THE OBJECTIVE
Ricardo Cayuela Gally

México se queda sin contrapoderes

«La arrolladora victoria de Claudia Sheinbaum puede significar, si cumple las reformas constitucionales prometidas, la cuenta atrás para la democracia»

Opinión
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México se queda sin contrapoderes

Claudia Sheinbaum, ganadora de las elecciones generales mexicanas. | Carlos Santiago (Eyepix Group / Zuma Press)

Las elecciones del domingo en México arrojan unos resultados inequívocos. Una amplia mayoría de mexicanos (cercana al 60%) ha respaldado el Gobierno de López Obrador y ha votado masivamente por la continuidad del proyecto. Esto es lo que dijo que haría la candidata oficial Claudia Sheinbaum y esto es lo que tiene legitimidad democrática para hacer como presidenta de México. Nadie se puede llamar a engaño. Además de gobernar en 24 de los 32 estados de la República, incluida la Ciudad de México, Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), el partido en el poder, ha obtenido la mayoría calificada de dos tercios que requiere en la Cámara de Diputados para hacer reformas constitucionales. México se ha quedado sin contrapoderes. Si el 1 de septiembre, conformado el nuevo legislativo, se da entrada a las prometidas reformas constitucionales, que entre otras perlas incluye la elección popular de los jueces y el manejo gubernamental de las elecciones, habrá empezado la cuenta atrás de la democracia en México.

Hay varias maneras de enfocar los resultados. La más simple es culpar a los otros. La maquinaria del Estado al servicio del partido en el poder, la deliberada confusión entre subsidios públicos y ese mismo partido, las diarias infracciones a la neutralidad exigida al jefe del Estado ante los comicios. Incluso, la más grave para mí, la forma con que la televisión privada, particularmente los noticieros masivos de Televisa, han tratado las pulsiones autoritarias del presidente, normalizándolas. Todo ello es cierto, pero insuficiente. En la soledad de la urna, último reducto de su libertad, el ciudadano podía escoger. Y lo hizo por la continuidad.

«México tiene 14 de las 20 ciudades más violentas del mundo, incluidas las ocho primeras»

Se puede decir también que con semejantes cifras de violencia, intimidación y crimen que sufre México, la sociedad votó paralizada o condicionada por el miedo. Y es cierto. México tiene 14 de las 20 ciudades más violentas del mundo, incluidas las ocho primeras; los homicidios durante este sexenio hace mucho que rebasaron la cifra de los 100.000, y casi 40 candidatos fueron asesinados (no cuento los que fueron forzados a renunciar). Pero, de nuevo, esto podía ser un aliciente para votar en contra del Gobierno y no a favor.

Las respuestas quizá están en otra parte. Durante décadas la gente pidió unos servicios y una atención que nunca recibió. O que recibió en malas condiciones, con retrasos y carencias. Ahora esos servicios y esas atenciones han empeorado notablemente (transporte público, sistema de salud, educación, sistema de procuración de justicia, acceso a la información, etcétera), pero al menos la gente recibe un subsidio directo sin trámites ni intermediarios, que puede usar libremente. La vieja propuesta de Gabriel Zaid de El progreso improductivo, pensada para liberar a los ciudadanos del estatismo y la burocracia de los años setenta, se hizo carne en forma de pesadilla populista. Este dinero se suma a las remesas de los mexicanos en Estados Unidos (12 millones de personas), que han alcanzado cifras astronómicas (con la sospecha que una parte sea lavado de dinero impune de los grupos criminales), y que llegan de manera capilar a los ciudadanos más necesitados en las zonas más pobres, aquellas que expulsan población, justamente.

La ausencia de restricciones durante la pandemia de covid-19 –irresponsables respecto a la ciencia médica del momento, pero acertadas a la larga bajo la lógica inmoral de la inmunidad de rebaño– generó un boom del turismo a favor de México, incluida una nueva generación de americanos que descubrieron que puede teletrabajar para su país y vivir mucho más barato en México. Los enfrentamientos comerciales entre China y Estados Unidos también han favorecido a México. Muchas empresas del norte se deslocalizaron al sur, en México. La política de aumento por decreto de los salarios mínimos, mala idea en el papel y buena en la realidad, ya que estaban artificialmente bajos, también han ayudado. Índices inusitados de corrupción en el Gobierno culminan el cuadro. Hay licencias a la venta para cualquier negocio.

«El dilema de la oposición fue cómo enfrentar este brebaje populista en lo político, liberal en lo económico y conservador en lo moral»

En resumen, hay mucho dinero en la calle. Y este pasa vertiginosamente de mano en mano. Del mercado popular al restaurante de tres tenedores, y viceversa. Y aunque la deuda pública se ha elevado, el sistema energético estatal está a punto de colapsar, las pensiones no resisten un mínimo análisis y los ahorros de muchos años se han esfumado, nadie quiere ver el mañana. Es lógico. La inminencia de la muerte produce negación de la misma. Así, la violencia refuerza paradójicamente la espiral consumista. Nos hemos vuelto todos un poco narcos en un restaurante de mariscos. 

Además, el presidente le habla a la gente en un lenguaje llano, pícaro, lleno de sobreentendidos de clase y «raza». Una comunicación eficaz, que apela al orgullo nacional y a los tópicos revolucionarios con que nos educamos todos los mexicanos gracias unos patéticos libros de texto obligatorios y únicos (cuya estulticia acaba de ser superada por el actual Gobierno).

Por recopilar: dinero en el bolsillo, vida al límite en el vértigo del presente, estímulo identitario, nacionalismo burdo, con sus héroes y enemigos, lenguaje llano.

El dilema de la oposición fue cómo enfrentar este brebaje populista en lo político, liberal en lo económico (con taras estatistas) y conservador en lo moral. ¿Le podía ganar con apelaciones vacías a la tolerancia, al respeto, las instituciones y los procedimientos? ¿A qué votante se puede seducir con las ventajas de la separación de poderes, las olvidadas virtudes de la eficacia y la excelencia? ¿O se necesita un líder carismático, con chispa verbal, con valentía para encarar las virtudes de la democracia sin miedo a bajarse al ring? De esta disyuntiva es que emergió Xóchitl Gálvez, con chispa verbal, valentía personal y sólidos valores personales.

«’Libertad de prensa’, ‘rendición de cuentas, ‘justicia independiente’, son palabras que se han quedado vacías de significado»

Pero, según fue avanzando la campaña, que en México dura semestres, como en Estados Unidos, la ciudadanía, sobre todo el voto urbano, de clase media, tan exigente y ambiguo, dejó de creerla capaz de frenar al narco, devolver el Ejército a los cuarteles, obligar al presidente a reconocer la derrota, castigar los abusos de su gobierno y lidiar con las bases sociales de Morena. Mucho sufrimiento a cambio de poca esperanza. «Libertad de prensa», «rendición de cuentas», «índices objetivos», «justicia independiente», «sociedad civil», «autonomía personal», son palabras que se han quedado vacías de significado. Urge, más que volver a pensarlas, dotarlas de contenido.

Mientras tanto, que siga la fiesta, este grotesco carnaval en que todos van armados y llevan máscara. Mañana ya se verá. El problema para México es que mañana es hoy.

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