De catástrofes y patriotismo
«La ira y las masas enfurecidas son como los genios de los cuentos árabes, una vez que se sacan de la botella es muy difícil volverlos a meter»
Los norteamericanos distinguen, a mi modo de ver con acierto, entre el patriotismo, una virtud política que hace que ciudadanos y representantes sitúen el bien de la nación y sus instituciones por encima de sus propios intereses personales, y nacionalismo, que sería algo así como su enfermedad infantil, una fiebre que abogaría por la homogeneidad lingüística y cultural que de no cortarse a tiempo puede tener graves consecuencias para el paciente.
El patriotismo, como ven, no consistiría por tanto en darse golpes de pecho, portar banderas ni en cantar himnos con voz engolada cuando juega cualquier selección deportiva, sino en pensar preferentemente en el bien de la patria, especialmente en los momentos complicados.
Momentos como el que estamos viviendo en estos momentos en nuestro país y en los que la indignación ciudadana, legítima sin duda, si es azuzada desde la plaza pública puede convertirse en algo muy peligroso…
Momentos en los que convendría que quienes tenemos la posibilidad y la suerte de tener una tribuna, nos pensásemos dos y tres veces las cosas antes de dar rienda suelta a nuestros instintos y a nuestros sentimientos, porque la ira y las masas enfurecidas son como los genios de los cuentos árabes, una vez que se sacan de la botella es muy difícil volverlos a meter.
«Hay que volver la vista hacia el patriotismo, especialmente quienes se dicen patriotas para mirar la situación con perspectiva y contribuir a la solución de la misma»
La historia nos enseña que es precisamente en momentos como este, momentos de crisis nacionales, cuando muchos países se han deslizado por la pendiente del populismo y no solo no han conseguido superar la situación sino que la han agravado.
Y es que es precisamente en estos momentos en los que hay que hay que volver la vista hacia el patriotismo, especialmente quienes se dicen patriotas para mirar la situación con perspectiva y contribuir a la solución de la misma.
Sin duda una misión complicada teniendo en cuenta la catadura moral de un gobierno que tuvo la poca vergüenza de quitarse de enmedio endosando el marrón a las autoridades autonómicas, y además de hacerlo en rueda de prensa retransmitida por todos los canales y que no ha sido capaz de liderar la respuesta a la tragedia, pero si fuera sencillo ser un patriota no tendría ningún mérito.