THE OBJECTIVE
Román Cendoya

Sánchez se cree España

«Por el hecho de que Milei haya hecho una declaración impertinente no se puede cometer abuso de poder y la utilización inapropiada de instrumentos del Estado»

Opinión
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Sánchez se cree España

Ilustración de Alejandra Svriz.

Los cinco días de abandono laboral del autócrata Sánchez le sentaron fatal en su enfermedad de Estado. El PSOE, que un día fue un partido y hoy es una banda, le ha otorgado tal nivel de impunidad política que le permite interpretar la realidad de España desde la tiranía enfermiza de su megalomanía narcisista, sin ningún tipo de límite. Sánchez, por su interés personal, confunde la Jefatura del Gobierno con la Jefatura del Estado para percibirse más alto, más guapo y más importante. Y su mediocre banda, el equipo que le rodea y acompaña, se sienten por proximidad mucho más grandes en su enanez personal y política. Ejemplo patético de eso ha sido la lamentable intervención de Patxi López —el hijo lelo de Lalo, el bufón del autócrata— pidiendo que se manipulen las actas del Congreso para retirar todo lo que no le gusta que se ha dicho sobre su amado líder. Galletita para el faldero.

Sánchez ha aparecido en el Congreso en modo dios, arrastrando a España, reconociendo de forma unilateral un Estado Palestino que premia a Hamás por el atentado criminal terrorista del 7 de octubre. Sánchez otorga así a la organización Hamas el derecho al terrorismo y a seguir no respetando los derechos de la mujer y de los homosexuales en aquel territorio. El autócrata actúa así. Sobreactúa. Cree que haciendo en solitario sus movimientos universales —sin acuerdos con nadie que no sean sus siervos del gobierno— tapa la basura cósmica que tiene en su gobierno y en su entorno. El autócrata está enajenado en su soledad y se mueve al margen de la UE, de Naciones Unidas y sin consenso internacional. Nade de eso sirve para tapar lo suyo.

María Begoña Gómez Fernández es una ciudadana española y por ello está sometida a los mismos derechos y obligaciones que los demás. Ni más, ni menos. Por circunstancias de la vida está casada con Pedro Sánchez, presidente del Gobierno. Entre los múltiples problemas que tiene Sánchez con la interpretación de la realidad uno de los más graves es su mujer. Le pasa con ella lo mismo que le pasa al dueño del chiste del Rolex que tiene días, unos días es auténtico y otros falso. Begoña unos días es un asunto privado, del que no se puede hablar ni mencionar, y otros días es «institución del Estado» según el Ministro de Exteriores y hablar de ella como lo hizo Milei —todo un error— es según Sánchez un «ataque a la democracia».

No a todo. Begoña Gómez nada tiene que ver con una institución del Estado y mucho menos ella es la democracia. Cuando estalló el caso Begoña, Pedro Sánchez dijo que: «Si permitimos que se vuelva a relegar el papel de la mujer al ámbito doméstico, teniendo que sacrificar su carrera en beneficio de la de su marido, habremos hecho un daño irreparable a nuestra democracia». Nadie le ha pedido eso. Es otra fantasía narcisista. Lo que es una exigencia democrática es que la ciudadana Gómez se someta al imperio de la ley como cualquier otro ciudadano.

«Begoña ha utilizado ser la mujer de Sánchez para desarrollar actividades profesionales que nunca pudo soñar si su marido no hubiera llegado a presidente del Gobierno»

El problema de Begoña Gómez surge de que su progreso profesional se ha producido por ser «la señora de», una actitud profundamente conservadora y machista. Begoña ha utilizado ser la mujer de Sánchez para desarrollar actividades profesionales que nunca pudo soñar si su marido no hubiera llegado a presidente del Gobierno. Y su praxis está bajo sospecha de tráfico de influencias y corrupción.

Por el hecho de que Milei haya hecho una declaración impertinente no se puede cometer el abuso de poder y la utilización inapropiada de los instrumentos del Estado que hacen Sánchez y su gobierno al retirar a la Embajadora de España en Argentina por las declaraciones sobre una ciudadana particular. Es vergonzoso. Reaccionar así por Begoña y no haber hecho nada ante los ataques de López Obrador o Gustavo Petro contra el Rey de España —el único y verdadero Jefe del Estado— y contra España es intolerable. Su pequeñez como presidente del Gobierno es tan patente que en el mundo real todos saben que maltratar e insultar a España y sus instituciones , mientras Sánchez sea presidente, queda impune.

El autócrata ha mimetizado a su persona y la de su esposa con España, el Estado y la democracia. Hacer eso es reducir España a la nada. A lo que en el fondo es él. Sánchez ha dicho que «más allá de la ideología está la educación y el patriotismo». El autócrata es así. Exige a los demás lo que él jamás practica. No lo ha hecho nunca en España y en su enajenación narcisista lo ha exportado.

«El presidente del Gobierno sigue instalado en la utilización personal del Estado y como autócrata intenta apoderarse de todas sus instituciones»

Él inició el enfrentamiento con Javier Milei. Apoyó en campaña al rival. No le felicitó cuando ganó las elecciones, envió a la toma de posesión a un secretario de estado y no a un ministro y Óscar Puente, su ministro “portacoz”, tildó de drogadicto al presidente de Argentina, país en el que España es el segundo inversor detrás de EE.UU.

Pedro Sánchez es mentira. Por eso cuando afirma categóricamente: «Mi mujer es una profesional honesta, seria y responsable. Y mi gobierno es limpio», miente. Lo de su mujer está bajo investigación y, curiosamente, la víspera de comparecer en el Congreso para hablar de ella, el pseudomedio de comunicación en que se ha convertido El País publica el presunto informe parcial de la UCO que exonera de todo a su mujer. La credibilidad del mismo debe ser tanta como lo que dijeron que decía el informe de la Comisión Venecia, o el dictamen de la ONU sobre las reformas de la Ley de la Memoria democrática. Todo falso y manipulado por el Gobierno en interés de su discurso. ¿Quién es una máquina de fango y bulos? El gobierno y sus palmeros oficiales. Además, si Begoña es tan inocente como limpio el gobierno de Abalos y Koldo … qué triste futuro le espera a Begoña Gómez.

A Núñez Feijóo ya le ha dicho que están encantados de comparecer ante la comisión del Senado. Es mentira pero ya sólo queda convocarlos a los dos. El resto no se entendería.

El presidente del Gobierno sigue instalado en la utilización personal del Estado y como autócrata intenta apoderarse de todas sus instituciones. Está minando los pilares de la democracia sin pudor. El final de todo político llega cuando confunde su realidad e identidad con su función. Hace tiempo que Sánchez entró en esa deriva. En el Congreso ha demostrado que ese camino está siendo ya muy largo. Lamentable.

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