Ganan las derechas
«El resultado deja al PSOE más débil, sin capacidad para crear un relato creíble sobre la resistencia del progresismo a la ‘ultraderecha’»
Sánchez quiso dividir el voto de la derecha metiendo a Alvise en el saco, y ahora no lo puede eludir. PP, Vox y la agrupación del tuitstar, la oposición al sanchismo, han sacado más votos que los miembros de la coalición de progreso, la formada por el PSOE y Sumar. Incluso si agregamos a Podemos, no llegan al 50% de las derechas.
La victoria del PP sobre el Partido Socialista coloca estos comicios de 2024 en la antesala del triunfo en las generales, como ocurrió en 1994 y en 2009, con 1.700.00 y 500.000 votos a favor respectivamente. Y la tendencia es hacia arriba, con un electorado propio que se expande hacia el centro, dejando a su derecha a Vox compitiendo con Alvise.
«Conociendo a Sánchez, volverá a presentar cualquier comicio futuro como un plebiscito sobre sus caprichos»
La situación muestra una victoria más de Feijóo, que ha ganado todas las elecciones a las que se ha presentado como jefe del PP. Esto es un enorme respaldo a su liderazgo, por si había dudas, y prolonga un ciclo que, de frustrarse, metería al partido en un berenjenal. Los ‘populares’ han ganado en todas las provincias, salvo en el País Vasco, Navarra, Cataluña y las Islas Canarias, con cuatro puntos de diferencia con el PSOE.
Es lógico que el proyecto de los populares asuma al electorado que deja huérfano la deriva del PSOE de Sánchez hacia la extrema izquierda. El extremismo de izquierdas por el que se decidió el sanchismo tiene tope en España, afortunadamente. Sánchez asumió con su populismo de izquierdas a lo que fue Podemos, que ahora, junto a Sumar, se ha quedado en las cifras del viejo PCE de Carrillo o de la Izquierda Unida de Julio Anguita. De hecho, Yolanda Díaz se escondió en su casa en la noche del recuento electoral, e Irene Montero pronunció un discurso disfrazada con un pañuelo al cuello.
La suma de las derechas significa una victoria del antisanchismo o, si se prefiere, una derrota de Sánchez, que empezará la semana con los dos mismos problemas que la anterior: Begoña sigue imputada, y Junts y ERC no quieren a Salvador Illa. El resultado, por tanto, deja al PSOE más débil, sin capacidad para crear un relato creíble sobre la resistencia del progresismo a la “ultraderecha”. El presentarse como dique de mal no da para más, por mucho que repitan el mensaje.
Las urnas no han otorgado una amnistía a Begoña Gómez, como querían, ni permiten a Sánchez insistir en la cantinela del fango, los recortes de pseudomedios usados por un sindicato ultraderechista, tomados en cuenta por un juez prevaricador. Moncloa tendrá que inventar otra historieta, teniendo en cuenta, además, que vista su debilidad en las urnas, Junts y ERC aprovecharán para apretar las tuercas en Cataluña y quizá forzar un adelanto electoral. Tampoco puede estirar más el victimismo, ni sacar a Zapatero en su particular show para insultar a la derecha. De todas maneras, conociendo a Sánchez, volverá a presentar cualquier comicio futuro como un plebiscito sobre sus caprichos.
Al PP no le ha ido mal recogiendo el guante plebiscitario. Ha ganado todo, y está creciendo en Cataluña, que es crucial para tener mayoría en el Congreso de los Diputados. Feijóo no gobierna porque Sánchez está dispuesto a conceder lo que sea necesario para seguir en Moncloa. El camino es perseverar, paso a paso, a la gallega.