de cerveza y los ventiladores va adelantándonos los hits del artículo de mañana. Y el día en que llegamos a Twitter, allí estaba él, en una mesa entre dos ventanales, dando doctrina a un grupo de radicales. Es el canto a los perdedores, pero un cante en tono menor, acalorado y dulcemente frívolo, como aquellas crónicas surrealistas, donde se dedica a contar la experiencia de dejarse el bigote, o aquella famosa columna donde abre el debate del verano: mangacortismo vs mangalarguismo: «Siempre he llevado mis camisas de manga corta, no necesariamente hawaianas, con la conciencia de ser lo que soy: alguien pintón, un artista. Y resulta que no, que voy vestido de abuelete».
Abuelete o artista, ahora pienso que a lo mejor lo que va buscando Montano es alguna historia buena para hacer un guion, una película del personaje literario que ha ido dibujando meticulosamente. Solo cuatro columnistas se han construido un personaje convincente en los últimos tiempos: Jiménez Losantos, Arcadi, Sostres y Montano. «Yo soy un lector de periódicos que escribe en los periódicos. Para mí escribir es un juego. Soy aquello que llaman un columnista de batín».