Zapatero, premio Nobel de la paz
«Tras la caída de Maduro, Zapatero saldrá de su escondite conejero y tratará de colgarse la medalla de haber contribuido a la democratización de Venezuela»
Sostienen casi unánimemente mis amigos venezolanos, que son legión desde que formé parte del equipo electoral que llevó a la oposición democrática a su primera victoria ante las huestes de Maduro en las legislativas de 2015, que el régimen está dando sus últimas bocanadas y que a poco que la cúpula militar encuentre acomodo y garantías de una salida digna, caerá como un castillo de naipes antes de lo que muchos creen.
También me dicen que como todas las bestias acorraladas, el régimen es ahora más peligroso que nunca y que muchos opositores, líderes sociales y periodistas, desde los más conocidos hasta los más anónimos están siguiendo una rigurosa dieta de ubicuidad nocturna, guardándose mucho de dormir dos días seguidos en el mismo lugar, no sea que en un arrebato malandro acaben con sus huesos en el temido Helicoide, una prisión cuyas anchísimas puertas de entrada se vuelven mágicamente estrechas para aquellos que buscan su salida.
También me cuentan todos sin que me conste conspiración previa alguna entre ellos, que estamos ante la última oportunidad para Venezuela, y que de no lograrse que el dictador y su camarilla abandonen el poder gracias a una presión insoportable, Venezuela se encaminará ya definitivamente hacia un modelo de estado similar a Nicaragua, un estado groseramente fallido en el que los procesos electorales no son más que obras de ficción en las que los trileros a cargo de las mismas ya ni siquiera buscan embaucar al respetable.
Y finalmente todos me preguntan, todos sin excepción y sin que yo sepa darles respuesta plausible alguna, por las razones del papelón que está realizando el ex-presidente José Luís Rodríguez Zapatero, a quien allí consideran tras el paso atrás dedo por parte del grupo de Puebla, como el principal valedor del sátrapa y su régimen a nivel internacional, algo que causa verdadero dolor en los líderes de los partidos socialdemócratas venezolanos que forman parte de la oposición al régimen y han apoyado la candidatura presidencial de Edmundo González Urrutia. Partidos que por cierto también forman parte de la misma internacional que el PSOE.
Lo que les he asegurado a todos ellos, es que no tengan dudas de que tras la caída de Maduro, el hasta ahora silente observador internacional del que ya es el mayor fraude electoral en América latina en este siglo, saldrá de su escondite conejero proponiéndose a sí mismo para encabezar una delegación que convenza al dictador de que deje el poder y abandone el país pacíficamente, tratando así de colgarse la medalla de haber contribuido decisivamente a la democratización de un país que o mucho me equivoco, o jamás le va a perdonar sus enjuagues de apoyo a un régimen que hace muchos años que no tiene un pase se mire por donde se mire.
«Mis amigos venezolanos me preguntan sin excepción por las razones del papelón que está realizando Zapatero, a quien allí consideran como el eslabón principal de legitimación del sátrapa y su régimen a nivel internacional»
Algo que estoy seguro que, dado lo errático de su pensamiento, le permitirá soñar con lograr el Nobel de la Paz… el tiempo justo que tarden los nuevos dirigentes venezolanos en hallar pruebas de las verdaderas razones de todos estos años de bochornosos amancebamiento. Y me parece a mí que no van a tardar demasiado.