Justicia poética para Sánchez
«De momento el papel del presidente parece limitarse al que indolentemente dejaba hacer y, desde luego, no pedía cuentas a un Ábalos cuya proximidad y manejos hubieran debido encenderle todas las alarmas…»
Con la reciente vulgata del informe de la UCO va estrechándose el círculo de corrupción del caso Koldo/Ábalos en torno a Sánchez. Pero no, hoy por hoy, hasta el punto de poder considerarlo el míster X de la trama, como apuntan algunas incontinentes voces del PP, a las que las prisas de un adelanto electoral nublan la vista y el entendimiento: de momento, el papel del presidente parece limitarse al que indolentemente dejaba hacer y, desde luego, no pedía cuentas a un Ábalos cuya proximidad y manejos hubieran debido encenderle todas las alarmas. Estamos en los In vigilando e In eligendo, esas consabidas muletillas generalistas de nulo calado penal.
Todo un poco a la manera de la trama Begoña Gómez, en la que su papel pudo reducirse a una complicidad pasivo-marital. Es verosímil pensar que un presidente tenía cosas mucho más importantes de las que ocuparse. Los marrulleros pinitos profesionales de su esposa debieron de parecerle cosas de niños.
Pero que Sánchez no sea el jefe estricto de ambas tramas no le exime de enormes e insoslayables responsabilidades políticas, siquiera en lo referido a la gestión de sendas crisis. Su ausencia de explicaciones verosímiles sobre el caso Delcy, la destitución inexplicada de su brazo derecho en el gobierno y en el partido, el trasfondo del rescate de Air Europa, el psicodrama sentimental respecto a la investigación judicial a su esposa, se suman a la falta de razones por el cambio de política en relación con el Sáhara o el papel jugado por Zapatero, en nombre del Gobierno, en la tocata y fuga de Edmundo González, entre autres. Qué lejos queda ya su tesis doctoral plagiada y ennegrecida, niñerías.
Tendría pues algo de justicia poética que fuese una sentencia condenatoria, un decir, a Ábalos (no adelantemos acontecimientos, pero entra dentro de lo probable), o un ligero reproche judicial a su esposa por malas praxis, lo que precipitase la caída de Sánchez, quien se aupó al poder con la pértiga de una grotesca sentencia por corrupción a algunos miembros del PP; sentencia que se quiso y se pudo hacer extensiva a la persona de Mariano Rajoy, con la complicidad del PNV, y que, a la postre, fue la excusa para hacer caer al Gobierno. Luego dirán que no hay poesía en la política.
Ábalos, por su lado, anuncia que defenderá su absoluta inocencia con todo lo que tenga a su alcance; hasta pide ya declarar como testigo, lo que le obligará a decir verdad sobre él y sobre los demás, renunciando a los derechos propio del acusado; es decir, que resistirá como gato panza arriba negándose a caer sin arrastrar a otros, típica actitud de quien cree que merece un mejor trato simplemente porque quiere que se tenga en cuenta que conoce mejor que nadie las tropelías de quienes, por hache o por be, se están librando, a su juicio, injustamente de la persecución de la justicia. Y en ese colectivo hay de todo, ministros, presidentes regionales y autoridades varias.
Ahora bien, para el devenir del país lo relevante es que cuanto más débil esté o se perciba Sánchez más fuertes serán o se percibirán sus socios, y por ende más dispuestos a seguir sacando tajada y marcando la agenda del presidente. Los socios presionarán más pero sin hacer caer nunca al Gobierno.
Coda 1) Revíctimas. El asunto de la ley que acortará la estancia en la cárcel de conspicuos etarras sanguinarios no sólo pone de relieve la responsabilidad del favorable e incomprensible voto de PP y Vox, fruto de una triste relajación en un asunto tan delicado, sino que permite visualizar, una vez más, uno de los pagos del pacto oculto de investidura entre PSOE y Bildu. La transposición de la directiva europea no obligaba, per se, a reducir las penas a los 44 etarras; eso es consecuencia de una artera enmienda de Sumar, que anulaba una Disposición adicional Única de la ley Orgánica 7/2014 que decía: «En ningún caso serán tenidas en cuenta para la aplicación de la presente Ley las condenas dictadas por un Tribunal de un Estado miembro de la Unión Europea con anterioridad al 15 de agosto de 2010». La bicha estaba escondida pero estaba.
Todo ello ahonda en la lamentable situación en que se hallan las víctimas de ETA desde hace décadas, con unas indemnizaciones cicateras y un más que mejorable reconocimiento social. ¿Dónde están los institutos, plazas, monumentos, bibliotecas que llevan su nombre? ¿Los premios y conmemoraciones? ¿Su presencia en los libro de Historia? ¿Dónde el mínimo reconocimiento a ellas en el País Vasco y Navarra? Un país que no cuida de las víctimas del terrorismo, muertas por encarnar la democracia, nuestra democracia de hoy, le hace el juego a los asesinos y a sus herederos políticos. Todo homenaje a un etarra es una revictimación de los mejores españoles que hubo.
