THE OBJECTIVE
Jorge Vilches

A la dictadura por el miedo

«Si Sánchez habla del apocalipsis por culpa de la ‘derecha’ y la ‘ultraderecha’ es sólo un peligro imaginario para conseguir adhesiones de los temerosos»

Opinión
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A la dictadura por el miedo

Ilustración de Alejandra Svriz

Las izquierdas han pasado de representar el optimismo y la alegría, a vender miedo. En las democracias occidentales, y en especial en la nuestra, se presentan como el refugio de los que temen al gobierno del adversario, mostrado como un enemigo implacable, soez, destructor. No importa que ese riesgo no exista en realidad, porque las izquierdas extienden con eficacia la creencia del inminente apocalipsis. Por eso hablan constantemente de monstruos (ultras) que acechan, de reacciones en la sombra que pueden truncar el supuesto camino a la felicidad colectivista que ellos han trazado. 

Alimentan la ansiedad por la victoria electoral del otro. La consecuencia de ese estado ansioso, como muestra la psicología social, es la búsqueda desesperada de un fármaco político que funcione como calmante. Por eso esas izquierdas se presentan como profetas y mesías que revelan el futuro, dispuestas a pastorear a los feligreses hasta el paraíso socialista. Esta es la razón del matonismo con el que se expresan, porque quieren que los suyos los vean como el protector frente al mal, el muro que detiene al monstruo que tanto miedo inspira. Así son el PSOE, Podemos y Sumar, con su Sánchez, Yolanda y lo siguiente. 

El miedo enajena a la persona, que pierde su capacidad de raciocinio y solo piensa en eludir el ataque, en sobrevivir, en que desaparezca el monstruo. Ese miedo es la clave para secuestrar la libertad y la soberanía del individuo, que se despoja de ellas para entregárselas al primer déspota que prometa mantener al Minotauro en su laberinto. Lo cuenta -o contaba- Antonio Escohotado en Frente al miedo, el segundo volumen de sus obras que ha publicado Página Indómita. 

Escohotado seguía a Jünger al decir que el poder está en quien quita (o promete quitar) el miedo. Por eso los que buscan el mando azuzan el temor, esa emoción básica, primitiva, más fácil de aumentar cuanto más tenemos, cuando nuestra vida es más cómoda, en ese momento, como dice Escohotado en que históricamente, y en términos generales, somos menos capaces de valernos por nosotros mismos que la generación anterior. A mayor comodidad y derechos sufragados por el Estado, mayor es la capacidad del político para insuflar miedo a sus beneficiarios. En esa situación es más sencillo atacar su mentalidad débil, floja, dogmática, y construir el relato del próximo fin del mundo por la llegada de un monstruo. Pongamos que hablamos de nuestra izquierda y del «peligro ultra». 

Es esa sociedad, o esas generaciones que, en palabras de Erich Fromm, no han pasado del autoritarismo a la democracia, sino que sus libertades han sido heredadas. El miedo cala en esos grupos, que tienen precisamente una visión de la Historia forjada en el choque incruento entre los buenos (ellos) y los malos (los otros), sin encontrar matices, debates ni dudas. Véase como el sanchismo está asentado en este discurso para ganar a este electorado. Son esos «profesionales» -escribe Escohotado- «que consideran al adulto mucho más incapaz de valerse que lo consideraron sus precedentes próximos». 

«Una población henchida de miedo legitima la ingeniería social y política, el autoritarismo»

Escohotado, un «tocapelotas profesional» según dice su editor, Guillermo Herranz Luna, deja caer que solo el «emboscado», ese individuo «que siente y actúa como persona singular soberana», es capaz de distinguir los peligros reales de los inventados. De esta manera, y siguiendo a Jünger, el hombre libre es aquel que se ríe de los peligros imaginarios vendidos por el que ansía el poder de manejar al prójimo

Más claro: si Sánchez o cualquiera de sus colegas de la extrema izquierda habla del inminente apocalipsis por culpa de la «derecha» y la «ultraderecha», eso es un peligro imaginario para conseguir adhesiones de los temerosos. De hecho, la existencia de una población henchida de miedo legitima la ingeniería social y política, el autoritarismo, el paso a una democracia iliberal, en suma, lo que sea con tal de que Sánchez impida que el monstruo salte el muro

El tirano se distingue por vivir de inocular el miedo al que puede quitarle el poder, sea real o no. El resultado es la servidumbre voluntaria, que escribió Étienne de La Boétie -cuya obra también está publicada por Página Indómita-. Los hombres obedecen encantados, exigen que se les mande, que se les ordene la vida privada y pública porque el Poder sabe mejor que ellos lo que les conviene y, sobre todo, porque puede librarlos del monstruo. Es entonces, dice Escohotado, el «tocapelotas», cuando la libertad es aparente y se sustituye por la feligresía. 

El volumen se completa con textos breves acerca del sexo, la salud y el buen morir, la enfermedad mental como un mito, y un recuerdo del mundo hippy y su rebelión. El conjunto completa el primer volumen, que el editor dedicó al miedo en la religión, la filosofía y la ciencia, en la obra de un filósofo que entendió primero la libertad como insumisión y luego, en la madurez, como satisfacción. 

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