THE OBJECTIVE
César Calderón

Es hora de hacer política

«Coincidiendo con la crisis de 2008 y con la eclosión de las redes sociales como el gran canal para la agitación y propaganda nos encontramos en otro mundo»

Opinión
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Es hora de hacer política

Alejandra Svriz

Uno de los efectos más venenosos de nuestro trumpismo de andar por casa, un verdadero prodigio capaz de aparentar progresismo con una mano mientras que con la otra dinamita pieza a pieza los pilares del estado de derecho con la pericia de un zapador de los tercios viejos de Flandes, es el cambio que ha producido en la propia idea de «hacer política».

Los que iniciamos nuestra militancia política en plena adolescencia, en mi caso en un partido trotskista monísimo del que salí huyendo tras una asamblea de 5 horas en la que en plenas movilizaciones estudiantiles, el objeto del debate era las verdaderas intenciones de Lev Davidovich Bronstein cuando escribió La revolución traicionada aprendimos otra política, una en la que además de la legítima lucha por el poder tanto dentro del partido como en la sociedad española, se cultivaba una cierta pasión por el debate, por la confrontación de ideas y de proyectos, por el trabajo militante, por realizar proyectos que incidiesen en la vida de las personas.

Se debatía dentro del partido utilizando todas las armas dialécticas, sin hacer prisioneros (daba igual si era una organización de derechas o de izquierdas) para salir después a la sociedad exponerles esos proyectos que les ayudarían a vivir un poco mejor.

No estoy seguro de en qué momento cambió todo esto, pero de pronto, probablemente coincidiendo con la crisis de 2008 y sobre todo con la eclosión de las redes sociales como el gran canal para la agitación y propaganda nos encontramos en otro mundo, las reglas de juego habían cambiado.

Los partidos, bueno, muchos de ellos,  han mutado en estructuras «guadiana», esto es, aparecen cuando se produce una convocatoria electoral y después de la misma se volatilizan renunciando a su papel de control de las políticas del ejecutivo que han patrocinado. La militancia y el cuerpo de votantes, en lugar de ejercer su papel de control del gobierno al que han votado, se transforman en una suerte de barra brava del mismo en la los votantes mutan en pretorianos y se dedican a ejercer de martillo de herejes, olvidando su responsabilidad de ejercer el preceptivo control ciudadano de la acción de gobierno.

La respuesta a esta situación no es sencilla y la tentación de meterse en el barro para tratar de sacar tajada es enorme, pero la solución no está ahí sino que  pasa necesariamente por elevar el debate, devolver la pelota al césped y a llenar de contenidos  eso que llamábamos «hacer política».

«El PP no llegará al Gobierno encabezando una manifestación, por muy legítima que sea, ni empuñando la espada flamígera de la batalla cultural»

Es decir, el Partido Popular no llegará al gobierno encabezando una manifestación, por muy legítima que sea,  ni empuñando la espada flamígera de la batalla cultural sino convenciendo a los españoles de que es el mejor garante de eso de «hacer política»  vuelva a tener en el centro las necesidades, problemas, deseos y anhelos de los ciudadanos de nuestro país.

Política de conciliación, de empleo, de vivienda. Política de inmigración, de seguridad, de productividad.

Política para igualdad de todos los españoles independientemente de la región que vivan, política grande, seria, de estado.

Es hora de hacer política.

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