Puigdemont, vuelve, por favor
«La vuelta del jefe de Junts conseguiría que el amo del PSOE se esconda y achante, que dude con fundamento de la viabilidad de su régimen personal»
No puede haber peor situación para un trilero que aquella en la que la bolita no aparece cuándo y dónde quiere. El cubiletero necesita saber la ubicación exacta de la esfera para engañar al personal. Sin control no hay estafa, ni velocidad de los vasitos que valga, ni credulidad del público avaricioso, ni distracción suficiente, ni recompensa. Solo existen el caos y la vergüenza que preceden al fin del negocio.
Si aparece Puigdemont quedará al descubierto el fraude de Sánchez. La bolita habrá aparecido cuando el trilero no lo esperaba ni lo tenía preparado, y no lo podrá esconder, ni habrá insulto al PP o a Vox que lo oculte, ni mención a Franco que distraiga, ni apelación a la credulidad ingenua de los suyos. La investidura de Illa, el negocio, puede saltar por los aires dejando al descubierto su modo irresponsable de hacer política.
El fugado tiene preparado el «plan desembarco», consistente en ocupar plazas y lugares públicos con los CDR, entrar por la puerta de atrás del Parlament y, con la complicidad de Josep Rull, su presidente, boicotear la investidura. Si no impide que el ministro del covid presida la Generalitat, por lo menos habrá reventado los tiempos del plan de Sánchez. El amo del PSOE tenía un cronograma diferente, con un Tribunal Constitucional a sus órdenes, que Puigdemont habrá roto.
La vuelta del jefe de Junts y sus consecuencias penales, sus imágenes y los discursos que genere, demostrarán que la excusa de que los indultos y la amnistía a los golpistas eran por el «reencuentro» es una enorme trola. Quedará que todo ha sido para que una sola persona, Sánchez, esté un poco más en Moncloa a costa de la democracia y la convivencia, de la autoridad y del prestigio de las instituciones judiciales y parlamentarias.
«Hoy el Gobierno de España es el más débil de los últimos 46 años por voluntad de Sánchez»
La muestra de la derrota de Sánchez será que, tras la aparición de Puigdemont, salga a hablar alguno de sus recaderos, porque el Maduro de Moncloa no da la cara cuando pierde. Véanse sus ausencias en las votaciones que el Gobierno ha perdido en el Congreso, o sus estrambóticos viajes internacionales cuando hay alguna dificultad. El fugado conseguiría que el amo del PSOE se esconda y achante, que dude con fundamento de la viabilidad de su régimen personal. Sabe que los independentistas desestabilizan las instituciones como instrumento para acercarse a su objetivo, y que hoy el Gobierno de España es el más débil de los últimos 46 años por voluntad propia.
Los nacionalistas aprovecharán la debilidad del trilero, que no sabe qué hará la bolita, y lo zarandearán hasta que el negocio caiga. No les importa que la soberanía fiscal no sea posible hoy. Su éxito está en que se ha puesto sobre la mesa y que el mendaz Gobierno de España lo ha aceptado y defendido contra su propio partido y la Constitución. Han conseguido así dar un paso más. Lo que hasta ayer era impensable, ahora se negocia, sabiendo que una vez establecido no tiene marcha atrás, ya sea como realidad o como agravio a la «nación catalana».
Sánchez necesita una jugada maestra para seguir moviendo los tres vasitos que esconden la pelotita. Es muy difícil que su negocio salga indemne de este imprevisto. Vamos a perder todos con la aparición de Puigdemont porque habrá quien desde una alta magistratura se humille para salvar a Sánchez, y la Constitución y sus principios quedarán muy tocados. Sin embargo, he de confesar que como politólogo e historiador tengo muchísima curiosidad por ver cómo el gran fullero de la historia de la democracia española pretende salir adelante sin que el público lo tire al pilón.