Coda 0) Nobel eterno. El Premio Nobel de literatura ha vuelto a no recaer en Salman Rushdie. Esta vez, la excusa ha sido una joven promesa surcoreana vegetariana.
Coda 1) Soledad israelí. Un año de la masacre en Israel. Conmemoraciones de tapadillo en Occidente. La ofensiva israelí en el Líbano no hace sino reforzar el sentimiento judeofóbico, no sólo en el mundo musulmán, sino prácticamente en todo Occidente, pero, además, está generando un alianza estratégica entre chiítas y sunitas inédita hasta la fecha. Si la causa palestina fue en su día la causa de Nasser, luego la causa panárabe, descolonizadora, comunista, socialista, ahora es también la causa chiíta. Francia y España, y otros países europeos, anuncian un vergonzoso embargo para dejar de vender armas a Israel, como elemento de presión para el alto el fuego (sic). De no ser por el apoyo incondicional de Estados Unidos (casi el único punto de acuerdo entre Trump y Harris), el futuro de Israel dependería únicamente de Israel. Y por eso Israel actúa como si ya fuera el caso.
Coda 2) 25 años sí es nada. Se cumplen 25 años de la declaración de cinco intelectuales (de izquierdas, mayormente de izquierdas, en aquel entonces) en respuesta a las declaraciones del entonces ministro de educación de Francia, Lionel Jospin (luego fue primer ministro y candidato a la presidencia), quien declaró que los directores de instituto debían permitir el velo en las aulas: «Pido establecer un diálogo con los padres y los niños afectados para convencerles de que renuncien a dicha manifestaciones» (el uso de símbolos religiosos), pero que si estas conversaciones fracasan, «el niño -cuya escolarización es prioritaria- debe ser acogido en el establecimiento público».
El aniversario coincide con la agresión sufrida, en Tourcoing, por una profesor por exigirle a una alumna que, en cumplimiento del reglamento, se quitase el velo al entrar en clase. Diez profesores, diez, del instituto se han solidarizado… con la agresora, en nombre de «la lucha contra la discriminación».
Aquí una traducción exprés del manifiesto de 2 de noviembre de 1989, como quien dice unos principios ya in memoriam.
«El asunto del pañuelo islámico:
«Profesores, ¡no capitulemos!»
ELISABETH BADINTER
RÉGIS DEBRAY
ALAIN FINKIELKRAUT
ELISABETH DE FONTENAY
CATHERINE KINTZLER
A raíz de la postura adoptada por el Ministro de Educación, Lionel Jospin, varios intelectuales han lanzado un llamamiento:
Estimado Ministro,
Sólo el tiempo dirá si el año del bicentenario de la Revolución [1989] habrá visto [la capitulación de] Múnich de la escuela republicana. Usted dice que es una buena idea calmar a la gente sin hacer el juego a los fanáticos. Habría salvado la paz escolar y social, con algunas concesiones menores. Y usted, por supuesto, sería inflexible en lo esencial…
Usted dice, Ministro, que la expulsión no es posible. Aunque nos conmueve su amabilidad, replicamos, con Mohammed Harbi, que está permitido prohibir. La expulsión sólo es discriminatoria cuando se dirige a alguien que ha respetado las normas vigentes en una escuela. Cuando afecta al alumno que ha infringido las normas vigentes, es disciplinaria. La confusión actual entre disciplina y discriminación está arruinando la disciplina. Y si la disciplina ya no es posible, ¿cómo se puede enseñar disciplina? Si la ley sólo se aplica a quienes están dispuestos a cumplirla, ¿cómo puede un profesor ejercer su profesión?
Negociar, como están haciendo ustedes, anunciando que van a ceder, tiene un nombre: capitulación. Esta «diplomacia» no hace más que envalentonar a los mismos que se pretende apaciguar, y si mañana piden que sus hijos no estudien las obras de Rushdie (Spinoza, Voltaire, Baudelaire, Rimbaud…) que pueblan nuestro sistema educativo, ¿cómo se les puede negar? ¿Por la expulsión?
¿No ha desautorizado usted a los profesores y a los directores de instituto al dar la impresión de que identifica automáticamente expulsión con racismo?
Los alumnos necesitan el placer de olvidar su comunidad de origen y pensar en algo distinto de lo que son, para poder pensar por sí mismos. Si queremos que los profesores puedan ayudarles a hacerlo y que la escuela siga siendo lo que es, un lugar de emancipación, la pertenencia no debe ser la ley en la escuela.
