THE OBJECTIVE
Cristina Casabón

España es un casino

«Toda España ignora que la deuda tiene unos intereses y seguimos gastando lo que no tenemos. España es un casino y los socialistas siguen jugando con la ilusión de la gente»

Opinión
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España es un casino

Mano de póker. | Archivo

Parece, según los informes, que los españoles nos hemos vuelto más ludópatas. Si uno camina por la calle verá entrar al ama de casa, con el carrito de la compra aparcado, a un ejecutivo comiendo espaguetis en el bingo mientras rasca un cartón. Aquí en el Canoe Lola Flores perdió un pendiente, y por megafonía se organizó una búsqueda exhaustiva hasta que apareció la joya. Casi todo consiste en apostar y perder el número de la suerte, los tres diamantes. El casino también permite que la tercera edad se deje la pensión mientras pasan la mañana mirando numeritos, que es lo más parecido a hacer crucigramas. 

Pero el Gobierno es el que está dando ejemplo, mal ejemplo, con su manía de criticar el juego sólo cuando es un negocio privado, mientras promociona en los anuncios los cupones, el rasca y gana de la lotería nacional, que junto con el pasodoble y la zarzuela, el fútbol y los toros siempre ha sido un auténtico acontecimiento social, como supo retratar Vázquez Montalbán en su Crónica sentimental de España. Los grandes pecadores son inquisidores, sin duda: Pedro Sánchez tiene alma de ludópata. Toda su vida es lanzar la peonza y esperar que no caiga. Alfonso Guerra llamó a Adolfo Suárez tahúr del Misisipi en los albores de la gran victoria socialista del 82. Pero nada como lo de ahora. 

Entre el Gobierno que juega con la ilusión de la gente y el pequeño casino está el delirio colectivo de Taylor Swift, que algunos se dejaron 800 eurazos en una reventa de entradas. Esto es menos emocionante ya que, de momento, no está prohibido. Con el casino y los toros ocurre lo contrario: pasan a ser algo atractivo para la juventud por ser ahora una cosa amenazada. Tienen el morbo de la censura y eso es lo que hace que sean una extravagancia nacional, porque España desde 1814 es el país más peligroso de Europa. Recuerda todo esto a aquellos años de posguerra, cuando se proclamaba el Spain is different. Hijos de vencedores o vencidos, todos estaban contagiados de peculiaridad histórica, de majeza épica del pueblo. Pobretes pero alegretes, podría ser el eslogan celtibérico de aquella España. Hoy ocurre que hasta esa alegría, esa música de fondo de la vida, peligra bajo la pedagogía del Gobierno.

También dicen que las putas dan sida y el cordero da colesterol, de modo que todas las bajas pasiones, desatadas en la noche como manada de lobos, todas esas jaurías espirituales se vuelven más emocionantes que el parchís y el dominó. Claro que el Estado también cobra de eso. La cosa política está ludópata total, porque todos apuestan por el sanchismo o el antisanchismo. Solo resta por la tarde el póker y por la noche la ruleta. El póker es un poco menos turbio, pero también destroza vidas humanas y muchas amistades. 

«Vivimos la epifanía del instante y el vértigo delicioso de perder y amontonar deuda, el votante-jugador vota para que el Gobierno gaste el dinero que no tenemos y siga apretando»

La ludopatía nacional española, con todo, es lo que sostiene el Estado del bienestar, que viene siendo del malestar. La profunda ludopatía manifiesta y explica bien la economía del despilfarro y la corruptela, que tanto ama el PSOE, y mientras que los jóvenes de hoy no tenemos garantizada una pensión, la deuda no deja de amontonarse. Ya pagarán los jóvenes, porque el dinero crece en los arbolitos de Bruselas y luego se lo lleva el pensionista. Entonces al dinero, que se pudre mucho en los bolsillos de los políticos, no le queda más salida que el juego y los españoles estamos jugando como nunca. Claro que el Estado también cobra de eso. El socialismo es una tragaperras, toda España es un burle porque el gobierno expresa su derecho a no comprender en nada las nociones económicas, solo redistribuyen pero no saben crear riqueza.

Osea que vivimos la epifanía del instante y el vértigo delicioso de perder y amontonar deuda, el votante-jugador vota para que el Gobierno gaste el dinero que no tenemos y siga apretando. Esta ludopatía no es menos inmoral que la del jugador de casino y así hijos míos va España. Hoy toda España ignora deliberadamente que la deuda tiene unos intereses, que estamos vendidos y seguimos gastando lo que no tenemos. En definitiva, España es un casino y los socialistas siguen jugando con la ilusión de la gente.

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