THE OBJECTIVE
Antonio Elorza

Venezuela, entre dos truhanes

«No reconocer como presidente a González Urrutia sería signo de condescendencia de la UE ante el dictador»

Opinión
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Venezuela, entre dos truhanes

Nicolás Maduro. | Ilustración de Alejandra Svriz

Escena 1ª

Tras perder las elecciones y declararse vencedor, Maduro decide aplicar la represión a ultranza. Sus brutales acusaciones y desafíos se centran en el vencedor auténtico, González Urrutia, para amedrentarle. No va a ceder ante nada, pero le preocupan las sanciones económicas que puedan venirle de la UE.

González Urrutia, hombre físicamente débil, no es Corina y se refugia en la Embajada de los Países Bajos.

Desde que supo de antemano que Maduro iba a perder, Zapatero se «enchopina», como hacían los etarras, aguardando en silencio para intervenir cuando fuera necesario.

A Sánchez el asunto no le divierte. Tiene que seguir a la UE en la valoración del fraude electoral, pero Maduro sabe demasiado y hay demasiados intereses en Venezuela, con causas de corrupción vinculadas. Buscará lo mismo que Maduro: tapar el tema.

La secuencia de condenas y de buenas palabras de los países de izquierda latinoamericana (Colombia, Brasil) se amortigua y acaba en nada. Mediación, ¿para qué? Con Maduro no sirve.

El reconocimiento de Guaidó tampoco sirvió, pero no reconocer como presidente a González Urrutia, con más datos aún a su favor, sería signo de condescendencia de la UE ante el dictador. Urrutia refugiado en la Embajada holandesa para no ser detenido, era un argumento a favor del reconocimiento como presidente para su protección frente a Maduro.

Escena 2ª

Creamos a Maduro, no al tenue desmentido de Albares. Sánchez pacta con él un traslado de Urrutia a la Embajada española, y de aquí volando hacia el exilio español. Verosímilmente, Zapatero gran mediador. El exdiplomático acepta y llega el scoop: Pedro Sánchez salva al vencedor de las garras de Maduro.

Prueba: la bestia feroz se ha transformado en ángel de la guarda. Maduro pasa de la ferocidad a la dulzura, efecto de la satisfacción que le produce tal salida a la crisis poselectoral. Le desea a González Urrutia lo mejor. 

Agradecido, y sin duda presionado, González Urrutia suscribe en Madrid el mantra sanchista: el diálogo como solución.

Triunfante, y para qué Maduro no se queje, Pedro Sánchez clasifica el traslado a Madrid de Urrutia como gesto exclusivamente «humanitario». No le reconocerá como presidente electo de Venezuela.

Daño colateral buscado. La UE va a discutir el tema y con Urrutia cercado en la embajada holandesa, su reconocimiento como presidente electo tendría más posibilidades. Había que evitarlo y España se ha encargado de ello. El salvamento por Sánchez haría improbable tal cosa: si el salvador de Urrutia no lo hace, que la UE le reconociera, equivaldría a condenar tan espléndido gesto «humanitario». Así además se quitan un peso de encima.

Escena 3ª

Problema insalvable. El PP toma la iniciativa del reconocimiento. El PNV adopta a veces posiciones incomprensibles, pero rara vez estúpidas. Tiene demasiados lazos con Venezuela, trabados desde el exilio. Así que después de ser contenido a duras penas, ahora vota por el reconocimiento contra Sánchez. La proposición no de ley, lo aprueba. Derrota de Sánchez, si bien pasajera.

A Sánchez le da lo mismo. Nada le apartará del no-reconocimiento y de buscar esa maravillosa «mediación» en la cual ya no creen ni quienes al principio la intentaron. El episodio además le confirma en su idea de que es mejor gobernar sin Parlamento. En Bruselas, con el apoyo de Sumar, será el gran valedor de la mediación como único recurso útil. Para Maduro y Zapatero sin duda, aunque siniestro para la democracia y para Venezuela.

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