Ni Presupuestos ni vergüenza
«Sánchez está plenamente hipotecado por los esotéricos apoyos parlamentarios a los que ha tenido que recurrir para seguir en el palacio que ocupa»
Bueno es recordar que el Gobierno de Sánchez acumula ya un mes de retraso en la obligada remisión al Congreso de los Diputados del proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado pues, según la Constitución -artículo 134.3-, debería haberlo enviado el pasado 30 de septiembre. Claro que en esto de incumplir las obligaciones constitucionales de carácter presupuestario, Pedro Sánchez es reincidente. El año pasado no es ya que incumpliera el plazo de remisión, es que ni siquiera lo remitió.
Al margen de los incumplimientos señalados, lo que parece vislumbrarse es que Sánchez no será capaz tampoco este año de lograr que le sean aprobados los presupuestos generales del Estado. Así lo parece, pues además de las dificultades habituales que tendría para conseguir el apoyo de Junts, Podemos ha hecho público que no votará a favor del proyecto si el Gobierno no procede a romper relaciones con Israel y obliga manu militari -¿cómo se haría eso?- a que los propietarios de viviendas arrendadas rebajen en un 40% el precio de su arrendamiento. Pese a que desde que está en La Moncloa el proceder de Sánchez consiste en ceder todo ante todos aquellos de los que depende su permanencia en el palacio, en esta ocasión no parece factible que pueda dar cumplimiento a las exigencias de los de Pablo Iglesias que, por otra parte, parecen diseñadas para eso, para que sean imposibles de aceptar.
De modo que, si no cambia radicalmente el escenario, puede que tampoco haya presupuestos para 2025 y que el Gobierno deba seguir con los provenientes de la legislatura pasada. Se trata de una anomalía estadística que, en todo caso, no puede más que agravarse. No resulta impensable que Pedro Sánchez llegue a 2027 -como es su objetivo reiteradamente declarado- sin haber logrado aprobar un solo presupuesto en toda la legislatura. Como de acuerdo con los manuales de Hacienda Pública, los presupuestos son el plan económico de un Gobierno, así se desprende también de la definición constitucional que los define como el documento que «incluye la totalidad de los gastos e ingresos del sector público estatal», de suceder lo que hemos considerable posible, sucedería que durante cuatro años habríamos sido gobernados sin plan económico alguno. Qué barbaridad. Qué desatino. Qué desastre.
Sin adelantar acontecimientos, lo cierto es lo expuesto al principio: Que no habiendo presentado el año pasado el proyecto de presupuestos al Congreso, en este año el Gobierno lleva ya un mes de retraso en su envío y nada apunta precisamente a que vaya a ser enviado en loa próximos días. Esto es una vergüenza sideral por la que, sin embargo, Sánchez no parece avergonzarse. Obviamente, nuestro presidente tiene muy bajito, casi a ras de suelo, su nivel de vergüenza.
«Que Yolanda Díaz siga siendo vicepresidenta del Gobierno es una auténtica vergüenza, política y ética»
La circunstancia enunciada, que Sánchez no tiene vergüenza -literalmente, sería entonces un sinvergüenza-, lo estamos viendo y lo vamos a ver en los próximos días también por un hecho ajeno a la economía. Conocido públicamente el errejonazo, hemos podido contemplar varias ruedas de prensa dadas por compañeros y excompañeros del presunto -de momento- agresor sexual. Y, finalmente, hemos podido escuchar a su lideresa, Yolanda Díaz que, tras varios días missing, ha atendido a los periodistas para balbucear torpe y reincidentemente hitos y fechas con objeto de intentar escurrir la enorme dimensión de su responsabilidad en la elección de Errejón como candidato al Congreso y, ya diputado, en la de su nombramiento como portavoz parlamentario de Sumar y, por lo tanto, como co-portavoz del Gobierno en el Congreso. Y ello, pese a que todo indica que en los dos momentos ella tenía conocimiento de la execrable conducta contra las mujeres de su íntimo colaborador.
Que, dado lo anterior, Yolanda Díaz siga siendo vicepresidenta del Gobierno es una auténtica vergüenza, política y ética. Otra más que apuntar en la mochila de Sánchez. Si éste estuviera a la altura moral que exige el puesto que ocupa, tendría que haberla cesado ya. Pero no puede, no tiene las manos libres como no las tuvo para cesar a ningún ministro de Podemos en la pasada legislatura y mira que varios hicieron méritos holgados para el cese. Pero no, Sánchez no es libre, está plenamente hipotecado por los esotéricos apoyos parlamentarios a los que ha tenido que recurrir para seguir en el palacio que ocupa. Y eso es vergonzoso.
De manera que los españoles tendremos que seguir sufriendo la permanencia en el Gobierno como vicepresidenta de una política que ha quebrado toda referencia moral o ética en la elección de uno de sus más íntimos colaboradores. Que ha elevado a un puesto relevante a un posible delincuente sexual. Que quizás hasta haya colaborado a encubrir sus posibles delitos. Y que, además, nos ha mentido al darnos sus pretendidas explicaciones.
Finalizo refiriéndome al título de esta pieza. Visto lo visto, escuchado lo escuchado y leído lo leído, tan solo cabe concluir que el Gobierno de Sánchez con éste a la cabeza no tiene ni presupuestos ni vergüenza. Y aunque no es precisamente un cineasta de mi agrado, parafrasearé a Almodóvar para preguntarme ¿Qué hemos hecho los españoles para merecer esto?