THE OBJECTIVE
Ignacio Vidal-Folch

El blasón de 'persona non grata'

«Álvaro Nieto sabrá consolarse pensando que en determinadas ocasiones ser una ‘persona non grata’ es una distinción, y no recibir ciertos apoyos, también»

Opinión
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El blasón de ‘persona non grata’

Ilustración de Alejandra Svriz.

El periodista Álvaro Nieto, director de THE OBJECTIVE, ha viajado a Venezuela para informar de los acontecimientos en ese país tan progresista que la mitad de la población quiere salir por piernas; un país que contaba entre los más ricos y prósperos de América española y que entró en barrena desde que el militar golpista Hugo Chávez alcanzó democráticamente el poder y puso en marcha su revolución bolivariana –después de su fallido golpe de Estado de 1992 contra Carlos Andrés Pérez (32 muertos), al liberarlo libre de polvo y paja al cabo de dos años y no inhabilitarlo de por vida para cualquier cargo público, el antiguo régimen manifestó una candidez y una irresponsabilidad suicidas, como se ha visto-.

A Nieto no le han permitido entrar en el país, no le han dejado pasar del aeropuerto, y ha sido devuelto a Madrid en el primer avión, sin explicaciones, como él mismo contaba ayer –y por cierto que con encomiables templanza y precisión- en este medio. Se trata de un atropello asombroso incluso para una «democracia bolivariana», sea eso lo que sea, pero de cuya calidad hablan elocuentemente no ya el desastre económico y social y los niveles fabulosos de corrupción, sino hasta el cegador gusto vestimentario del presidente Maduro, envuelto permanentemente en un chándal con los colores de la bandera nacional, propio de un payaso patriótico.

En la trágica situación general de Venezuela, con el presunto, y probable, fraude electoral, ante los asesinatos de los opositores y las amenazas públicas del Gobierno de encarcelar a sus líderes, ante la miseria y desesperación de la población… la expulsión de un periodista español es un asunto nimio, casi insignificante: ¡al fin y al cabo, no lo han encarcelado ni matado!

Pero en términos de democracia y Estado de derecho es un asunto revelador y clamoroso. Vamos a ver: ¿por qué el ex presidente Zapatero puede entrar y salir a voluntad de Caracas, y hablar allí con quien le apetezca, y el político y tertuliano Juan Carlos Monedero puede dar unos alegres pasitos de baile en los mítines de Nicolás Maduro… pero a Álvaro Nieto no se le permite ni poner un pie en el país? ¿No será porque Zapatero y Monedero apoyan a los Gobiernos venezolano y español, mientras que Nieto los critica?

¿No será que no les gusta lo que escribe? ¡No me atrevo a pensarlo! Sería demasiado burdo. Tiene que haber otra explicación. Aceptar ésta sería tanto como decir que los partidarios de Maduro tienen derechos civiles –el derecho de visitar Caracas y andar libre por las calles, el derecho de escribir e informar- que a los adversarios se le niegan.

«Un comunicado de la Asociación de la Prensa de Madrid denuncia la expulsión de Nieto y de otros 15 periodistas»

Un comunicado de la Asociación de la Prensa de Madrid denuncia la expulsión de Nieto y de otros 15 periodistas antes y después de las elecciones del pasado 28 de julio. Y también algunos diarios digitales se han hecho eco del asunto. Es posible que, no ya por simpatía hacia Nieto y sus ideas o su ejecutoria profesional, sino por un prurito de solidaridad profesional y convicción democrática, los grandes periódicos españoles vayan a dedicar a este caso evidente de abuso de poder espacios generosos, van a consagrarle editoriales llenos de indignación, y sus mejores analistas políticos y sus más ingeniosos columnistas utilizarán el caso como gancho periodístico para hablar de los derechos humanos bajo el madurato. Bueno, si no «espacios generosos», por lo menos le dedicarán una columnita.

Ramón Santos, nuestro embajador en Caracas desde diciembre del año 2022, ahora mismo debe estar marcando en su teléfono el número del palacio de Miraflores y cursará una protesta oficial en representación del Reino de España. Y quizá el mismo señor Zapatero va a lamentar públicamente, sacudiendo la cabeza y musitando «no es esto, no es esto», un caso tan evidente de abuso de poder y de falta de «talante».

Incluso cabe dentro de lo posible que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, haga gestiones para que se le levante el veto a Nieto, y ponga a disposición de éste un Falcon o un Airbus de los que tiene a mano para que pueda volver con la mayor celeridad y comodidad a Venezuela y ejerza su derecho y su deber de informar.

Bueno, también es posible, e incluso es más probable… vamos, que es casi seguro que nada de esto ocurra. En tal caso Nieto sabrá consolarse pensando que en determinadas ocasiones –como la que nos ocupa- ser una persona non grata es una distinción, y no recibir ciertos apoyos, un blasón.

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