THE OBJECTIVE
Pilar Cernuda

¿Hay alguien ahí?

«¿No hay nadie capaz de dar un paso al frente y plantar cara a quien haga falta, para denunciar que el socialismo está en las antípodas del sanchismo?»

Opinión
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¿Hay alguien ahí?

Comité federal del PSOE, el pasado 7 de septiembre. | Carlos Luján (Europa Press)

¿Hay alguien en el partido de Sánchez capaz de decir en público lo que infinidad de españoles piensan, que ni es el PSOE, ni es socialismo, ni es un partido serio? ¿No hay nadie capaz de dar un paso al frente y plantar cara a quien haga falta, para denunciar que el socialismo está en las antípodas de lo que hoy representa el sanchismo? El culto desaforado al líder, la falta de entusiasmo por la defensa del Estado de Derecho, el ejercicio del poder a través del engaño permanente, pactar lo impactable con socios a los que consideraban El Mal antes de que sus votos fueran necesarios para mantenerse en el poder, y un larguísimo etcétera de iniciativas que provocan decepción tras decepción.

En esta pobre España actual -pobre en todos los sentidos- es irritante que la ideología socialista brille por su ausencia, difuminada en las ansias infinitas de poder; es muy notorio el déficit democrático, el servilismo presentado como lealtad cuando no es tal, y la llegada a las altas instituciones del Estado de un número considerable de mediocres -con excepciones, por supuesto- sin más mérito que sus relaciones personales y su disposición a responder si bwana a cualquier jefe del partido o del Gobierno.

El comité federal del pasado sábado fue de vergüenza ajena. Una vez más todos callaron –excepto Lambán y Page– cuando lo que toca en estos momentos de convulsión en la izquierda, es expresar opinión. Con valentía. Los periodistas con muchos años de mili, décadas, recordamos los tiempos en los que Felipe González era secretario general y se pedía a los asistentes a las reuniones del comité federal -el órgano más importante del partido- que solo tomaran la palabra los que tuvieran que hacer alguna crítica a la dirección. Porque lo otro, el peloteo a sus superiores, no interesaba para nada. Por supuesto que los felipistas intentaron cortar las alas a algunos disidentes, y no siempre trataron bien a los integrantes de Izquierda Socialista; pero comparado con lo de hoy es como salir corriendo de Ferraz ante el baboseo con que expresan algunos asistentes su rendición incondicional al Gran Jefe. Nunca, en cincuenta años de democracia, se han visto imágenes y escuchado loas al líder que provocaran tanto bochorno.

«Se queja cuando se le acusa de escaso talante democrático… pero no hay día que no dé argumentos a quienes dudan de su respeto a la legalidad»

Y eso que la cosa no está para bromas. Además de los engaños, las contradicciones y los pactos con partidos que se consideraban indeseables, nos han impuesto una amnistía y un concierto económico catalán que el propio Sánchez y la mayoría de sus ministros consideraban absolutamente inconstitucionales hasta que los independentistas pusieron sobre la mesa negociadora sus condiciones irrevocables. Por no decir de forma más grosera qué fue lo que pusieron sobre esa mesa.

El último capítulo, o penúltimo, que provoca estupefacción y pavor, lo vuelve a protagonizar un Sánchez ensoberbecido que cuando empiezan a no salirle bien las cuentas -no le duelen prendas en considerar papel mojado los acuerdos que firma con sus diferentes socios- ha advertido que se puede seguir gobernando sin contar con el apoyo legislativo. Una frase que demuestra el poco respeto que tiene el presidente al Parlamento. Luego se queja cuando se le acusa de escaso talante democrático… pero no hay día que no dé argumentos a quienes dudan de su respeto a la legalidad.

La Ley de Amnistía y el concierto catalán que según el Gobierno no es concierto sino singularidad, comparten ahora protagonismo con Venezuela. Ha habido ingenuos que esperaba que Pedro Sánchez, como jefe del gobierno español, pudiera ser la figura europea que defendiera en la UE los intereses de la democracia en Venezuela. Qué error. El español que sí ha dado la cara por los venezolanos es Josep Borrell, que no solo ha exigido a Maduro que muestre las actas electorales, sino que cuando Maduro utilizó la prisión y fuerza -con muertes incluidas- para deshacerse de los opositores, Borrell promovió una iniciativa para que los países de la UE reconocieran a Edmundo González Urrutia como presidente electo. Pedro Sánchez no la secundó.

Eso sí, ha concedido asilo político al candidato opositor, al que el presidente español considera un hombre heroico… pero queda la duda de si ese aparente gesto de magnanimidad hacia un hombre de más de 70 años, escondido desde hacía un mes para seguir con vida, ha sido un golpe para Nicolás Maduro o, por el contrario, como se dice en Venezuela, el dictador se ha quitado un problema de encima.

Zapatero ha estado en la negociación, como no podía ser menos, aunque Exteriores prefiere decir que fue un asunto que se resolvió entre los dos gobiernos. Zapatero tuvo papel importante, y eso hace sospechar que la traída a España de González Urrutia tiene trastienda. Como todas las operaciones venezolanas en las que interviene el expresidente español, colaborador de Maduro más que asesor. Venezolanos de la oposición que conocen bien cuál es exactamente qué hace por y para Maduro, lo consideran un personaje peligroso, falso, interesado. Algún día, cuando ya no esté Maduro -no es eterno- se sabrá qué hace exactamente ZP en Venezuela.

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