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Román Cendoya

No son puertas giratorias

«La ética y la decencia individual se demuestran aceptando o, en este caso, rechazando el nombramiento ante la falta del tradicional e histórico consenso»

Opinión
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No son puertas giratorias

Ilustración de Alejandra Svriz

La «puerta giratoria» en política es el hecho por el que funcionarios pasan a la política y, tras su paso por ella, regresan a sus cargos anteriores o incluso a mejores puestos. La «puerta giratoria» siempre ha sido un hecho escandaloso que se producía con cierto carácter excepcional. Siendo siempre reprobable, el nombrado gozaba de cierta autonomía personal e independencia institucional.

Pedro Sánchez ha eliminado las puertas giratorias. Las ha sustituido por una abusiva y repugnante práctica de okupación institucional, sin disimulo ni pudor. Y por supuesto, como autócrata consumado, sin resquicio posible para la independencia institucional y personal del nombrado. Todo lo que toca Pedro Sánchez termina destrozado. Da igual que sea la economía, la Constitución, la justicia, la separación de poderes, la igualdad, la ética, la decencia, el feminismo o su partido. El adelanto del congreso del PSOE, que deteriora mucho más al partido, es una reacción a la más que evidente debilidad de Sánchez por su pacto con ERC para seguir en el poder.

Pedro Sánchez tiene una visión holística del poder que es, obviamente, antagónica con una estructura democrática de un Estado. El holismo es la doctrina que propugna la concepción de cada realidad como un todo distinto de la suma de las partes que lo componen. Un Estado democrático es la suma de poderes independientes que se compensan unos con otros. Sánchez no lo acepta. Para Sánchez el Estado es la confluencia en sí mismo de todos los poderes. Autocracia. Dictadura.

Pedro Sánchez sabe que el poder está en la justicia, en los organismos consultivos, en la economía, tanto institucional como empresarial de sectores estratégicos, así como en los medios de comunicación. Por eso, ninguno de esos poderes queda sin okupar. Sin pudor.

«La España de Pedro Sánchez es tan pobre que para okupar los puestos del Estado son suficientes 30 personajes —de probada deslealtad a España y su institucionalidad— cuyo único valor es la utilidad y servicio a Pedro»

Para Sánchez permanecer en el poder, sea como sea, después de perder las elecciones municipales, autonómicas, generales y europeas, supone vivir en una gestión permanente de crisis. En la gestión de crisis se constituye el war room —cuarto de guerra— un espacio de operaciones donde se concentra todo el poder para gestionar la solución de las crisis. Pedro Sánchez ha transformado el «cuarto de guerra» en un «cuarto de poder» en las instituciones del Estado. A su despacho de Presidencia del Gobierno le añade una prolongación en cada centro de poder o influencia, donde impone a sus okupas que manejan, a su servicio, los resortes e instituciones del Estado para mantenerlo en el poder. Para Sánchez ese «cuarto de poder» es mucho más importante que el Consejo de Ministros. Con esa estructura de ocupación, prolongación de la presidencia del Gobierno, se ejecutan las acciones necesarias para su supervivencia en la Moncloa. Así, moviliza cuerpos como la Fiscalía o la Abogacía del Estado, elabora los «informes pertinentes», maneja las cloacas necesarias y crea los estados de opinión adecuados. Para ello ha creado un komando okupa a cuyos miembros sitúa en cada puesto de poder. No importa la cualificación técnica para el cargo. Es imprescindible la fidelidad y lealtad al «amado líder».

La okupación es tan importante que suma ya 21 nombramientos. El Consejo de Ministros son 22. En el proceso de okupación no está contabilizada Isabel Terelló, la nueva presidenta del CGPJ y Tribunal Supremo, porque la elegida no ha sido ni Pilar Teso ni Ana Ferrer, las candidatas directas de Sánchez. Todo un fracaso de Bolaños y un éxito para los conservadores que han roto la unidad de acción del grupo progresista. Cabe resaltar que la España de Pedro Sánchez es tan pobre que para okupar los puestos del Estado son suficientes 30 personajes —de probada deslealtad a España y su institucionalidad— cuyo único valor es la utilidad y servicio a Pedro. Un ejemplo de su incapacidad para la gestión es la demostrada por Juan Manuel Serrano en Paradores o Correos. Méritos, amigo de Sánchez. Resultado, ruina total.

