Gobernar «en contra de»
«El catálogo de mentiras y contradicciones es tan extenso y variado que ya incluso cansa a los que denunciamos todos los atropellos»
Son muchas las afirmaciones y promesas que en los últimos años Pedro Sánchez ha cambiado, sin rubor ni vergüenza, por todo lo contrario a lo que previamente había dicho o prometido. Un proceso en el que no solo ha perdido cualquier atisbo de complejo de culpabilidad, sino que lo ha transformado en altanería y soberbia como si con esa actitud intentara menospreciar e incluso despreciar intelectual y políticamente a todo el que no piense como él, sea lo que sea, lo que piense en cada momento. Un proceso mental, el del presidente, que viene determinado solo en función de lo que necesita y de nada más. Nada más importa. De lo que siempre se consideró moralmente un vicio o defecto, el líder socialista transformó la mentira en un ardid, luego en táctica y siempre en estrategia política.
El catálogo de mentiras y contradicciones es tan extenso y variado que ya incluso cansa a los que denunciamos todos los atropellos. Indultos, sedición, malversación o amnistía son ejemplos tan contundentes de la aberración jurídica, moral y política de nuestro presidente que todo está ya explicado. Que haya destrozado el Estado de derecho o la igualdad ante la ley de los españoles son solo minucias para un estadista mundial que solo gobierna en función de los siete votos que necesita de un prófugo de la justicia que huyó en el maletero de un coche. Y pese a destrozar el Código Penal con la desaparición del delito de sedición o la rebaja de la pena del de malversación y ahora la Constitución con la ley de amnistía, eso no es lo más peligroso de su gobierno.
Lo más peligroso de la forma de gobernar de Pedro Sánchez es que es probablemente es el primer presidente de gobierno de la España democrática que manifiesta, alardea y desgraciadamente esta vez sí cumple, su voluntad y su deseo de gobernar solo para media España. No duda ni titubea al decirlo. No se avergüenza de querer levantar un muro político que aísle a la mitad de los ciudadanos. En esta ocasión, a diferencia del resto de “cambios de opinión” Sánchez sí está cumpliendo, y cada vez más. La aparición de escándalos políticos empieza a infectar el mandato del político que llegó al poder con la bandera de la lucha contra la corrupción con una moción de censura contra Mariano Rajoy. El Gobierno de Sánchez está ya surcado por investigaciones policiales y judiciales que han abierto casos como el de Koldo, que cada día es más de Ábalos, y que ya señalan al número tres del ministerio de Óscar Puente. Otras investigaciones de la fiscalía rastrillan las compras de mascarillas en Baleares y Canarias durante las presidencias de Armengol o Torres.
Y luego el terremoto provocado por el caso que afecta a Begoña Gómez. La mujer del presidente está siendo investigada por delitos de corrupción y tráfico de influencias. Y ¿qué ha hecho Sánchez? ¿Dar explicaciones? ¿Responder a las preguntas sobre las informaciones publicadas? No. Sabiendo ya que su mujer tenía condición de “investigada”, lo ocultó al país, mintió sobre su condición y escenificó un chantaje emocional que no conmovió ni a los suyos.
Por eso Sánchez ya no “gobierna para”, Sánchez desde hace tiempo y ahora, más que nunca, “gobierna en contra de”. En contra de la mitad de los españoles que votaron a los partidos de la oposición, a los que además insulta al calificar de ultraderechistas a todos. Gobierna en contra de las leyes para retorcerlas en todas sus instituciones; ya sea el Congreso o la fiscalía general del Estado. Gobierna en contra de los jueces que se atreven a abrir diligencias a su esposa o de los fiscales que cuestionan la legalidad de la ley de amnistía en los casos de malversación y probablemente también terrorismo. Gobierna en contra de los medios de información que, cumpliendo con su obligada misión de controlar al poder, se atreven a publicar documentos oficiales que demuestran que Begoña Gómez recomendó a una empresa que luego fue beneficiada por concursos de distintos ministerios del gobierno que preside su marido.
«Sánchez está de campaña y gobierna en contra de. En contra de Milei. En contra de Israel, y ahora en contra de Meloni»
Sánchez está de campaña y gobierna “en contra de”. En contra de Milei. En contra de Israel, y ahora en contra de Meloni. Es muy probable que el 10 de junio, después de las elecciones europeas, su “en contra de” vuelva a subir de escala. Si los resultados electorales son malos, porque se encontrará sin apoyos y rodeado por los escándalos abiertos y también por las exigencias de Puigdemont, que exige ya su voto para ser president de la Generalitat, a pesar ser segundo y de no haber ganado en las catalanas, lo mismo que Sánchez. Si accede, gobernará en contra de Illa, sacrificándolo por segunda vez con el malestar de los 17 diputados del PSC del Congreso, que verán como otra vez el PSC se hace el harakiri en Cataluña en pro de la “concordia y convivencia”, de la que tanto han presumido con la ley de amnistía. Y si no accede al chantaje de Puigdemont, es probable que no vuelva a sacar adelante ni un solo de sus proyectos en el Congreso. Quedará tan evidencia que si no convoca elecciones parecerá que solo busca la fuerza defensiva que aporta ser el inquilino de la Moncloa. Y será un proceso más degradante todavía.
Y si en las europeas los resultados no son tan malos para el PSOE como pudieran esperarse, la respuesta de Sánchez será la de creerse reforzado en todas sus decisiones. Para ello no dudará en rebajar esas exigencias con tal de vender que el resultado ha sido bueno, si es que no vuelve a apropiarse de los resultados de sus socios como si fueran propios.
Ocurra lo que ocurra, Sánchez va a elevar el “gobernar en contra de”, especialmente en contra de jueces y de medios de comunicación. Una política muy peligrosa porque siempre polariza y tensa el estado de derecho. Con la amnistía hemos llegado a una tensión extrema, pero puede crecer todavía más. Lo vimos en Estados Unidos con el primero que alardeó con eso de “gobernar en contra de”. Fue con Donald Trump, esperemos no verlo más con Sánchez.