Pelotas de barro
«Hemos visto a un Gobierno a la fuga, a una Reina llorando y a un Rey con la cara llena de barro que se dirige a dar explicaciones y consuelos que les hurtó quien debería darlas»
El pasado se archiva lentamente, pero lo que ha ocurrido en Valencia jamás lo olvidaremos. El carrusel de la Historia se decide en días como este, en momentos decisivos, de crisis. Porque han sido cinco días de abandono. Toda España esperaba una orden para sacar al ejército y la ayuda llegó tarde y con cifras ridículas.
Todo es tristeza en esta semana de difuntos, desaparecidos, santos y héroes anónimos. Una riada de letanía y lamento atraviesa España y el domingo el presidente fue agredido con pelotas de barro al huir de la comitiva. Una imagen que quizás consuma la ruptura entre la España desgobernada y su desgobierno.
Hemos visto que el Rey se quedaba en la zona cero (con Mazón), a pesar de no tener ningún poder ejecutivo ni, por tanto, responsabilidad mientras el otro (mejor dicho, el uno) ha huido por la barranquilla. Minutos después, lloraban lágrimas de rojo. Al parecer lo que más les preocupaba ayer a las izquierdas no es la llegada de ayuda vital, sino perder el relato.
Juraré que hemos visto a un Gobierno a la fuga, a una Reina llorando y a un Rey con la cara llena de barro que se dirige a dar las explicaciones y los consuelos que les hurtó quien debería darlas. Ayer, en Valencia, empezaba la Historia de España nuevamente. Letizia, antes bella de distancias y hoy reina del pueblo, comprendía también que esto no va de relato, va de humanidad.
Sánchez tenía a mano la declaración del estado de alarma y más de cien mil militares esperando una orden que refrena. Le ha faltado humanidad. Hemos visto que los mecanismos existen y el Estado también, el problema ha sido el bloqueo de estos mecanismos por cálculos miserables y un completo desgobierno.
Hemos visto, en las horas decisivas, al Gobierno haciendo política al servicio de intereses de camarilla. A la izquierda hablando de elementos marginales y extremistas para referirse a los ciudadanos que le abucheaban en la comitiva, intentando levantar un relato que hace aguas. No, no tenemos un Estado fallido (aunque hacia ahí nos dirijan), sino un Gobierno inmoral.
Y hemos visto una imagen de dignidad y solidaridad masiva, un ejército de españoles que ha puesto lo que tenía al servicio de quienes lo han perdido todo, supliendo con sus propias manos lo que inexplicablemente no hace el Gobierno central.
Ojalá ver pronto cómo las instituciones se reconstruyen y, después, sacar las lecciones, no olvidar. El carrusel triste de la Historia nos va mostrando quienes son buenos gobernantes. Aparecen en los momentos difíciles, toman decisiones cuando es necesario, asumen responsabilidades, abrazan al pueblo en un momento de crisis. El museo del futuro está ya en marcha, las pelotas de barro se dirigen al presidente. La maquinaria no funciona, el relato de la izquierda ya no puede suplir la falta de escrúpulos.