THE OBJECTIVE
Juan Luis Cebrián

Un mal día para la familia

«El Gobierno ni puede ni intenta ya gobernar. Está condenado a sobrevivir, a huir de los casos judiciales, sociales y morales que ponen de relieve su actuación» 

Opinión
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Un mal día para la familia

Ilustración de Alejandra Svriz.

El lunes pasado fue un mal día para el cumplimiento del programa político y familiar del presidente del Gobierno y sus secuaces. No se alarme el nuevo tribunal de la inquisición, ya instituido para juzgar quienes son buenos y malos entre los escribidores, por la aparente dureza de este adjetivo que no designa sino a los seguidores «del partido, doctrina u opinión de otro». Es verdad que ya advierte el diccionario de la RAE que acostumbra a utilizarse en sentido peyorativo. Pero sería difícil empeorar el juicio que merece un equipo de gobierno dedicados la mayoría de sus miembros a defender los egoísmos personales y familiares de su jefe, frente al interés general de la ciudadanía. 

Digo que fue una jornada de tribulación para el poder porque en esa fecha concreta la justicia y las fuerzas de seguridad tomaron dos decisiones que amenazan con ensombrecer aún más el gesto de nuestro primer ministro. Cuentan algunos colaboradores suyos que sus afectadas sonrisas ante las cámaras de televisión desdicen de la irritación y el gesto airado que despliega en las oficinas monclovitas. Es de imaginar su desazón y su ira al conocer que los tribunales han decidido continuar investigando a su esposa por tráfico de influencias y corrupción en los negocios, desmintiendo así la estúpida definición de que el caso Begoña era un no caso.

Pero otro tema aún más relevante es que en esa misma fecha se dio a conocer que el mediador del asunto Koldo, Víctor Aldama, fue detenido junto a otros 14 sospechosos, bajo sospecha de haber defraudado 180 millones de euros en el IVA. También el exministro Ábalos había venido a sugerir que su caso es un no caso. Al fin y al cabo, según proclaman Sánchez y su coro de aduladores, todo se reduce a inventos, bulos, y mentiras de la fachosfera. En ella, por lo visto, militan también no pocos de los socialistas que arriesgaron su hacienda, su libertad y hasta su vida en la lucha contra la dictadura y en la construcción de la democracia. Ahora reclaman que cese esta estúpida gobernación de España, mantenida y dirigida por un presidente que inauguró su vida política ensayando un fraude, o sea un pucherazo, en las elecciones internas de su propio partido. 

Por lo demás, es tanto el esfuerzo que despliega nuestra clase política en insultarse y tan evidente su incapacidad gestora, que no cesaremos en denunciar sus modos y en reclamar que se recupere el espíritu democrático y de consenso que hizo posible la reconciliación tras cuarenta años de dictadura. Es preciso acabar con esta deriva que lleva a repartirse los cargos en función de la obediencia debida al jefe de cada partido, con lo que el resultado ha sido la recluta de un apreciable número de idiotas que ora nos mandan, ora nos prohíben, ora dicen que nos representan, y ya preparan la persecución de la disidencia. 

Sin necesidad de meter mucho el dedo en la llaga, convendrá el lector en lo impresentable que resulta el no caso de Begoña. Aparte las investigaciones judiciales resulta revelador que la segunda cátedra anulada por la Universidad Complutense se hubiera instituido para enseñar a los alumnos cómo se podía pedir dinero exitosamente a los demás, especialmente a los gobiernos e instituciones públicas; y que uno de los empresarios que financió las actividades académicas de quien no tenía título habilitante alguno, obtuviera millones de euros en contratas con el Estado.

«Parece que los diputados a Cortes no se leen muchas de las leyes que votan, y ni siquiera las que enmiendan»

Para no hablar de la indigencia intelectual del contenido de esos cursos. Curiosamente, la propia maestrilla de los mismos en su más reciente intervención televisada enfatizaba que la generación Z reclamaba más transparencia en el uso de esos fondos levantados a degüello por los profesionales del fundraising. Difícil será que ella explique cómo obtener la deseada claridad cuando ni ella, ni su marido, ni los ministros de su marido, ni los portavoces de su partido, ni los diputados, ni los representantes en las comunidades, ni los gestores de las empresas públicas responden nunca a las preguntas de la oposición, ni aceptan habitualmente preguntas de los periodistas, y aún se encaran con los que les plantean cuestiones engorrosas. 

