La indocta experticia
«¿Puede haber expertos en política? Una de las trazas esenciales del arte política, la prudencia, no es necesariamente producto de la experiencia»
Hay gente tomándose a chacota a Íñigo Errejón por unas declaraciones un tanto engreídas. Como diría un tuitero, no importa cuándo leas esto. Al parecer, ha afirmado que su candidatura perdió las primarias en Podemos porque su propuesta tenía «mucha sofisticación intelectual». El chiste se hace solo.
Quizá algunos recuerden un libro que coincidió con el auge de la nueva política. Llevaba por título Contra la democracia y su autor, Jason Brennan, defendía la idea de «epistocracia», esto es, que solo votasen aquellos ciudadanos bien versados en los asuntos públicos. Ideas como esta halagan a quienes la defienden, pues tácitamente se sitúan entre los aristoi con derecho al voto.
El libro vino a coincidir con un momento en que la nueva política sacaba pecho frente a un bipartidismo envilecido. Y esa pureza era, ante todo, elitismo. De ahí que sus próceres fueran tan relamidos al hablar. ¿Por qué el brahman se da tanta importancia y profiere sonidos raros? ¡Porque de lo contrario no sería brahman! No hace falta que el cura de pueblo incurra en simonía o duerma con la concubina para que magister lo mire por encima del hombro.
«Si existen expertos en político, que voten solo ellos. Hagan, eso sí, como el cirujano que interviene a corazón abierto y pechen con las consecuencias»
¿Epistocracia? Si existen expertos en política, que voten solo ellos. Hagan, eso sí, como el experto cirujano que interviene a corazón abierto sin pedir consejo a celadores y personal de la limpieza, y pechen, en tal caso, con las consecuencias. ¿Tanto importan los juicios en materia politológica, por brillantes que resulten? ¿O son tan contingentes como aquellos que hoy se sientan en el trono y mañana doblan la cerviz en la guillotina? Mejor la docta ignorancia, que es la propia del prudente, que la indocta experticia.
Bien mirado, ¿puede haber expertos en política? La voz «experto» proviene del latín experitus, esto es, aquel que tiene experiencia. Uno pueda ser experto en informática, jugar al mus y hacer paellas los domingos: ensayo y error. Pero no todas las actividades humanas son disciplinas recurrentes y no en todas se puede cultivar un progreso por iteración. Una de las trazas esenciales del arte política, la prudencia, no es necesariamente producto de la experiencia. Conque, ¿experticia? Se puede, todo lo más, ser experto en palmar elecciones y repetir hasta la náusea el mismo tuit: «¡paso corto y mirada larga!»