El desconcierto del concierto
«Un acuerdo de dos, Sánchez y ERC, que rompe el acuerdo constitucional aprobado por todos los españoles en 1978»
El nuevo curso político viene marcado por el desconcierto político. El Gobierno no tiene aprobado el techo de gasto. No tiene presupuestos. Y el presidente sigue sin intención de convocar elecciones. Cuanto más tarde será peor para él y por supuesto para España. Pero esto último es lo que menos le importa. Comienza el curso político marcado por el desconcierto del concierto económico pactado por Pedro Sánchez con Esquerra Republicana de Cataluña. Un pacto entre dos que representa la ruptura del pacto entre todos. Un acuerdo de dos, Sánchez y ERC, que rompe el acuerdo constitucional aprobado por todos los españoles en 1978. Rompe el pacto entre todos los españoles, vascos y catalanes incluidos, porque hay que recordar que en todas las provincias españolas, incluidos los ‘territorios históricos’ del País Vasco, ganó el sí a la Constitución. Es un mantra falso del nazionalismo decir que los vascos y los catalanes votaron no a la Constitución.
Produce gran desconcierto el concierto, firmado entre ERC y el Gobierno de Sánchez, porque la vicepresidenta primera y ministra de hacienda, María Jesús Montero, ha asegurado que no es un concierto económico. ¿Es o no es? Lo que no puede ser es que en el mismo pacto se firme una cosa y sea la contraria. Esas firmas solo se dan entre trileros, fulleros, tramposos y mentirosos. O sea, Pedro Sánchez y ERC. ¿Por qué ERC es capaz de entregar la Generalitat al PSOE, firmando un concierto económico que no va a gestionar? Solo ERC cree que la ciudadanía no iba a enterarse de que lo que han pactado es mantener cientos de cargos, sueldos e influencia de contratos de menor cuantía de sus militantes en la Generalitat. Llaman política a mantener el cargo. Llaman independencia a mantener el sueldo. Ahora, cuando es más que evidente que es inviable la aprobación del concierto económico en el Congreso de los Diputados y la independencia fiscal de Cataluña —el PP tendría que apoyar la reforma de la LOFCA reconociendo el concierto de Cataluña— hay que ver cómo oficialmente ERC «se venga» del presunto engaño cometido por Pedro Sánchez y su organización falsaria. Los de ERC son los ‘Torrente‘ del PSC, el brazo tonto del independentismo en Cataluña. Haciendo a Illa presidente han entregado todo el independentismo a Junts. Y lo que les quedaba de republicanos al PSC. Son el voto más inútil de Cataluña.
Pedro Sánchez no tiene perdón ni en la iniciativa, ni en la firma del concierto. Ha pactado la ruptura del pacto constitucional. Ha pactado la desigualdad entre españoles y regiones. Ha respaldado el privilegio de ricos contra pobres. Ha pactado que el dinero de todos los españoles se lo lleven los catalanes. Ese es el pacto de Pedro Sánchez. La Moncloa a cambio de lo que sea. Pedro Sánchez es todo lo contrario a lo que dice. ¿Es eso progresismo? ¿Es eso socialismo? ¿Cómo puede ser semejante personaje presidente de la internacional socialista?
«El presidente es un autócrata cortijero que entiende que todo el estado es suyo y que está a su servicio y al de su familia»
Más desconcierto viene por las causas pendientes del entorno de Sánchez. Es desconcertante ver a la abogacía del estado y al fiscal general del estado violar sus propias leyes de función pública para defender lo indefendible. A la mujer y al hermano de Pedro Sánchez. Es desconcertante ver la ardorosa defensa que hacen los periodistas amanuenses de Sánchez y su familia. El presidente es un autócrata cortijero que entiende que todo el estado es suyo y que está a su servicio y al de su familia. El fracaso en parar judicialmente las causas, atacando al juez instructor, aumenta el nivel de desconcierto y estupefacción en la sociedad. Cada día que pasa aparece un hecho nuevo más humillante y sonrojante, cuando no delictivo. La muy feminista Begoña Gómez, la agarra pancartas del 8M, es esa profesional de nulo nivel cuyo valor es la condición de ser la esposa de Sánchez. Una aprovechategui del cargo de su marido para «hacer carrera» utilizando todos los atributos y ventajas obtenidos por su condición de «señora de». Una vez que Pedro fue presidente es cuando inició una actividad profesional que nunca antes había tenido, llamando por teléfono y citando a todas esas empresas y dirigentes a los que jamás en su vida profesional anterior se había acercado. Ha utilizado actos públicos con Sánchez para establecer contacto y la Moncloa —sede de la residencia y presidencia del gobierno— el espacio público, pagado por todos, para hacer sus reuniones en las que pedir dinero para sus proyectos personales. Su fortaleza comercial en todos sus movimientos y reuniones era la figura del presidente del gobierno —que se ha prestado a ello—. Da igual que fuera para saludar o más. Su presencia era el mensaje «extorsionador». Ha utilizado su papel de «señora de» para enviar en favor de su socio las más rancias, arcaicas y privilegiadas «cartas de recomendación» a los ministerios dependientes de su marido con resultado, de éxito, de millones de euros.