No voy a enumerar la larga lista de oscuridades e interrogantes que planean sobre la actual gestión del PSOE en la gobernación, y ya sé que no todas son fruto de la malevolencia, el lucro o el deseo de atornillarse al poder. No pocas se deben ni más ni menos que a la incompetencia, que por lo demás no es exclusiva de los representantes de ese partido. Parece que los diputados a Cortes no se leen muchas de las leyes que votan, y ni siquiera las que enmiendan. La del sí es sí, la modificación de algunas reglas laborales o la que amenaza con permitir la liberación temprana de un buen número de asesinos y terroristas son solo algunos ejemplos. El responsable de Renfe que compró trenes que no cabían por los túneles va a ser por lo visto el que se va a encargar de la gestión de las cercanías en Cataluña, entregadas al poder autonómico a cambio del voto del independentismo irredento. Y el gobernador del Banco de España no tiene reparo en declarar que el más apto para el cargo y quien tenía mejor currículo era él. Valiente idiotez.

Pero la palma de las mentiras, las tonterías y las estupideces la acabarán conquistando los responsables de la política exterior, en donde la transparencia es tan inexistente como obvia la falta de influencia y respeto hacia España en la gestión de la geopolítica. A comenzar por lo más preocupante: la falta de inteligencia y humanidad en la gestión de la inmigración ilegal, de la que dan fe desde las expulsiones en caliente de decenas de menores toleradas cuando no ordenadas en su día por el ministro Marlaska o el bochornoso espectáculo de las salas de Barajas donde se hacinan los llamados sinpapeles.

Por lo demás, seguimos sin saber quién ni por qué presionó al presidente del Gobierno para reconocer el Sáhara como parte de Marruecos en una decisión estrictamente personal que vulneró los acuerdos de la ONU. También nos podrían explicar qué hacía el recién detenido señor Aldama en el aeropuerto de Barajas con Koldo García cuando este condujo a Ábalos a recibir a la vicepresidenta venezolana y sus maletas. Para no hablar de la deriva antisemita en plena confusión sobre la cada vez más extendida nueva guerra del Golfo. Ni sobre esta, ni sobre la de Ucrania, ha habido que se sepa un debate parlamentario real, recurrente, sostenido y en profundidad sobre el fondo de la cuestión: la decisión de los gobiernos de diseñar y construir por la fuerza un nuevo orden mundial, que no estará dirigido unipolarmente por el imperio americano.

«El Gobierno está agotado. Lo estaba ya antes de comenzar, porque negoció su mayoría parlamentaria con delincuentes confesos»

En el Oriente Medio permanece la división entre los países árabes que estaban prestos a un reconocimiento de Israel, como Arabia Saudí. Los responsables principales de la inseguridad en la zona las guerrillas terroristas, animadas y financiadas por Teherán, que comenzaron por derribar las Torres Gemelas, siguieron por el Bataclan en París, o los atentados en trenes de Atocha en Madrid, para culminar por el momento su barbarie en la masacre del 7 de octubre de hace un año en el sur de Israel. Nada de eso justifica ni perdona los excesos y crímenes de Netanyahu en sus operaciones contra Gaza, pero no puede negarse a Israel el derecho a la defensa, cuando Irán ha despegado toda su capacidad en el sur del Líbano y en su propio territorio contra la población civil israelí y la propia existencia de ese Estado.

Este Gobierno nuestro está agotado. Lo estaba ya antes de comenzar, porque había perdido estrepitosamente las elecciones y negoció su mayoría parlamentaria con delincuentes confesos, prófugos de la justicia, en reuniones fuera de nuestras fronteras, otorgando libertades que no podían dar, y dinero que era de todos los españoles. Podrá durar dos meses, dos años o lo que dure. Pero ni puede ni intenta ya gobernar. Está condenado a sobrevivir, a huir de los casos judiciales, sociales y morales que ponen de relieve su comportamiento, y del descrédito y la mofa con que le distinguirá la Historia.

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