THE OBJECTIVE
Ignacio Vidal-Folch

El porvenir de Txapote

«A los 70 años, recibido cordialmente en la Moncloa por un canoso Sánchez, Txapote se mostrará muy firme en la defensa de los derechos del pueblo vasco»

Opinión
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El porvenir de Txapote

El etarra Javier García Gaztelu, 'Txapote'. | Europa Press

Europa lo mismo sirve para un barrido que para un fregado. Si se quiere aquí legislar un disparate, entonces estamos marcando el camino a los demás países de Europa, adelantándonos orgullosamente a ella. ¡Somos los más liberales! ¡Ya nos seguirán! 

Si se quiere legislar otra clase de desafueros, entonces podemos decir que es para homologarnos con la legislación europea, adoptar las prácticas jurídicas de los países más avanzados que el nuestro. 

Esta última es la casuística aplicada a la próxima liberación de cuarenta etarras y entre ellos a un asesino en serie conocido como Txapote: no se hacen ciertas concesiones con él y sus avaladores por vicio, ni por asegurarse el voto de determinadas fuerzas políticas más o menos cómplices del terrorismo, sino porque el pobre hombre ya pasó en una cárcel francesa seis años y pico, que ahora le van a ser descontados. «No se le rebaja la pena, no se le rebaja la pena», explica Patxi López. ¡Sólo se le aplica la doctrina europea!

Bueno, según leo en El Diario, habida cuenta de que ya en tiempos de Rajoy se le aplicaron a Txapote las conmutaciones pertinentes por cumplimiento de penas en el extranjero, el señor Txapote no saldrá libre el próximo año, sino en 2031. Mecachis. Esto no contribuye a la reconciliación, al pasar página y a la armonía universal.  

Espero estar vivo para entonces –es cosa que nunca se sabe-. Y ver en la televisión cómo un dantzari le baila un aurresku, los amigotes de Bildu le invitan a una sociedad gastronómica a comer una kokochas, y los vecinos de su pueblo, que piensan que es un chico estupendo (siempre saludaba, y quién no hace cositas discutibles en la vida), le invitan a un txoko.

«Mirando las cosas con generosidad, ya ahora se le podrían aplicar a ese psicópata reducciones de condena por buena conducta»

Tendrá 65 años, y todavía un cuarto de vida por delante. Casi juvenil y atlético gracias al severo ejercicio gimnástico con el que los presos entretienen las largas horas de la cárcel, paseará por su pueblo, se detendrá en la frutería a oler una manzana, y las abuelas le sonreirán y le llamarán por el entrañable apelativo familiar de su infancia, que no será Txapote, sino «Frantzisko» o «Paquito».

Pero mientras tanto, mirando las cosas con generosidad y con espíritu de pasar página de episodios del pasado que es mejor olvidar por el bien de la reconciliación nacional, ya ahora se le podrían aplicar a ese psicópata reducciones de condena por buena conducta en la cárcel, tercer grado para que pueda pasar la noche al calor de los suyos, concedérsele alguna beca del Gobierno vasco, y facilitarle una titulación de la Universidad del País Vasco para que cuando por fin salga de la cárcel, sea el año que viene o en el 35, pueda encontrar empleo con cierta facilidad. ¿Qué tal el título de ingeniero de caminos y puentes? 

Para celebrar su titulación se le dará un banquete al que serán invitados Txeroki, unos cuantos etarras más (conditio sine qua non: delitos de sangre), y Patxi López, al que sentarán al fondo de la mesa, y que sonreirá, un poco incómodo.

La viuda de alguna de sus víctimas, que en bien de la reconciliación le habrá perdonado, pronunciará unas palabras emotivas a las que nadie hará mucho caso, y luego romperá a llorar. En un gesto que le honrará, Txapote se levantará, le dará un abrazo consolador y le volverá a llenar la copa de vino. «Lo siento, señora, fueron las circunstancias de la política. Ande, beba, beba». 

«Otegi a los postres pronunciará un discurso, y Patxi excusará la presencia del presidente del Gobierno»

Si en el fondo no es mal tipo. Otegi a los postres pronunciará un discurso, y Patxi excusará la presencia del presidente del Gobierno, que no habrá podido acudir porque la oposición de las derechas y extremas derechas utilizarían torticeramente la efeméride para socavar el Gobierno progresista, además de que tenía un viaje para resolver de una vez el problema de Gaza, que por entonces seguirá coleando, pues aún quedarán uno o dos palestinos vivos. Risotadas: «Tu jefe es un cagón. ¡El año que viene, dile que venga, que no le vamos a pegar un tiro!» 

En efecto: ya no sentirá Txapote apenas el impulso de matar a nadie más, porque los tiempos han cambiado y aquello fue cosa de las circunstancias y de un exceso de idealismo y testosterona. Ahora, reintegrado plenamente a la sociedad, y aburrido de llevar una vida sin emociones verdaderamente intensas y de proyectar puentes que se caen, se meterá en política, primero como concejal de su pueblo, luego como miembro de la ejecutiva de Bildu y por fin portavoz del nuevo Gobierno PSOE-Bildu-ERC.

A los 70 años, recibido cordialmente en la Moncloa por un ya del todo canoso Pedro Sánchez –que habrá también invitado a Zapatero y a Rufián, para que hagan de intermediarios y cuenten alguna anécdota y algún chiste cuando Txapote se abstraiga en unas rumiaciones asesinas que le seguirán asaltando de vez en cuando-, se mostrará muy vehemente, muy firme y exigente en la defensa de los derechos del pueblo vasco. Sean los que sean, todo lo que pida le será concedido.

De vuelta en casa, sus nietos, soñolientos pero risueños, le pedirán con vocecitas angelicales: «Abuelito, abuelito, cuéntanos otra vez cómo mataste a Miguel Ángel Blanco».  

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