Al apartarse de este principio fundador, no están, como presumen, mejorando el estatus de los profesores: están haciendo aún más imposible la ya difícil vida de aquellos a los que tristemente hemos dejado de llamar profesores, y están traicionando la misión de las escuelas.
El derecho a la diferencia, que tanto aprecia, sólo es una libertad si va acompañado del derecho a diferenciarse de la diferencia. De lo contrario, es una trampa, incluso la esclavitud.
Las escuelas laicas no se construyen reuniendo en el mismo lugar a un niño católico, a un niño musulmán y a un niño judío. Las escuelas se esfuerzan por crear un espacio donde la autoridad se base en la razón y la experiencia: esto es accesible a todos. En este sentido, y porque es para todos, la escuela no acepta ningún signo distintivo que marque deliberadamente y a priori la pertenencia de quienes acoge. Tampoco puede aceptar desviación alguna del plan de estudios o del horario. El respeto de las tradiciones no le concierne: sólo son respetables las tradiciones y diferencias que no contradigan los derechos humanos o el principio de libre examen. Sin embargo, al afirmar una creencia por encima de todas las demás, al afirmar una distinción natural entre los seres humanos, el pañuelo islámico contradice ambos principios.
Usted dice «acoger a todos los niños». Sí, pero eso nunca ha significado llevar con ellos a la escuela la religión de sus padres, tal como es. Tolerar el pañuelo islámico no significa acoger a un ser libre (en este caso una niña), significa abrir la puerta a quienes han decidido, de una vez por todas y sin discusión, hacerle doblar el espinazo. En lugar de ofrecer a esta joven un espacio de libertad, se le está diciendo que no hay diferencia entre la escuela y la casa de su padre.
Al autorizar de facto el pañuelo islámico, símbolo de la sumisión femenina, están dando un cheque en blanco a padres y hermanos, es decir, al patriarcado más duro del planeta. En definitiva, ya no es el respeto a la igualdad de sexos y al libre albedrío lo que impera en Francia.
Con una sola frase, ha desarmado usted a las miles de jóvenes musulmanas que luchan aquí y allá por su dignidad y su libertad. Su aliado más seguro contra el autoritarismo de sus padres era la escuela laica y republicana. Hoy la han perdido. Señor Ministro, ha hecho usted el ridículo de cambiar la liberación y la integración seguras y comprobables de las jóvenes musulmanas por la hipotética esperanza de un retorno a la tolerancia por parte de los fundamentalistas, enemigos por definición de la tolerancia.
Los partidarios del «nuevo laicismo», entre los que usted se sitúa, abogan por una tolerancia indiscriminada. Quieren una escuela abierta a las presiones comunitarias, religiosas y económicas, una escuela en la que cada profesor esté obligado a plegarse al entorno social, una escuela en la que cada alumno sea constantemente devuelto a sus padres, reducido a su condición, atado a sus «raíces»: es una escuela de predestinación social. Al mismo tiempo, se ofrece al mundo de los negocios y a los dignatarios religiosos: es una escuela en venta, una escuela sometida a la ley del entorno y a los particularismos externos. En nuestra sociedad, la escuela es la única institución consagrada a lo universal. Por eso los hombres y mujeres libres no están dispuestos a comprometer su independencia de principio, constantemente amenazada por los poderes fácticos, económicos, ideológicos o religiosos.
La neutralidad no es pasividad, ni la libertad es mera tolerancia. El laicismo siempre ha sido un equilibrio de poderes. En un momento en que las religiones vuelven a tener ganas de pelea, ¿deberíamos abandonar lo que usted llama «laicismo combativo» en favor de los buenos sentimientos? El laicismo es y sigue siendo una batalla de principio, como lo son la escuela pública, la República y la propia libertad. Su supervivencia requiere disciplina, sacrificio y un poco de coraje por parte de todos nosotros. Nadie, en ninguna parte, defiende la ciudadanía renunciando benévolamente.
La encarnación francesa de la democracia es la República. No es un mosaico de guetos donde la libertad para todos puede encubrir la ley del más fuerte. Dedicada al libre examen, vinculada al crecimiento del saber y confiada en la luz natural del hombre solo, la República tiene su fundamento en la escuela. Por eso la destrucción de la escuela aceleraría la destrucción de la República.
Tenemos el honor, señor Ministro, de informarle de que seguiremos acogiendo a los alumnos, no a la religión de sus padres. Comprenderá, pues, que hagamos un llamamiento a nuestros colegas de la enseñanza primaria, secundaria y superior para que manifiesten su acuerdo con este texto. Y habrá comprendido también, señor Ministro, que es un sentimiento de amistad republicana lo que nos ha impulsado a escribirle libremente: la República es para todos.