Españolito, no sabes lo que pagas de impuestos
«Hay una España a la que le vendría muy bien una temporada como autónomo, es difícil, pero pierdes una inocencia que otros mantienen toda su vida laboral»
Antonio Garamendi, líder de la CEOE, lleva insistiendo desde hace unas jornadas en una idea sugerente (para la ciudadanía) y peligrosa (para los políticos). Como este que escribe es un sufridor, un paria, un perdedor, o sea, un autónomo, no le pilla de lejos lo que pretende instalar Garamendi en la mollera de los españolitos de a pie, que tomen constancia de su dinero. Pretende el empresario vasco que todos los trabajadores cobren su sueldo bruto y después paguen sus propias cotizaciones. Como el autónomo que ve cómo cada mes se le escapan de su cuenta esos 300 euros de cuota, ahora tú, currito que no ve lo que el Estado ingresa con su sueldo, se le presentará ante sus ojos.
Antes de que salten como resortes los tercos repetidores de la proclama eterna, «sanidad, educación, carreteras», deben saber que, ya que andamos en página de opinión hablaré de mi experiencia, este que teclea estudió en colegio público―con beca durante el Bachiller―, universidad pública ―también becado―, acude a la sanidad de todos y viaja en carretera ―de momento sin peajes―. No está de más decir que todo dinero es poco para que las nuevas generaciones, por ejemplo, no estudien en aulas prefabricadas de 40 alumnos por clase, como viví no hace demasiado. A favor de la pasta, mucha y bien gestionada, en los pilares que sustentan el país: la sanidad, la educación, la vivienda, los cuidados a las personas mayores, la seguridad…
Lo mismo que criticar el privilegio fiscal que el Gobierno pretende para con Cataluña no es catalanofobia, hablar críticamente de lo que se hace con nuestro dinero no es estar en contra de los servicios públicos. Esta táctica, antigua, pero se ve que efectiva, de ponerte la etiqueta y ya no debatir. Como cuando se habla mal del Gobierno de Ayuso, y pretenden decir los fans ayuseros que uno está hablando mal de Madrid y está en contra de los madrileños. Oiga, por favor. Si usted es autónomo ―le acompaño en el sentimiento―sabe muy bien lo que ingresa, lo que paga, lo que el Estado le reclama, y por su propio bien debe abonar cuanto antes. Y hay autónomos de todos los colores políticos, créanme.
Los impuestos, pese a lo que replican los aspirantes a Milei, no son un robo. Los tributos se pagan, nunca gustosamente, queriendo creer que ello va a servir para ese Estado del bienestar que hace tiempo tiene goteras sin inspeccionar. Cuestión diferente es si hay impuestos -eso se lo dejo a los economistas- contrarios a la Carta Magna y al «sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad que, en ningún caso, tendrá alcance confiscatorio». Los hijos de familia adinerada manejan un valor diferente del dinero a los nacidos en la ya cada vez más extinta clase media. Y sin embargo, en el asunto tributario, la mayoría de la población, de capas más o menos altas, tiene un concepto distorsionado de lo que en realidad se les quita de su sueldo y lo que le ingresan en el banco, una vez que la empresa ha abonado las cotizaciones.
«El Gobierno debería aspirar a que los ciudadanos tuvieran una constancia directa de lo que pagan de impuestos»
Este Gobierno, tan preocupado por la información, debería aspirar a que los ciudadanos, libres de cualquier fango, tuvieran una constancia directa de lo que pagan de impuestos―mucho, poco o regular, allá cada cual con su juicio―, pero constancia al fin y al cabo. Y posiblemente estaríamos más cabreados. Enfadados al ver como un AVE se retrasa, y lo estás pagando tú. Cabreados porque un papeleo con la administración se eterniza, y lo estás pagando tú. Viendo cómo hay amiguetes de partidos, da igual el color, mamando de la teta pública, y por supuesto, lo pagas tú. Y agradecidos cuando vamos al médico y nos atiende rápidamente, y lo pagas tú, o la pensión de la abuela, merecidamente le da para vivir, y lo pagas tú.
Hay una España a la que le vendría muy bien una temporada como trabajador autónomo, es difícil la mayoría del tiempo, pero pierdes una inocencia que otros mantienen toda su vida laboral. La clase política no apoyará la idea de Garamendi, quizá porque dejaríamos de caricaturizar al empresario con bombín y puro. Igual empezábamos a fijarnos mucho más en el político de turno, el que maneja la caja de todos. El dinero para sanidad, educación y lo que surja.