THE OBJECTIVE
José María Rotellar

La política monetaria ante la divergencia española

«El Gobierno de Sánchez vive en una realidad paralela que está causando un daño importante a la estructura económica española por sus decisiones equivocadas»

Opinión
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La política monetaria ante la divergencia española

Ilustración de Alejandra Svriz.

La inflación sube y acelera su crecimiento. El INE ha publicado los datos definitivos del IPC de mayo, que confirma los del indicador adelantado, y, así, el IPC general recobra un ritmo más acelerado en su subida, al hacerlo un 3,6% interanual, tres décimas más que en abril, a partir de una subida mensual del 0,3%. Rebote en la intensidad que aparece en cuanto han ido desapareciendo las subvenciones que mantenían los precios aplacados artificialmente, así como el efecto de volver a unos impuestos más altos. La subyacente repunta una décima interanual, hasta el 3%, con un crecimiento mensual igual que el del IPC general, del 0,3%.

Por tanto, la inflación sigue siendo un grave problema, con fuerte resistencia a la baja en la subyacente en tasa interanual y con mantenimiento de una alta inflación en el IPC general en dicha comparación anual, pese a venir de niveles muy elevados. 

El Gobierno del presidente Sánchez hace mucho que entró en una especie de economía de ciencia ficción, donde los menores incrementos de los precios son consideradas bajadas -y ya vuelven a crecer más-; la deuda es considerada prosperidad; el crecimiento anestesiado por el gasto es llamado pujanza económica; el rebote lo asimilan al crecimiento; el reparto del empleo es tratado como crecimiento del mismo; la pérdida de poder adquisitivo de las familias es considerada bonanza; la dificultad de las empresas para financiarse tiene la consideración de oportunidad; y las personas de empleo temporal son clasificadas como indefinidos. 

El Gobierno vive en una realidad paralela que está causando un daño importante a la estructura económica española por sus decisiones equivocadas, con una deuda que se acerca a los 1,6 billones de euros, un déficit estructural camino del 5% y un derroche añadido, sobre ello, de gasto público. Pueden atacar a quien no acate el pensamiento económico único dictado por el Gobierno, pero la realidad es la que es, les guste o no a las huestes cercanas a los socialistas: ni se crece con fuerza, sino que, pese a la revisión de la contabilidad nacional, seguimos en la parte trasera de la recuperación europea, siendo la mayor parte del crecimiento por efecto base estadístico; ni se crea empleo, sino que se reparte; ni se vive en la prosperidad, sino que cada día cuesta más hacer la compra y pagar la hipoteca; ni se paga holgadamente el alquiler, sino que muchas personas no saben cómo afrontarlo, al no llegar a fin de mes; ni los precios bajan, sino que suben.

El Gobierno, con esa política de gasto desmedido e impuestos elevados, además, dificulta, presionando artificialmente los precios al alza, que se transmita adecuadamente la política monetaria del BCE y hace que vaya a tener que mantenerla durante más tiempo y con mayor intensidad. 

«España puede verse afectada negativamente con nuevos rebrotes inflacionistas»

Así, ahora que el BCE ha comenzado la bajada de tipos, España, al ser divergente también en inflación, puede verse afectada negativamente con nuevos rebrotes inflacionistas. 

De todas formas, en mayo también repuntó la inflación en la eurozona, aunque fuese de menor intensidad que en España. Por eso, el BCE no puede bajar la guardia. De hecho, debería ir reduciendo su balance de manera más ambiciosa, controlada, para no provocar un colapso económico, pero decididamente. Sólo así podrá embridarse de manera definitiva la inflación, que tanto mal hace al crecimiento económico y el empleo. No puede suavizar ahora más la política monetaria -empezar a bajar tipos, como ha hecho, parece una imprudencia- porque todavía dista mucho de estar controlada la inflación, de manera que lo que debe hacer, como digo, es reducir su balance, dejar de comprar deuda.

Eso requiere, por la parte de la política fiscal, un control férreo del cumplimiento de las reglas fiscales, para poner fin al incremento exponencial de gasto, déficit y deuda, que no puede seguir siendo financiado por el BCE sin fin. Son las bases necesarias, junto con reformas estructurales profundas, para que la economía europea, en general, y española, en particular, salgan de su letargo, anestesiadas por el gasto público, y puedan crear riqueza por sí mismas, sin permanecer estancadas durante años, que, de mantenerse ahí, llevaría al empobrecimiento.

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