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Joaquín Leguina

Indigenismo

«Juzgar el pasado con valores del presente es un error cargado de simplezas ideológicas. Españoles y latinoamericanos debiéramos mirar hacia atrás sin ira»

Opinión
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Indigenismo

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. | EFE

La ridícula reclamación al rey Felipe VI que le hizo el ya expresidente de México (AMLO) respecto a los daños que supuestamente infligieron Hernán Cortés y sus muchachos a las tribus indígenas ha sido puesta en solfa por todos los historiadores. El último de estos al que he tenido el placer de leer se llama Andrés Nadal, especialista en el comercio de largas distancias en el mundo antiguo entre el sudoeste de la Península Ibérica y el Mediterráneo oriental. Sus últimos trabajos se centran en la evolución de la sociedad romana a través de la incorporación de productos de lujo a diferentes estratos sociales a medida que conquistaban nuevos territorios.

Como este historiador, yo tampoco tengo ningún antepasado en América, cosa que no puede decir AMLO.

Intentar juzgar el pasado con valores e ideas del presente es un error cargado de simplezas, todas ellas ideológicas. En palabras de Nadal, «encontrar enemigos externos para ocultar problemas internos es un juego de trileros, una forma de distraer a la población sobre aquello que es realmente importante. Manipular el pasado es un error ético e intelectual, pero enfrentar a dos pueblos que se quieren es un crimen».

Pero la originalidad de Nadal, llena de ironía, radica en buscar ejemplos del pasado:

«El alcalde de Sour, en Líbano, la antigua Tiro, tendrá que devolver a Tarsis, en el sudoeste de la Península Ibérica, los miles de millones que se llevaron en oro, plata y cobre. Con eso sobraría para pagar la histórica deuda con México, así que el resto de esta larguísima cuenta serían beneficios para España».

«Antes de que España pidiera perdón, los aztecas tendrían que devolver a totonacas, mixtecos, zapotecas y otros lo robado»

«La ciudad turca de Foça, antigua Focea, y la isla griega de Samos, entre otras, también deben miles de millones a la antigua Tarteso, en el sudoeste de la Península Ibérica. Onubenses, sevillanos y gaditanos, entre otros, se harían multimillonarios gracias a esta operación».

En fin, también es necesario recordar que antes de que España tuviera que pedir perdón, los aztecas tendrían que devolver a totonacas, huastecos, mixtecos, zapotecas, tarascos y otros lo robado. Y ya que estamos en esto de los indígenas y los españoles en América, recuerdo lo que aprendí cuando viví en Santiago de Chile y me interesé por la tardía independencia de aquella parte del hemisferio sur americano. Lo contaré, pero que no se tomen en cuenta los errores que pueda contener esta narración improvisada.

El militar español que se hizo cargo de la defensa del imperio en Chile se llamaba Rafael Maroto Yserns (el del abrazo de Vergara) y cuando los criollos chilenos se levantaron contra la monarquía española no se le ocurrió mejor cosa que dirigirse al sur para parlamentar con los indígenas, los mapuches, y, resumiendo, les dijo:

-«¿A quiénes prefieren ustedes: a nosotros los españoles o a los criollos que nos combaten?»

Los mapuches prefirieron con buenas razones a los españoles y con esos apoyos los criollos chilenos fueron derrotados. Pero Chile se independizó gracias a las tropas del general José de San Martín, que cruzó los Andes desde Argentina y derrotó a Maroto en la batalla de Chacabuco en el año 1817. Según dicen los historiadores militares, San Martín, que luchó en España contra los franceses en la guerra de la Independencia, fue uno de los mejores militares de la Historia.

En fin, tanto los españoles como los latinoamericanos de hoy debiéramos pensar en un futuro mejor para todos y mirar hacia atrás sin ira.

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