THE OBJECTIVE
Jorge Vilches

Son más listos que las derechas

«Darse cuenta ahora de que la reforma pactada por Sánchez con Otegi deja en la calle a siete terroristas es para que pidan responsabilidades internas»

Opinión
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Son más listos que las derechas

Ilustración de Alejandra Svriz.

No hay que hacer más equilibrismos analíticos. Podemos decir que el PP, con Vox o sin Vox, no ganará al PSOE por la falta de proyecto, el liderazgo, el pulso emocional y demás zarandajas. Da igual que segmentemos los votos por barrios, edad, sexo y otras claves sociológicas para calcular la intensidad y momento de las ofertas políticas. La realidad es que los socialistas son más listos, están mejor preparados para la lucha electoral y el engaño cotidiano. Dominan la letra pequeña, las zonas de sombra y el puñal como si fueran corsarios. A eso se le llama inteligencia política, el tener una conciencia del poder, de cómo conseguirlo y atarse a él, y hoy reside en el PSOE de Sánchez. 

Los socialistas han colado por la puerta de atrás la modificación que exigía Bildu en la reforma de la ley 7/2014 para que salgan a la calle los presos etarras o sea reducida sus condenas. Lo pedía Otegi para seguir de aliado fiel de Sánchez o, si se quiere, al revés, como una demostración de que Sánchez cumple la palabra dada a Otegi. El plan se ha consumado dejando en ridículo a los diputados del PP y de Vox en la Comisión de Justicia. 

El asunto es tan indignante como risible. Las derechas se desgañitan diciendo que Sánchez es un trilero, un falso y un mentiroso compulsivo, pero descubrimos que no se habían leído los papeles elaborados por el PSOE bajo el auspicio de Bildu. La paradoja del asunto los deja en mal lugar. Si leyeron los documentos y no vieron el engaño, es que no sirven para sus puestos. Si no vieron la picardía es que no trabajaron bien, y llegamos a la misma conclusión. Es increíble que no estuvieran atentos sabiendo que se trataba de una demanda histórica de Bildu, el socio favorito de Sánchez. La falta de responsabilidad es mayúscula. 

Es cierto que la reforma y las modificaciones se hubieran aprobado igual con el voto en contra del PP y Vox, pero al menos habría quedado constancia de que sirven para fiscalizar la acción del Gobierno. El llamamiento al freno del Senado es inútil, porque al no haber reformas previas se devolverá entera al Congreso y se aprobará. Tampoco sirve la apelación al artículo 127 del reglamento del Senado, como ha dicho el portavoz de Vox, porque ese precepto deja la potestad de retirar el proyecto en el Gobierno, no en la Cámara Alta. Pinchan en hueso.

A diferencia de las derechas, parece que el sanchismo y los bilduetarras saben perfectamente cómo funcionan las normas y los mecanismos institucionales. Han presentado su reforma sin pedir informes previos al Consejo de Estado o al CGPJ para no llamar mucho la atención, no levantar polvo y no manchar ninguna toga. Luego han dejado el truco para la modificación presentada en la comisión de justicia sabiendo que era más fácil ahí colocar la trampa. 

«De poco valen los aspavientos por sufrir un Gobierno autoritario si la oposición no hace bien su tarea»

A estas alturas es de risa comprobar que el sanchismo y sus socios son capaces de estafar a la oposición a cámara lenta. Uno esperaba otra cosa, sobre todo teniendo en cuenta la grandilocuencia retórica que se utiliza para criticar a Sánchez. A un «autócrata» no se le quita el ojo de encima nunca. Si hace falta se refuerza la guardia, se toma café, o se contratan técnicos para estudiar sus propuestas. De poco valen los aspavientos y lamentaciones por sufrir un Gobierno autoritario si la oposición no hace bien su tarea. 

Esto es lo que no hace creíble a las dos derechas en su tarea fiscalizadora de Sánchez. No es que estén preocupados más por mantener sus cargos orgánicos respectivos, o por las luchas entre las dos formaciones, sino porque quizá no hayan despertado todavía o les falte inteligencia política. Es posible que carezcan de las características de un zorro para construir estrategias propias y descubrir las del adversario, o la fuerza del león para atizar al otro donde más duele. Un buen ejemplo de esto último son las reticencias respecto a la comparecencia de Begoña Gómez en una comisión de investigación. 

La reacción de Borja Semper, portavoz popular, a la trampa del PSOE y Bildu es voluntariosa pero tardía e inútil, tanto como la de Pepa Millán, la de Vox.  Anunciar ahora que la reforma de Sánchez de Otegi deja en la calle a siete terroristas, entre ellos, a Txapote, y no haberse dado cuenta antes es para que pidan responsabilidades internas y tomen medidas. Pedir perdón está bien, pero el mal ya está hecho. La jugada del Senado solo servirá para retrasarlo una semana. El efecto será el mismo. El fraude a las víctimas del terrorismo ya está hecho. La victoria de Sánchez y Otegi está servida.

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