THE OBJECTIVE
Esperanza Aguirre

Zapatero, cómplice de Maduro

«No es sólo que el PSOE de Zapatero-Sánchez vaya caminando por la senda del chavismo, sino que Zapatero ya es el máximo valedor del dictador venezolano»

Opinión
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Zapatero, cómplice de Maduro

Ilustración de Alejandra Svriz.

No me cansaré de repetirlo: si alguien quiere entender lo que pasa en España y lo que nos amenaza en un futuro más o menos próximo tiene que conocer bien lo que pasa en Venezuela desde que Hugo Chávez llegó al poder hace ya un cuarto de siglo y, sobre todo, lo que está pasando en los últimos días.

Y aunque para algunos suene esto ya muy sabido, creo que conviene resumir una vez más lo que allí está pasando desde hace 25 años.

Entonces Chávez llegó al poder democráticamente. Una vez en el poder, sin el menor freno ni complejo, lo utilizó para ir cambiando la constitución y las leyes hasta convertir a Venezuela en una dictadura comunista.

Una dictadura comunista es, en lo económico, la ruina y la pobreza más absolutas, allí donde se ha aplicado y Venezuela no es una excepción. Y eso que podría ser el país más rico de América, pues es el tercer país del mundo en reservas de petróleo.

Y en lo político, una dictadura comunista acaba siempre con las libertades, persigue, detiene, encarcela e inhabilita a quienes se le oponen, y, por supuesto, niega la posibilidad de que otro candidato, aunque tenga el apoyo mayoritario, pueda sustituir al dictador.

«El comunismo del siglo XXI, para disfrazarse de demócrata, mantiene la farsa de unas elecciones, que siempre gana»

La primera y más trágica de las consecuencias, como siempre ocurre en las dictaduras comunistas, ha sido y está siendo la huida de casi ocho millones de venezolanos al extranjero por razones económicas, escapar del hambre, y políticas, vivir en libertad. Huida que el régimen chavista no puede evitar porque aún no se ha atrevido a construir un muro como hicieron los comunistas de la Europa del Este.

Otra de las consecuencias, que ahora estamos contemplando en todo su repugnante esplendor, es la burda manipulación de los resultados electorales. Porque el comunismo del siglo XXI, para disfrazarse de demócrata, mantiene la farsa de unas elecciones, que, pase lo que pase, siempre gana, porque jamás aceptará la alternancia en el poder.

Si todavía hay alguno que aún no ha captado los paralelismos entre lo que ha pasado y pasa en Venezuela con lo que está pasando aquí, voy a recordar algunos detalles y, sobre todo, señalar la afinidad política que los ideólogos de la coalición progresista (ultraizquierdista) que gobierna España tienen con los comunistas bolivarianos de Venezuela.

De Zapatero, cuando por un escasísimo margen, le eligieron secretario general del PSOE en julio de 2000, nadie tenía la menor información de cuál era su manera de pensar. Era, a sus 39 años, un apparatchik del PSOE de Felipe y, por lo tanto, se pensaba que iba a seguir las líneas que éste había seguido y con las que había gobernado 14 años. Tardó algo en encontrar su propio camino ideológico, pero en diciembre de 2003 lo dejó claro. Entonces, los socialistas catalanes (otro día intentaremos averiguar si el PSOE es, o no, una filial del PSC) firmaron el Pacto del Tinell, por el que se comprometían ante notario a no pactar nunca nada con el PP. Lo pactaban con los independentistas de ERC y con los comunistas de Iniciativa.

«El principio fundamental que llevó al Pacto del Tinell, que 20 años después sigue siendo el eje de la política socialista, fue el odio a la derecha»

¿En nombre de qué principios ideológicos Zapatero impulsó ese pacto, que acabó con el espíritu de concordia de la Transición?

El principio fundamental que le llevó a ese pacto y que, 20 años después, sigue siendo el eje de la política socialista en España no es otro que el odio a la derecha. Una derecha a la que, sin cortarse ni un pelo, los socialistas desde entonces identifican con el fascismo. Eso los lleva a aliarse con cualquier partido, sea independentista, filoterrorista o comunista, siempre que también comparta con ellos ese odio a la derecha. Además, les da el poder, aunque el PSOE no sea el partido preferido de los españoles.

Una vez conseguido el poder, Sánchez, el discípulo predilecto de Zapatero, no ha dejado de maniobrar para, con la ayuda impagable de Conde-Pumpido, ir cambiando el régimen que los españoles nos dimos en la Constitución de la concordia. El último paso en esa línea es el anuncio de que, con las cesiones a ERC para que gobierne Illa en Cataluña, el «puto amo» está feliz porque así se inaugura la España federal.

«Iglesias es un producto del chavismo, que lo sostuvo económicamente, y pasó a ser nada menos que vicepresidente del Gobierno»

Pero no es sólo que, sin pausa, el PSOE de Zapatero-Sánchez vaya caminando por la senda del chavismo, sino que Zapatero, el padre ideológico de Sánchez, ya es reconocido universalmente como el máximo valedor del dictador Maduro. Ya no disimula nada.

Es verdad que, cuando en 2019, Sánchez se abrazó a Pablo Iglesias para formar el gobierno que llaman «progresista», por no tener valor para llamarlo por su nombre, es decir, chavista, las cosas ya estaban muy claras. Porque Iglesias es un producto del chavismo, que lo sostuvo incluso económicamente, y pasó a ser nada menos que vicepresidente del Gobierno.

Pero ahora, con el silencio de Zapatero ante el golpe de Estado de Maduro al falsificar los resultados electorales de manera escandalosa, y la falta de contundencia del Gobierno de Sánchez a la hora de condenarlo, ya quedan pocas dudas de por dónde quieren los socialistas que vaya España. Con Zapatero de guía, por supuesto.

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