THE OBJECTIVE
Antonio Caño

Trump renacido

«El intento de asesinato confiere a Trump un halo sobrenatural que aumenta sus posibilidades de éxito y su peligrosidad»

Opinión
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Trump renacido

Donald Trump. | Ilustración de Alejandra Svriz

Donald Trump es la mayor amenaza que el mundo ha conocido desde Hitler. Ahora, después de haber sobrevivido milagrosamente a un intento de asesinato, su candidatura y su figura se disparan hacia nuevas cotas, no solo para incrementar de forma notable sus posibilidades de triunfo electoral, sino para conferir a Trump un halo de sobrenaturalidad que puede darle en el futuro mayor margen aún para actuar por encima de la ley y de todo.

El magnicidio o su intento es una deplorable tradición de la política norteamericana. Con penosa frecuencia se inmiscuye en el desarrollo ordinario de los acontecimientos para, en ocasiones, transformar drásticamente su evolución natural. El asesinato de Lincoln provocó un cambio radical del proceso por el que atravesaba Estados Unidos, con efectos sociales y políticos que se dejaron sentir por décadas. En menor medida, también la muerte de Kennedy creó un nuevo panorama en un momento especialmente delicado de la historia de ese país. Incluso el ataque a Reagan, aunque él era ya muy popular entonces, marcó un periodo determinante para EEUU y el mundo.

«Sólo mata o lo intenta quien se cree superior o carece de otros argumentos para ganar»

Hay que esperar para comprobar los efectos reales del atentado contra Trump, pero no es difícil anticipar -vistos sus reflejos para levantar el puño y exhibir un extraordinario coraje personal- que sabrá cultivar sobre este deplorable episodio el perfil heroico que su América necesita hoy. Sobra decir que no es mérito ni culpa suya, sino del criminal que apretó el gatillo, imagino con qué motivo, pero en todo caso como un intérprete más de este drama en el que está instalada la política norteamericana desde hace tiempo.

Admito que es difícil escribir contra Trump 48 horas después de que fuese víctima de un intento de asesinato. Pero es obligado hacerlo, porque él es el protagonista principal de todo cuanto acontece en ese país desde hace algún tiempo y el máximo responsable de que hoy muchas personas allí compartan el temor de una guerra civil o de algo de semejante envergadura. No es el único, claro. Nunca hay un sólo responsable. Pero alguien decide sacar provecho de una monumental crisis social, alguien decide utilizar como fuerza motriz la angustia de los demás, la desesperación de los demás. Y ese alguien, en el caso de Estados Unidos es Donald Trump.

Tras el intento de asesinato, le será aún más fácil defender su posición. El establishment quiso frenarle, una minoría que no se resigna al cambio inevitable trató de eliminar al líder del pueblo. Todo cuadra. Es sencillo, y la gente suele preferir explicaciones sencillas.

Ojalá ese ataque no hubiera ocurrido. Ojalá, en primer lugar, la violencia no fuese un recurso tan frecuente en la política norteamericana ni en ninguna otra parte. Sólo mata o lo intenta quien se cree superior o carece de otros argumentos para ganar. Existen, sin embargo, numerosos argumentos para ganarle a Trump. Quizá aún los hay, aunque cada vez será más difícil exponerlos.

En todo caso, sea lo que sea que nos deparen las elecciones del primer martes después del primer lunes del próximo mes de noviembre, Donald Trump es una opción desastrosa para el mundo entero. Existen, con toda seguridad, personajes de similar calaña en otros lugares -algunos bastante cerca-, pero ninguno dispone de la capacidad destructiva que tiene este siniestro individuo.

Conocí brevemente a Trump cuando era el presentador de un concurso de televisión, a comienzos de este siglo. Era un payaso que vivía del dinero que había hecho su padre. Nadie pensaba entonces que llegaría más lejos. Ahora es un aliado de Putin, un enemigo de Europa, un saboteador de la OTAN y no tiene muchos reparos en anunciar que se pasará la Constitución americana por donde le quepa.

Ahora, después de haber evitado con un mínimo giro de su cabeza una bala que buscaba su sien, es, además el protegido de Jehová, el hombre designado por el Todopoderoso para conducir a esa nación elegida a recorrer este desierto contemporáneo y regresar a la tierra prometida. Dios nos libre.   

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