La ideología y la estrategia de la derecha
«La derecha tiene que defender sus principios sin buscar el aplauso de ‘establishment’ de la corrección política, que ni cree en España ni en la libertad»
Llevamos unos días en los que no se habla de otra cosa que de Errejón. Se habla tanto que no me extrañaría nada que haya sido una trampa que los hijos de las tinieblas nos quieren tender a los hijos de la luz para que perdamos de vista asuntos aún más importantes.
Y el asunto verdaderamente más importante que tenemos es encontrar el camino para ilusionar a los españoles con un proyecto que nos lleve a rechazar el cambio de régimen a que nos está conduciendo Sánchez con su coalición Frankenstein.
Elaborar ese proyecto y ofrecérselo a los ciudadanos es la principal responsabilidad de la derecha española.
Lo que siempre se ha llamado la derecha tendría que tener claro que los principios que la sostienen y a los que nunca puede renunciar ni traicionar son dos: España y la libertad.
Decir España es decir la historia, la lengua y la cultura de España.
«España son todos los españoles que lo fueron antes que nosotros y también los españoles que vendrán después»
La historia es una historia muy larga (D. Antonio Domínguez Ortiz tituló uno de sus libros España, tres mil años de historia), en el centro de la civilización occidental, con sus luces (como la Reconquista, que libró a España de caer en manos del Islam, o la llegada a América para llevar allí esa civilización) y sus sombras (como las guerras civiles y los enfrentamientos fratricidas), que tenemos que conocer para no repetir lo que nos llevó a ellas.
La lengua, hija del latín, en la que se han escrito, desde hace un milenio, algunas de las obras literarias más importantes de la historia de la Humanidad, y que se ha extendido por todo el mundo hasta llegar a los 600 millones de habitantes que hoy la tenemos como lengua materna.
Y la Cultura que, desde Tartessos hasta Picasso, pasando por los monumentos romanos, las catedrales y genios como Cervantes, Velázquez o Goya, es también, sin discusión, una de las más ricas del mundo.
Todo esto es España. Y la derecha, además de estar contenta por haberlo heredado, tiene que hacerlo suyo y defenderlo con valentía ante los enemigos que, sobre todo desde dentro, y no tenemos más que mirar a Frankenstein, la atacan y quieren destruirla. Pero no sólo, también desde fuera, porque la Leyenda Negra sigue viva.
«La libertad es condición imprescindible para que nunca seamos siervos del Estado»
Pero España es algo más. España son todos los españoles que lo fueron antes que nosotros y, muy importante, España son también los españoles que vendrán después de nosotros y a los que tenemos que dejar la mejor herencia posible.
Luego tenemos el otro pilar ideológico de la derecha: la libertad. La libertad no como algo abstracto sino como la condición imprescindible que los ciudadanos tenemos que tener para desarrollar nuestras vidas, de manera que nunca seamos siervos del Estado y que, por el contrario, sea el Estado el que nos garantice esa libertad.
Muchos de los componentes del Frankenstein que ahora está en el poder consideran que la libertad tiene que someterse a lo que ellos llaman la igualdad. Y cualquiera que estudie un poco la historia del último siglo sabe que siempre que en nombre de la igualdad se ha limitado o eliminado la libertad el resultado ha sido que no ha habido ni libertad ni igualdad. Para mí la única igualdad por la que hay que luchar es la igualdad ante la ley, puesto que los seres humanos somos todos diferentes.
A mí no se me ocurre cómo es posible que, teniendo esos dos principios tan atractivos como base de su pensamiento, de su ideología y de sus propuestas políticas, la derecha tenga tantos problemas para sobrepasar a esa coalición Frankenstein, que ni cree en España ni cree en la libertad.
«¿No habrá llegado la hora de que hagamos todo lo posible por unirnos, al menos, en la defensa de España y la libertad?»
¿No será que algo estamos haciendo mal los dos partidos que, hoy en España, nos presentamos ante los ciudadanos como representantes de lo que siempre se ha llamado la derecha, el PP y Vox?
¿No habrá llegado la hora de que hagamos todo lo posible por unirnos, al menos, en la defensa de esos dos principios fundamentales?
¿De que el PP haga público el rechazo de las duras palabras descalificadoras de Pablo Casado contra Santiago Abascal cuando la moción de censura que éste presentó frente a Pedro Sánchez en octubre de 2020?
¿Y de que Vox deje de insistir en lo que le separa del PP (la crítica al Estado Autonómico o su posición ante la Unión Europea, por ejemplo) para buscar lo que nos une?
Lo que, desde luego, está muy claro es que la derecha en su conjunto tiene que tener claro cuáles son los principios que defiende, y que lo haga sin el menor complejo y sin buscar nunca el aplauso del establishment de la corrección política, que, por supuesto, ni cree en España ni en la libertad.