El reino de la compra y venta
«Nunca un dirigente español ha vendido con tanta desfachatez su país y sus principios personales»
Todo es posible, todo es alcanzable, cuando el dirigente supremo no tiene límites en las líneas rojas. Más todavía cuando maneja los presupuestos generales diseñados a conveniencia y se toma las instituciones a título de inventario. No como organismos que defienden el Estado, sus leyes y su Constitución, sino como moneda de cambio para hacer favores a partidos cuyo respaldo parlamentario es necesario para seguir gobernando.
Las operaciones de compra y venta preparadas desde el gobierno han tenido dos vertientes: la institucional, votos parlamentarios a cambio de impunidad ante el delito y, en segundo lugar, votos parlamentarios a cambio de inconmensurables cantidades de dinero con las que costear las exigencias de los políticos que ponían precio en euros, o en dólares, al apoyo que permitía la continuidad de Sánchez sin ganar las elecciones. Nunca un dirigente español ha vendido con tanta desfachatez su país y sus principios personales.
En esa actitud, para desmoralización de infinidad de españoles, incluidos un porcentaje alto de sus votantes, el PSOE de Sánchez ha encontrado no solo socios encantados de ofrecer su mano a cambio de prebendas políticas y económicas, sino que cantidad de personas que aparentaban curriculum intachable no han dudado en ponerse en primer tiempo de saludo para cumplir con las instrucciones recibidas, incluidas las contrarias a lo que siempre habían defendido.
«Josep Borrell, sin complejos, ha dicho que lo firmado con ERC ‘es un concierto económico’ y ha añadido un ‘yo no miento’ demoledor»
Salvador Illa ha sido el último en entrar en el juego. Aunque al Molt Honorable President de la Generalitat no se le puede pedir coherencia cuando en la propia dirección del PSOE, que marca el camino al PSC, la falta de coherencia ha sido y sigue siendo la principal seña de identidad. Ni existen las promesas cumplidas ni tiene valor la palabra dada. Es el propio presidente del Gobierno el que ha presionado a Illa para que firmara el acuerdo con ERC, y disponer así de los votos necesarios para continuar en Moncloa.
En ese escenario de vergüenza, conforta que al menos un dirigente socialista en activo tenga palabra. Josep Borrell, sin complejos, ha dicho que lo firmado con ERC “es un concierto económico” y ha añadido un “yo no miento” demoledor. Con lo primero dejaba para el arrastre la credibilidad de la vicepresidenta Montero, líder muy expresiva del club de fans de Pedro Sánchez; con el “yo no miento” lanzaba un dardo envenenado a los miembros del Gobierno que además de asumir con tranquilidad toda clase de mentiras, niegan ahora hipócritamente que lo firmado con ERC es todo un torpedo a la línea de flotación de la igualdad en esta España sanchista que presume de igualdad… y que aplica según le va.
Un ejemplo que muchas mujeres nos subleva: después de cinco años de bloqueo en el CGPJ, Gobierno y PP llegaron a un acuerdo sobre los nuevos vocales del Consejo, y también a que Pablo Lucas era el mejor candidato para ocupar la presidencia del CGPJ. Un magistrado del Supremo de reconocidísimo prestigio y al que siempre se ha considerado un hombre de talante progresista. Se iban encajando las piezas. Pero … llegó Sánchez y dijo que no. Una mujer. Quería una mujer. Por encima de todo una mujer.
Un par de las nuevas vocales contaban con buen curriculum y además mantenían buena relación con el presidente del Tribunal Constitucional y se podrían limar las asperezas actuales entre el Supremo y el TC. La apreciación generalizada era y es que sus trayectorias no son comparables a las de Lucas. Pero cumplen con lo que quiere Sánchez: son mujeres.
¿Qué pensamos muchas mujeres? Pues que importan los méritos y la capacidad para asumir determinadas responsabilidades. Primar por ser mujer es tan reprobable como la histórica discriminación que hemos sufrido y que tanto costó superar. Una vez que el movimiento feminista -el serio, no el sectario que hoy impera- ha logrado leyes de igualdad, imponer a quien no cuenta con méritos suficientes es humillante. Por no mencionar que esa discriminación positiva injustamente aplicada hace mal servicio a quienes pueden demostrar que son capaces a llegar tanto o más lejos que cualquier hombre en aquello que se les encargue.
Esa discriminación mal aplicada es lo que hace que hoy se sienten en la mesa del Consejo de Ministros, o en los equipos directivos de instituciones, un puñado de mujeres profesionalmente de medio pelo. Porque a la lealtad mal entendida, que es la que acepta lo que diga el líder aunque sea una burrada, se suma la promoción de algunas mujeres a las que nadie con dos dedos de frente ofrecería cargos de responsabilidad, por su falta de experiencia previa y demostrada preparación.
Hablando de burradas. ¿Cómo es posible que todavía nadie de este gobierno haya pronunciado una sola palabra sobre el papelón que lleva jugando Zapatero en la Venezuela de Maduro? ¿Cree Albares que gana puntos en su talante democrático negándose a admitir que la Venezuela de Maduro es una dictadura? ¿A qué tienen miedo los sanchistas? ¿Qué reciben en este escenario latinoamericano de compra y venta de voluntades y de prebendas inconfesables?