THE OBJECTIVE
Francesc de Carreras

Marta Ferrusola en la Cataluña nacionalista

«Sus ideas van ganando en la Generalitat y son toleradas por el Gobierno central. Los ciudadanos no nacionalistas están cada vez más desprotegidos»

Opinión
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Marta Ferrusola en la Cataluña nacionalista

Marta Ferrusola. | Europa Press

El fallecimiento de Marta Ferrusola, a una edad provecta y tras estar desde hace años afectada de alzheimer, ha dado lugar a muchos comentarios. Sobre todo se ha destacado la influencia que ejerció sobre Jordi Pujol, su marido, y el poder fáctico que llegó a ser en la Cataluña nacionalista. Estos juicios, a mi parecer, son en parte ciertos y en parte exagerados. Veamos. 

No hay duda que Marta fue una mujer de fuerte carácter, de convicciones católicas profundas, muy conservadora y nacionalista. Pero su popularidad se debe también a algo más: en cierto modo encarnaba el prototipo de mujer perteneciente a la clase media catalana. Se encargaba de  la familia, pero también se dedicaba a su trabajo y a sus negocios. En este sentido, era una mujer independiente, una mujer de hoy. 

Quizás algunos se extrañen cuando digo que fue una mujer de clase media. Se ha dicho estos días que junto con su marido y sus hijos  acumuló una gran fortuna, una de las más importantes de Cataluña. Yo no conozco el volumen del patrimonio de esta familia, no sé cuánto hay o ha habido en sus depósitos bancarias o en propiedades de otro género.  Creo que la Audiencia Nacional está a punto de acabar, por fin, la instrucción del caso familia Pujol Ferrusola y pronto sabremos lo que se está en condiciones de probar judicialmente. 

Pero Marta -ni tampoco su marido, a diferencia de algunos de sus siete hijos- no perteneció nunca a élites sociales catalanas, específicamente a la élite barcelonesa. Precisamente fue popular entre la Cataluña mesocrática porque daba esta imagen de mujer de clase media. Y no sólo por su apariencia externa, por su manera de hablar y de vestir. También sus famosas meteduras de pata políticas contribuyeron a reforzar su celebridad. 

Cuando en 1984 dijo que los homosexuales eran tarados viciosos, muchos catalanes pensaban – quizás todavía piensan – lo mismo. Cuando atacó a los inmigrantes musulmanes  y a sus mezquitas, muchos catalanes pensaban -y piensan- lo mismo. Cuando dijo que sus hijos no podían ir a jugar al parque porque los demás niños hablaban en castellano, muchos catalanes pensaban -y piensan- lo mismo. Cuando Maragall alcanzó la presidencia de la Generalitat y Marta dijo que «les habían robado el gobierno», añadiendo «es como si entras en tu casa y te encuentras con los armarios revueltos porque te han robado», muchos catalanes pensaban lo mismo. Incluso hoy piensan lo mismo los dirigentes de ERC, Junts y la CUP. Y cuando dijo que Montilla era andaluz y no catalán porque se llamaba José (y no Josep), muchos catalanes estuvieron de acuerdo. Marta decía las cosas claras, por eso la idolatraban.

«Todos los nacionalistas se consideran como los únicos  catalanes, muy distintos de los ‘españoles’, aunque éstos vivan en Cataluña»

El nacionalismo pétreo de Marta Ferrusola era igual o muy similar al de los militantes de su partido, también al de muchísimos de sus votantes, así como también al de los demás partidos nacionalistas catalanes. En eso está la esencia del nacionalismo identitario: establecer una línea de demarcación entre los catalanes de origen y el resto de la población, es decir, aquellos que han ido a vivir a Cataluña o son hijos y nietos de quienes vinieron hace ya muchos años. Lo dejan claro siempre, no mienten, dicen lo que sienten: el nacionalismo no se basa en la razón sino en los sentimientos. 

Por tanto, Marta Ferrusola era, simplemente, una nacionalista, como lo es su marido. Por esto nadie le llamó nunca doña Marta sino simplemente Marta, una más entre los que son de su nación ya que por este hecho casual, azaroso, se consideran iguales entre sí y distintos a los demás, con independencia de sus clase social o nivel cultural. Todos los nacionalistas se consideran como los únicos  catalanes, muy distintos de los «españoles», aunque éstos vivan en Cataluña.  

En definitiva, son catalanes aquellos que hablan catalán y son nacionalistas; los que tienen ocho apellidos catalanes pero son partidarios del bilingüismo son malos catalanes; si además no se consideran nacionalistas son unos traidores. Esta es la clasificación.  

De esta estirpe nacionalista era Marta Ferrusola y estaba en su derecho, un derecho que según como  se ejercite es altamente peligroso para una buena convivencia porque divide por un motivo irracional y muy profundo, que sale de las entrañas y hace que te sientas superior porque estás en tu país, eres propietario de tu territorio y no puedes tolerar que en él manden otros. Por eso la enseñanza debe ser sólo en catalán aunque sea incumpliendo lo establecido en la Constitución y las leyes. La identidad está por encima del Derecho.

«Únicamente se subvenciona a los medios que emiten en catalán que, por otras vías, también reciben subvenciones por idéntica razón»

También merece un comentario una noticia aparecida ayer en THE OBJECTIVE. Con la excusa  de la propaganda institucional, la Generalitat destinó más de 2,7 millones de euros para que se informara a través de los medios de comunicación, las redes sociales o en carteles públicos, de la celebración de las pasadas elecciones autonómicas del 12 de mayo. El objetivo era informar a los ciudadanos, por supuesto a todos por igual. Pues bien, sólo el 0,59% de estos anuncios eran en lengua castellana, los demás en catalán y una pequeñísima parte también en aranés. O sea, más del 99% en catalán, la lengua propia. En castellano no el 50%, ni el 25% ni el 10%: sólo el 0,59%.  Algo injustificable desde cualquier punto de vista, excepto el del nacionalismo identitario.  

Además, ello no es solo una discriminación entre ciudadanos sino también entre medios de comunicación: únicamente se subvenciona a los medios que emiten en catalán que, por otras vías, también reciben subvenciones por idéntica razón. Por tanto, no se margina solo a una lengua sino también a las emisoras que no emiten en esta lengua y, por supuesto, a quienes habitualmente las escuchan

Por último, destacar un aspecto escandaloso de todo este asunto: la investigación sobre este injusto reparto ha sido llevada a cabo por una esforzada asociación privada, Impulso Ciudadano, que de manera persistente y rigurosa defiende sistemáticamente nuestros derechos  supliendo así la  inacción de los partidos políticos y, sobre todo, de una Delegación del Gobierno que no vela como debiera por el cumplimiento de la ley. 

Las ideas de Marta Ferrusola van ganando en las esferas del Gobierno de la Generalitat y son toleradas por el Gobierno central. Los ciudadanos no nacionalistas, fatigados y escépticos, están cada vez más desprotegidos y muchos se abstienen en las elecciones autonómicas. Descanse en paz Marta Ferrusola. 

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