Sánchez y su 'Mon-cloa-ca'
«Sánchez considera que, aunque le sigan derrotando leyes sus propios socios, seguir en la Moncloa le garantiza más recursos y poderes para poder defenderse»
Pedro Sánchez está rodeado por la corrupción. Son ya tres decenas los implicados directos en los distintos escándalos que carcomen su Gobierno, su partido y que asedian su entorno más personal y familiar. Asistimos a una caída libre de la vergüenza política y ética en la que no hay asomo de ningún tipo de explicación, confesión o responsabilidad.
Pocas veces se ha visto en una democracia occidental a un dirigente con esos niveles de irresponsabilidad moral, con esa adicción al poder y a la mentira, con esa soberbia que le impide cualquier disculpa o al menos de algún gesto de sentido de Estado. Envuelto en una perversión «neronista» que pareciera que hasta disfrutara y sonriera con esas crisis si no fuera por cómo tensa sus mandíbulas. No duda en buscar el efecto sorpresa para ejecutar políticamente, casi siempre por sorpresa, a sus más cercanos colaboradores en el Gobierno y el partido cuando considera que ya no le son útiles. Un cese rodeado de la más absoluta frialdad, silencio y distanciamiento. Sabe que así hace crecer el miedo en todos los que le rodean. Le encanta dar miedo. Tanto, que sus actitudes y narcisismo dan ya miedo a gran parte del país, incluidos muchos de sus correligionarios socialistas que son cada día más conscientes de que Sánchez no solo ha vampirizado al PSOE, sino que va a vampirizar las ideas de igualdad y solidaridad que eran la esencia del socialismo. No le importa nada. Es más, lo que de verdad le gustaría a nuestro presidente de Gobierno es poder dar mucho más miedo real a esa prensa libre y a esos jueces independientes que se atreven a publicar e investigar sus corrupciones.
Escribía este domingo Álvaro Nieto, el director de THE OBJECTIVE, que el hedor es ya insoportable y que es el momento de actuar. Y es cierto, porque Sánchez no se va a ir de motu proprio aunque el hedor siga creciendo. No tiene complejo de culpabilidad por ninguna de esas acciones que han socavado los pilares del Estado de derecho, de la Constitución o del Código Penal. Niega la realidad a través de nuevas mentiras y se ha atrincherado en la Moncloa dispuesto a resistir cualquier evidencia de corrupción. No le importa convertir la Moncloa en una Moncloaca. Sabe que tras esos años en los que ha impuesto un miedo cesarista tiene siempre fiel un pelotón de entusiastas que le defenderán a toda costa. Desde políticos con cargos que dependen de él a entusiastas tertulianos incapaces de ver ninguna viga de corrupción del gran líder. Pero cada vez son menos.
Los hechos son tozudos. Y la UCO más. Ojo, que el informe de la UCO no es ninguna sentencia judicial. Ya serán los tribunales a los que corresponda en cada caso determinar si son delitos o no esos hechos, que en su mayoría han venido siendo adelantados por esa prensa libre que no se ha dejado atenazar por el miedo. Ante las informaciones, especialmente las de su esposa Begoña Gómez, la única reacción presidencial ha sido lo que ha llamado Plan de acción democrática, que para muchos es un intento de controlar y amordazar a esa prensa libre no amiga.
Le gusta controlar. Desde el Tribunal Constitucional al gobernador del Banco de España. No son pocos los que se temen que ahora, a través del ministro de Interior, Grande-Marlaska, y de la nueva directora general de la Guardia Civil, tenga la tentación de intentar también controlar a la UCO. Muy difícil lo van a tener y si lo consiguieran sería ya la confirmación de la desaparición de otro garante de nuestro Estado de derecho. Puede parecer alarmista, pero ya está intentando hacer algo parecido el fiscal general del Estado, García Ortiz, que siguiendo el Plan de Sánchez tiene previsto crear una nueva unidad de la fiscalía especializada en delitos contra la Administración Pública. Una idea que ya ha recibido la oposición del Consejo Fiscal por entender que supone un intento de desviar casos que debe llevar la Fiscalía Anticorrupción a una unidad controlada directamente por el FGE.
«Sánchez está convirtiendo su permanencia ingobernable en la Moncloa en una cloaca donde desembocan todos los escándalos»
Ante cada nuevo dato escandaloso que de por sí supondría en muchos países ceses y dimisiones, aquí Sánchez sigue mintiendo. Mintió cuando hizo ese retiro victimista de cinco días, supuestamente para meditar su continuidad cuando lo que estaba haciendo era preparar su defensa, porque recordemos que él ya sabía que su esposa estaba siendo investigada por corrupción y tráfico de influencias. Miente ahora otra vez con la nueva versión que da sobre el viaje de la vicepresidenta venezolana Delcy Rodríguez a Barajas, como ya mintiera por dos veces en sedes parlamentarias, tanto en Congreso como en Senado, cuando lo explicó en su día.
Ahora intenta focalizar toda la culpa de todo en su antigua mano derecha, Ábalos, al que destituyó como ministro, pero al que también luego protegió dejándole como diputado para que estuviera aforado. Por eso, cuando ahora se ha sabido que el mismo día en que se reunió con la exvicepresidenta Nadia Calviño y con el omnipresente ministro Ábalos para aprobar las ayudas a Air Europa, Ábalos también se reunía con el responsable de la línea aérea, Javier Hidalgo, y con el comisionista Víctor de Aldama y también en el mismo día en que Begoña Gómez se reunía con el propio Javier Hidalgo muchos dudan de que sea una coincidencia, una triple coincidencia.
«El hedor es insoportable», escribía Álvaro Nieto, porque además llegan nuevos escándalos como el del IVA de los hidrocarburos que ha llevado a Aldama a prisión incondicional y con la noticia publicada por THE OBJECTIVE de que un socio de Aldama confesaba que «habían llevado 90.000 euros en bolsas a la sede del PSOE» y desvelaba pagos de hasta 600.000 euros.
Algo hay que hacer. Políticamente, una moción de censura permitiría a Sánchez desviar el foco y volver a recibir el apoyo de todos sus socios. Esos socios que no se manifiestan ante la corrupción porque el presidente los tiene dopados con todo tipo de dádivas. Desde concesiones a Bildu que permiten rebajar la permanencia en prisión de más de 40 presos etarras a conciertos de financiación para Cataluña que rompen la igualdad y la solidaridad en España. Unos socios que siguen chantajeando a Sánchez, pero que tampoco quieren matar a su gallina de los huevos de oro.
El PP ha decidido medidas legales y anuncian una querella contra el PSOE en la Audiencia Nacional «por presunta financiación ilegal, cohecho y tráfico de influencias». Piden la dimisión del presidente por lo que ya llama directamente «trama Sánchez». Rodeado de escándalos muy serios y con serias divergencias internas en su propio partido, Sánchez está convirtiendo su permanencia ingobernable en la Moncloa en una cloaca donde desembocan todos los escándalos. Considera que, aunque le sigan derrotando leyes sus propios socios, seguir en la Moncloa le garantiza más recursos y poderes para poder defenderse. Lo que no se sabe es por cuánto tiempo resistirá nuevos escándalos.