¿Hacia un federalismo asimétrico?
«El concierto catalán, si se consigue, sería un primer paso (eso sí, de gigante) para empezar a construir este insólito tipo de federalismo sin respeto a la igualdad»
Se está hablando en las últimas semanas que el concierto económico pactado entre el PSOE y ERC conduce a una España confederal. Esta afirmación necesita aclaraciones y matices.
Las confederaciones no son ni pueden ser una forma de Estado porque, simplemente, no son estados sino organizaciones internacionales, algo muy distinto. Veamos cuáles son los rasgos básicos de una Confederación.
- a) Su fundamento jurídico es un tratado, es decir, un pacto en el que los sujetos contratantes son Estados soberanos y que pese al tratado no pierden su soberanía.
- b) Este tratado crea la Confederación, compuesta por instituciones en las que, primero, su órgano superior es una asamblea compuesta por representantes de los Estados miembros, los cuales están sujetos al mandato imperativo de los Gobiernos a los que representan: actúan, por tanto, a manera de embajadores de sus gobiernos respectivos; y, segundo, sus mandatos obligan directamente a los Estados y sólo de forma indirecta a los ciudadanos, en tanto que no es la confederación, sino que son los Estados lo que están obligados a cumplir estos mandatos y obligar a sus ciudadanos que los cumplan. Las relaciones jurídicas se establecen, por tanto, entre la Confederación y los Estados miembros, no entre la Confederación y los ciudadanos de cada Estado.
- c) Las competencias de la Confederación las otorga el tratado de forma expresa y son cedidas por los Estados miembros, pero aquello que se cede no es la titularidad de la competencia, sino, simplemente, su ejercicio: el titular continúa siendo el Estado miembro y puede retirar esta cesión cuando lo desee, siempre que respete los procedimientos establecidos en el tratado fundacional.
- d) La hacienda de la Confederación se compone por las aportaciones directas de los Estados miembros y, por tanto, la Confederación no recauda directamente los impuestos a los ciudadanos de cada uno de los Estados.
En consecuencia, la Confederación es una organización de naturaleza internacional que vincula mediante un tratado a Estados soberanos e independientes. La historia demuestra que se trata de organizaciones poco estables que o bien conducen hacia un Estado federal —como sucedió con Estados Unidos y con Suiza en el siglo XIX— o bien tienden con facilidad a desintegrarse o a ejercer un muy débil poder respecto a los Estados que la componen.
Es evidente que España no es una Confederación sino un Estado, si se quiere un Estado federal o autonómico, por tanto, es soberano e independiente, fundado en una Constitución (no en un tratado), legitimada por el voto de los ciudadanos, y a la que deben someterse no sólo éstos sino todos los demás órganos, sean del estado central o de las comunidades autónomas. Es en virtud de este origen que la Constitución debe garantizar la igualdad básica de derechos entre estos ciudadanos.
«En lo único que el concierto económico previsto por el PSOE y el PP tiene rasgos confederales es en la cuestión financiera»
Ni las instituciones centrales (y tampoco las autonómicas) ni la distribución de competencias tienen semejanza alguna con las de una Confederación: las Cortes Generales representan al pueblo español y tanto diputados y senadores tienen mandato libre, así como las competencias del Estado y de las comunidades son de titularidad, y no solo de ejercicio, de cada una de las dos esferas territoriales, Estado y comunidades. Entre las dos esferas no pueden existir controles políticos basados en el principio de jerarquía sino sólo controles jurídicos, es decir, aplicados por órganos jurisdiccionales.
En lo único que el concierto económico previsto por el PSOE y el PP tiene rasgos confederales es en la cuestión financiera. En las confederaciones, tal como hemos visto, las haciendas confederales se nutren de las aportaciones de los estados: en el previsto concierto catalán también. Al parecer será la Generalitat quien decidirá, en último término, cuál es su aportación a la hacienda estatal.
Nada que ver, por tanto, con el actual sistema claramente federal (con las excepciones del concierto vasco y el convenio navarro) en el cual tanto el Estado como las comunidades imponen tributos a los ciudadanos en sus distintas esferas territoriales para hacer frente a los gastos que comporta el ejercicio de sus competencias respectivas, de acuerdo con una ley general, la LOFCA, que se negocia entre comunidades y Estado en el seno del Consejo Fiscal y Financiero y, finalmente, se aprueba como ley orgánica, es decir, por una mayoría cualificada, en el Congreso.
Todo es mejorable, la financiación también, pero la vía escogida, llámese concierto para Cataluña o financiación singular —el nombre no hace a la cosa—, es sin duda introducir una cuña confederal en un modelo, el autonómico, que en substancia ya era federal como sostenía el PSOE anterior a Pedro Sánchez, que algunos llaman el PSOE verdadero.
«Que este presidente del Gobierno está desarticulando las instituciones políticas es un hecho que conocemos desde hace tiempo»
Un giro de este calibre por el simple hecho de que necesita a ERC para tener una cada vez más improbable mayoría en el Congreso y pueda seguir su líder como presidente del Gobierno, no es en modo alguno razonable sino algo puramente arbitrario, como lo ha sido también la ley de amnistía, y no sólo vulnera el espíritu sino también la letra de la Constitución, en concreto su art. 9.1, además de vulnerar también el principio de igualdad y todas las demás reglas que lo desarrollan, en especial los artículos 14, 138 y 139.1 de la CE.
Que este presidente del Gobierno está desarticulando las instituciones políticas es un hecho que conocemos desde hace tiempo, ahí está el desbarajuste creado en la relación Cortes Generales/Gobierno y la neutralización de muchos órganos de control (el TC y el Fiscal General, en primer lugar), pero hasta ahora quedaba al margen el Estado de las autonomías. Ahora van a por ello al ceder ante los independentistas.
En efecto, a mi parecer, lo que se pretende por parte de ERC, con la complicidad del PSOE y el Gobierno, es ensayar el llamado «federalismo asimétrico», un invento casero para otorgar un trato desigual a las comunidades autónomas sin justificación constitucional alguna y contrario a la naturaleza misma de un Estado federal.
Del asalto al Estado intentado en el período 2012-2017, la hábil Esquerra —no menos independentista que el Junts de Puigdemont, sino al contrario, mucho más desde hace treinta años— está pasando a un federalismo asimétrico, algo que siempre ha tenido gran eco en el nacionalista PSC. El concierto catalán, si se consigue, que no lo creo, sería un primer paso (eso sí, de gigante) para empezar a construir este insólito tipo de federalismo sin respeto a la igualdad: habría comunidades de primera y comunidades de segunda, españoles de primera y españoles de segunda. Sería el comienzo de la desmembración del Estado.
Las próximas semanas aportarán más datos y la batalla que comienza espero que sea la final, la final para Pedro Sánchez, claro, una muy buena noticia para todos menos para aquellos que desde hace más de diez años quieren acabar con el régimen del 78.