España, con la Constitución del 78, se constituyó como un Estado democrático de derecho con el grado de imperfección que tienen todas las organizaciones sociales humanas. Pedro Sánchez, por su condición de autócrata, ha okupado todas las instituciones que garantizaban la separación de poderes y que permitían considerar a España como un Estado democrático.

Sánchez con el komando okupa, su entorno de leales, se incrusta en las instituciones, vía nombramiento, saltándose todas las reglas —escritas y no escritas—, destrozando el Estado desde el Tribunal Constitucional hasta el servicio de Correos. Ha okupado el Consejo de Estado, la Fiscalía General, el CSIC, el CNI, EFE, la Embajada del Vaticano, la UNESCO y Red Eléctrica y además, con dinero público, ha comprado puestos en los consejos de administración de las empresas cotizadas estratégicas.

La okupación es total. La sumisión al tirano plena. Si formas parte de su komando renuncias a la autonomía personal y acatas su voluntad. Da igual a dónde te mande. Más arriba, más abajo, lateral o diferente. Un ejemplo de movilidad servil es la de José Manuel Rodríguez Uribes, quien asumió el descenso de ministro de Cultura a presidente del Consejo Superior de Deportes con rango de secretario de Estado. A la orden.

Es importante que no se borren de la memoria colectiva los nombres de Cándido Conde Pumpido, Juan Carlos Campo, Laura Díez, Dolores Delgado, Carmen Calvo, José Félix Tezanos, Miguel Ángel Oliver, Beatriz Corredor, José Manuel Serrano, Esperanza Casteleiro… Todos y cada uno de los miembros del komando okupa de Pedro Sánchez. Todos ellos son participantes activos del intento de quiebra democrática del Estado constitucional de 1978. Todos ellos son responsables de destrozar el sistema político español por mantener en el poder a Pedro Sánchez.

José Luis Escrivá Belmonte, ministro para la Transformación Digital y de la Función Pública, por lo menos, a diferencia de casi todos los miembros del komando okupa, tiene currículum, es economista y auditor fiscal. Con Pedro Sánchez llegó a ministro. Durante el gobierno de Rajoy fue presidente de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF). A lo largo de su vida ha sido presidente de la Red de Instituciones Fiscales Independientes de la Unión Europea, jefe de la División de Política Monetaria del Banco Central Europeo y director para América del Banco Internacional de Pagos. Para cerrar su currículum profesional ambicionaba ser gobernador del Banco de España.

Se ha jugado en un instante su trayectoria y su prestigio. La ética y la decencia individual se demuestran aceptando o, en este caso, rechazando el nombramiento ante la falta del tradicional e histórico consenso. Su grandeza para siempre habría estado en un honesto: «Presidente, gracias, pero sin el consenso no puedo aceptar. Busca a otro». No lo ha hecho. Todo su currículum al traste. Escrivá estará disfrutando de días muy bonitos. Con muchas enhorabuenas y palmadas. Se acostará orgulloso de «joder, lo importante que soy». Pero el tiempo pasará rápido. Y en cuanto el Banco de España emita su primer informe, será descalificado por cómo fue nombrado para el cargo y pasará a ser uno más del grupo de los que con Pedro Sánchez -«el puto amo», según el portacoz Óscar Puente-, rompieron los pilares del Estado democrático español. Él será uno más del komando okupa junto con los Serrano, Calvo, Tezanos, Campo, Cerdán, Puente, Ábalos o Koldo. Todos abominables.

Ya es una realidad que José Luis Escrivá es el okupa por el que el Banco de España ha pasado a ser una institución más al servicio del autócrata Pedro Sánchez en su obsesión narcisista del mantenimiento del poder. Con un organismo independiente como el Banco de España ocupado por José Luis Escrivá, España ha perdido interés para los inversores extranjeros por falta de seguridad y garantías. Ése es el primer coste de satisfacer la vanidad del okupa Escrivá. Hoy, por Pedro Sánchez y su komando okupa, España es un Estado institucionalmente muy debilitado y de muy baja calidad democrática. 

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