THE OBJECTIVE
Ricardo Dudda

Un ciudadano cualquiera

«La estrategia de Sánchez de hablar de Alvise, y ponerlo al mismo nivel que Vox y el PP, es clara: inflarlo para justificar sus reformas contra la libertad de expresión»

Opinión
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Un ciudadano cualquiera

Ilustración de Alejandra Svriz.

La semana pasada, el presidente del Gobierno volvió a mencionar la «máquina del fango» en una entrevista con el periódico La Vanguardia. «El PP, Vox y ahora también Alvise Pérez, son piezas de esa máquina». Sánchez mencionó tres veces a Alvise (que obtuvo tres eurodiputados con su partido Se Acabó La Fiesta). Lo mencionó más veces en el Congreso y en mítines. Sánchez ya habla de tres derechas, como cuando juntaba a Ciudadanos, PP y Vox. Ahora ya no son derecha sino ultraderecha. Solo alguien profundamente contaminado por la propaganda sanchista puede creer que Feijóo y Alvise tienen algo que ver. Pero el cerebro es muy maleable y la propaganda sanchista muy insistente y efectiva. 

En su entrevista, Sánchez detalló un poco más lo que quiere hacer para luchar contra los bulos y las informaciones falsas (supuestamente es lo que le hizo amenazar con dimitir hace un par de meses). «En julio presentaremos un plan de acción democrática que abarca esto que estoy explicando y la modificación de la ley orgánica sobre el derecho al honor y la del derecho a la rectificación, para acabar con la impunidad de algunos pseudomedios». Según el presidente, «es un clamor por parte de muchísimos actores, no solamente de políticos. Estos ataques los sufren también periodistas, intelectuales… que no pueden salir a tomar un café sin que les insulten». Leyéndolo, parece que en España no se castigan las difamaciones y las injurias. 

El líder que prometió durante años derogar la ley mordaza («porque ninguna sociedad realmente libre persigue la libertad de expresión», dijo en 2018 tras ser elegido) no solo no la derogó (a día de hoy sigue vigente), sino que ha sido el presidente que más ha abusado de ella. En los primeros tres meses de confinamiento, el Estado multó a más de un millón de ciudadanos con la ley mordaza. Hubo multas a ciudadanos por desobediencia y resistencia a la autoridad (infracciones contempladas en el artículo 36.6 de esa ley) o incluso denunciados por delito de odio simplemente por saltarse el confinamiento. Ahora, quiere endurecer las leyes para perseguir los bulos, que para él no son solo las informaciones falsas, sino también todas las insinuaciones sobre posibles irregularidades (o delitos) en su gestión. 

En sus cartas a la ciudadanía, Sánchez equiparó los bulos sobre su mujer con las investigaciones serias y rigurosas sobre su posible conflicto de intereses. La promesa de modificación de la ley orgánica sobre el derecho al honor y la del derecho a la rectificación lleva implícito el mensaje de que incluso las informaciones serias sobre su mujer (por ejemplo, las de este medio y las de El Confidencial) podrían ser constitutivas de delito. 

«El presidente se considera un ciudadano cualquiera, víctima de una conspiración en su contra»

Es preocupante que el presidente quiera cambiar los límites a la libertad de expresión como consecuencia de las noticias que se publican sobre él (o los suyos). Es un ejemplo más de victimización desde el poder: el presidente se considera un ciudadano cualquiera, víctima de una conspiración en su contra. Pero no es lo mismo llamar «corrupto» a un político, un juicio que debe estar protegido por la libertad de expresión, que decírselo a un individuo que no tiene responsabilidades públicas. Igual que no es lo mismo que un individuo llame «saco de mierda» a un ministro que al contrario, como hizo Óscar Puente contra el activista de ultraderecha Vito Quiles.

La estrategia de hablar sobre Alvise, y ponerlo al mismo nivel que Vox y el PP, es clara: inflarlo para justificar sus reformas contra la libertad de expresión. Cuando a Sánchez le interesa realmente neutralizar a un adversario, lo ignora completamente. Su desdén hacia los partidos a su izquierda, que incluso están en su Gobierno, es notorio: hace como si realmente no existieran. La izquierda es solo él, y enfrente tiene a las ultraderechas

A Sánchez le interesa inflar a Alvise para así convencer a la ciudadanía de que el problema de los bulos es en realidad el problema de los bulos contra él. Bulo es cuando se miente para atacar al Gobierno. Cuando el gobierno dice que España es el segundo país del mundo en número de desaparecidos después de Camboya, en realidad eso no es un bulo, porque lo dice desde el lado correcto de la historia. En el fondo, como ha escrito en numerosas ocasiones Daniel Gascón, el Gobierno persigue la desinformación porque no le gusta la competencia. 

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