THE OBJECTIVE
Laura Fàbregas

Violencia trans contra librerías

«Hay una pulsión autoritaria inherente al ser humano que, en cada época, contexto o sociedad se expresa bajo distintas indumentarias» 

Opinión
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Violencia trans contra librerías

Altercados en la Casa del Libro de Barcelona por la presentación del libro 'Nadie nace en un cuerpo equivocado'. | Archivo

Quemar libros o intentar censurarlos tiene una connotación tan nazi que incluso a los más sectarios les da pudor caer en estas prácticas, por muy lamentable que sea la obra o por muchas tentaciones que puedan tener de hacerlo. Pero hay algunos que parecen gozar de patente de corso para tratar de actuar de esta forma sin que ni siquiera se discuta sus acciones, como son los activistas del colectivo trans

La semana pasada se celebró en Barcelona un juicio por el intento de boicotear la presentación del libro Nadie nace en un cuerpo equivocado (Deusto), en la Casa del Libro de Barcelona. La policía tuvo que proteger a los asistentes y hubo palos, golpes y amenazas de «quemar la librería»

Esta conducta, que excede al legítimo derecho de protesta, fue silenciada por la mayoría de medios y no solo no ha sido criticada por los responsables políticos, sino que destacados dirigentes de ERC acompañaron a los procesados al grito de que era otro acto más de «transfobia». 

Bajo esa etiqueta se intenta censurar cualquier obra o idea que cuestione los postulados de la ideología queer. Sin reparar que el Código Penal ya recoge cualquier intento de discriminación hacia estos colectivos y no se permite
que, bajo el paraguas de la palabra escrita, se pueda hacer apología de ningún tipo ni incitar a la violencia o al odio contra personas concretas. 

Hay una pulsión autoritaria inherente al ser humano que, en cada época, contexto o sociedad se expresa bajo distintas indumentarias ideológicas o identitarias. A veces, solo el paso del tiempo permite detectarla, porque se suele ser más permisivo o indulgente hacia sus acciones censurables cuando en la conversación pública gozan de popularidad.

«Una cosa son los trans de carne y hueso, quienes sufren disforia de género, y otros los activistas que lo erigen en una nueva ideología totalitaria»

La ideología trans se está convirtiendo en el elefante en la habitación que nadie quiere ver. Muchos activistas se creen autorizados para actuar violentamente y boicotear actos porque creen que los medios justifican su fin, que ya no es un mundo sin clases sino sin sexos. 

Una cosa son los trans de carne y hueso, quienes sufren disforia de género, y otros los activistas que lo erigen en una nueva ideología totalitaria. Para estos últimos, su proyecto de ingeniería social necesita adeptos, y por eso cada vez hay más niños y niñas a quienes se les trata de convencer de haber nacido en un cuerpo equivocado.

Solo hay que echar un ojo a los argumentos teleológicos de algunos de sus portavoces para constatar cómo quieren su propia sociedad utópica. Como en el pasado, para crear el hombre nuevo despojado, en este caso, del sexo biológico. Un fin imposible, un adanismo político pero un problema para los más indefensos, los menores.

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