No sé si Begoña Gómez Fernández es una delincuente, eso lo dirá la justicia. Lo que sí sé es que representa las peores conductas y actitudes arcaicas de la prepotente y ventajista «señora de» que siempre se identificó con el más rancio machismo clasista. Bego es «la collares», en versión actualizada, de Sánchez.
Lo del hermano es desconcertante por inexplicable. Se le da un cargo público en una diputación del PSOE, a dedo, y fija su residencia en Portugal, con la que no paga a la hacienda española, pero cotiza para la pensión. Tiene dedicación exclusiva, pero se va, un año, a Tailandia cuando vivía en Portugal. Está casado con una japonesa a la que se le hace una plaza a medida en un estamento de la ONU, previo pago de ayuda correspondiente, para que ejerza de especialista antiterrorista de Mauritania en Madrid. Su marido, sangrando más a los españoles, cobra la baja de paternidad de España, cuando oficialmente vivía en Portugal, pero teniendo dedicación exclusiva en Badajoz, residía, entonces, antes o después, en Tailandia. Y mientras que durante varios años cobraba cerca de 300.000 euros, que no cotizaba en España, su patrimonio crecía en cifra millonaria en euros. No consigue explicárselo hacienda. Yo tampoco lo entiendo. Pero lo que me queda claro es que todo lo anterior puede pasar porque Pedro Sánchez es el jefe de una organización de golfos, su familia, que utilizan su posición en la Moncloa para aprovecharse, sin límite, del estado.
Empieza el curso político con el desconcierto de lo que va a pasar en las instituciones. Se renovó y bien el CGPJ. El Partido Popular, apoyado en la Unión Europea, consiguió parar la reforma de la ley de mayorías de nombramientos del CGPJ que Sánchez pretendía aprobar en el Congreso. Empieza el curso judicial sin presidente del CGPJ y del Tribunal Supremo. Hay Consejo pero no hay acuerdo para nombrar a los candidatos impuestos por Sánchez. Esperemos que, por el bien de la justicia, continúen firmes los bloqueos. Solo se debería desbloquear cuando todos los miembros, o por lo menos trece, se resignen a nombrar a alguien realmente independiente. El desconcierto sigue con el Tribunal Constitucional, donde Cándido Conde Pumpido y sus secuaces siguen cometiendo atentados institucionales. El «Komando TC» que dirige Cándido ya ha atentado contra el Supremo y la sentencia de los EREs. Sigue en activo con su hoja de ruta de destrucción de la separación de poderes en favor del poder del autócrata Sánchez, aun cuando los miembros del komando deberían estar excluidos por sus vinculaciones con decisiones anteriores.
El desconcierto marcará el inicio del curso en las cámaras legislativas. Sánchez, ayudado por los periodistas del régimen, mantiene desde el inicio de la legislatura la idea de que el Senado no tiene legitimidad porque dicen que no representa la soberanía popular, olvidando que emana del pueblo el mismo día y en la misma votación que el Congreso. Y encima ahora también repudia al Congreso porque no le aprueba sus leyes ni respalda sus decretos ley. La mayoría de investidura duró lo que la investidura y ya no existe. Y eso Sánchez no lo soporta. Se ausenta hasta de las votaciones de las leyes que su Consejo de Ministros propone. No va a votar ni para perder. Así son los autócratas dictadores. Así es Pedro Sánchez. Empieza el más que probable, por demasiados motivos, último curso político de la legislatura. África, Nueva York, China. Sánchez no soporta España. España tampoco le soporta a él. Votemos.