Francia tras las huellas de España
«Los diez años de Macron van camino de ser un desastre. Como son los años de Sánchez. Es el modelo elegido por las élites francesas del ‘establishment’ progre»
En el siglo XIX Metternich, el canciller austriaco, acuñó la expresión «cuando Francia estornuda, Europa se resfría». Era una forma de describir cómo las revoluciones y, en general, los acontecimientos políticos franceses tenían siempre una importante repercusión en el resto de países europeos. Pero ahora, al contemplar la forma en que los políticos franceses, con Macron a la cabeza, han afrontado la segunda vuelta de las elecciones legislativas y afrontan la tarea de articular una mayoría que les permita tener un gobierno estable, no he podido por menos que pensar que Francia se ha resfriado después de que España haya estornudado. O, mejor dicho, que lleva estornudando más de seis años, desde que Sánchez se hizo con el poder.
¿Qué ha hecho Sánchez en España que ahora están copiando los políticos franceses? El día de la moción de censura, el PSOE, con Sánchez de líder, contaba sólo con 84 diputados, que era el peor resultado de su historia. Pero descubrió que podía hacerse con el poder si conseguía dos cosas. La primera, anatemizar al PP y, en general, a la derecha, acusándola de intrínsecamente corrupta y similar a lo que llamó ultraderecha, es decir, al fascismo. Y la segunda, unirse a todas las fuerzas que pretenden destruir el régimen que creó la Constitución del 78: los comunistas de Podemos que quieren implantar en España un régimen como el de Venezuela, los independentistas que quieren acabar con siglos de historia de España, y los filoterroristas.
Así llegó al poder y así sobrevive, incluso perdiendo elecciones como las de hace un año. Pero sabe que, mientras le funcione lo de identificar a la derecha con el fascismo y lo de unirse con entusiasmo a los que quieren acabar con el régimen, él sigue en La Moncloa.
En Francia, insisto que con Macron al frente, han conseguido anatemizar al RN, como aquí lleva seis años haciendo Sánchez con Vox, por supuesto, y constantemente también con el PP.
En Francia, también con Macron de líder, han dejado claro que prefieren aliarse con comunistas de corte bolivariano, como los Insumisos, antes que dejar de insultar al RN, aunque haya llegado a cerca del 40% del voto popular. Exactamente como hizo y sigue haciendo Sánchez.
«Ni el tufo estalinista de las palabras Frente Popular ha echado para atrás a los que no están dispuestos a que la derecha gobierne»
Y, por cierto, no está de más recordar de dónde viene la expresión Frente Popular, que es el nombre que, deprisa y corriendo, han elegido ahora en Francia para nombrar a su coalición los comunistas, Insumisos (que es un adjetivo que podría querer decir «rebelde», pero lo que hace es disimular su condición de podemitas), ecologistas y, ¡cómo iban a faltar!, socialistas. Frente Popular es el nombre que dio Stalin en 1933 a la propuesta que hizo en la Komintern, que él manejaba, de mezclar a los comunistas con ingenuos burgueses de países democráticos para hacerse con el poder por la vía electoral y no por la violencia.
Pero ni el tufo estalinista que esas palabras tienen ha echado para atrás a todos los que, desde el establishment político y mediático, no están dispuestos a que la derecha gobierne.
Conociendo la soberbia tradicional de los franceses, no creo que vayan a aceptar sin protestar que lo que están haciendo ahora es copiar lo que los progres españoles llevan haciendo seis años. Pero de aquel estornudo hispánico es de donde le llega ahora a Francia el resfriado.
No sé cómo acabarán articulando una mayoría en una Asamblea Nacional que ha resultado muy fragmentada, pero no tengo la menor duda de que las grandes líneas que propugna esa Internacional Comunista que es el Grupo de Puebla, con Mélenchon o sin Mélenchon en Matignon, van a estar presentes en el futuro gobierno de la todavía Quinta República Francesa.
«Tendrán un gobierno fiel a los dogmas de la Agenda 2030, que ha venido a sustituir a las Tablas de la Ley que Dios entregó a Moisés»
Es decir, tendrán un gobierno woke, que se arrogará la representación de colectivos como las mujeres, los LGTBIQ+, los ciudadanos de color, los provenientes de las antiguas colonias o los seguidores de religiones no cristianas. Tendrán un gobierno fiel a los dogmas de la Agenda 2030, con el planeta y el cambio climático en primer lugar, pero con todos los otros mandamientos de esa Agenda sostenible que ha venido a sustituir a las Tablas de la Ley que Dios entregó a Moisés en el Sinaí. Y tendrán un gobierno que no parará de subirles los impuestos y, al mismo tiempo, de endeudar a varias generaciones de franceses, incluso a los que aún no han nacido.
El miércoles pasado, en mi artículo Francia y el islamoizquierdismo, al analizar los resultados de la primera vuelta de estas elecciones legislativas, terminaba diciendo que, con su llamamiento a unirse todos —antisemitas, wokistas y comunistas incluidos— contra el RN, Macron lanzaba un segundo órdago. El primero, el de convocar elecciones legislativas nada más conocer su fracaso en las Europeas, era evidente que no le había salido bien.
Ahora, al haber logrado arrinconar al RN, algunos pueden pensar que sí que ha ganado este segundo órdago porque es posible que, mal que bien, pueda llegar a 2027, cuando terminará su Presidencia de la República y se irá a casa con 49 años, después de haber presidido Francia diez años. Otra cosa será el balance de esos diez años que van camino de ser un auténtico desastre para Francia. Como están siendo para España los años de Sánchez. Este es el modelo que, aunque no lo digan y, a lo mejor, ni lo sepan, han escogido las élites francesas del establishment, progre, por supuesto.