THE OBJECTIVE
Carlos Mayoral

Lo que México le debe a España

«La cultura hispánica está en el idioma, en la educación, en la organización estatal, en su sentido moral y religioso, y ese trasvase es bidireccional»

Opinión
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Lo que México le debe a España

Andrés Manuel López Obrador y su sucesora Claudia Sheinbaum. | Carlos Santiago (Eyepix Group)

Viene con cada otoño, aprovechando cierto aniversario relacionado con Colón, como los níscalos y los boletus, como el cambio de horario, como el Black Friday y el Blue Monday, el cuadro de Arcimboldo y el concierto de Vivaldi, como el equinoccio y el Día de Todos los Santos. Decía García Márquez en El coronel no tiene quien le escriba que el otoño es una de las pocas cosas que pasan. Y con él, con la estación parda, viene cada año el papanatas de turno a gritarnos al oído que si España tiene que pedir perdón por el descubrimiento de América, que si los conquistadores, que si Cortés y Pizarro, que si blablá. Esta vez le ha tocado el turno a la nueva presidenta de México quien ha afirmado que el país europeo debe una disculpa pública por la Conquista. Al calor de la afirmación populista se han acercado algunos personajes a reivindicar ese perdón en esta especie de mentira histórica, entre el aplauso de populistas e ignorantes.

Cuando aparece esta discusión, recurro a menudo a aquella celebérrima anécdota protagonizada por el ínclito Ramón María del Valle-Inclán. Al pisar España tras visitar el país hispanoamericano en 1892, el autor gallego afirmó que resolvió ir a México porque se escribía con «x». ¿Qué buscaba Valle con esta manera de epatar? Básicamente intentaba explicar que, simbólicamente, en esa grafía, que bebía de la antigua fonética castellana y cuyo sonido mejicano se había perdido ya aquí, se hallaba la esencia de España. Dicho de otro modo, Hispanoamérica todavía guardaba la identidad que poco a poco se perdía a este lado del Atlántico. Años más tarde, Valle sería aún más explícito: «España no está aquí, está en América». Pues eso.

«España nunca debe pedir perdón a México porque es inevitablemente, como sugería Valle-Inclán, parte de su sustrato que lo sostiene»

Así que España nunca debe pedir perdón a México porque es inevitablemente, como sugería Valle-Inclán, parte de su sustrato que lo sostiene. ¿Y qué supone para el país sustentarse sobre esta base? Para empezar, una cierta transversalidad identitaria. Argumentaba María Elvira Roca Barea en un artículo para este mismo medio hace unos días que lo que unió a los distintos países del continente no fueron aquellas tribus precolombinas, no fueron aztecas, incas, toltecas o cañaris, sino eso que los noventayochistas pusieron de moda, eso que ahora tantos voceros intentan defenestrar: el hispanismo.

Y yo estoy de acuerdo. Porque esa cultura, la hispánica, está presente en el idioma, en la educación, en el derecho, en la organización demográfica y estatal, en su sentido moral y religioso, en sus hospitales, en sus manjares y en sus bebidas, en sus gestos y, en resumen, en todas partes. Y pasa por ser bidireccional. Está en los exiliados españoles que huyeron allá en los años treinta en dirección a México copando universidades, laboratorios o ministerios; como está en los refugiados mexicanos que huyeron de la Revolución por el camino contrario. Un trasvase que ha enriquecido el corpus empresarial, musical, gastronómico, científico, arquitectónico, literario, etc., de ambos países. Ya lo decía Valle: España está en México, y -añado yo- México en España. Así que nada de perdón.

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