THE OBJECTIVE
Anna Grau

A los americanos esto no les pasa

«Bajando al barro y obligando tanto al Gobierno central como al autonómico a hacerlo también, Zarzuela ha arrancado las caretas a todo el mundo»

Opinión
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A los americanos esto no les pasa

El rey Felipe habla con vecinos de Leitur durante su visita este domingo. | Biel Aliño (EFE)

Cuando en el año 2005 el huracán Katrina, uno de los cinco más mortíferos de toda la historia de Estados Unidos, se abatió sobre Nueva Orleáns, sucedieron muchas cosas humanamente estremecedoras. Como ahora en Valencia. Yo me quedé con una que creo que viene muy al caso ahora. Un matrimonio de mediana edad se presentó en la residencia de ancianos donde llevaba tiempo ingresada la madre de ella. 

-Nos la llevamos -anunciaron.

-Pero eso es imposible -les informaron las autoridades de la residencia-, no se puede, no está permitido, y además hay que hacer todo un papeleo…

-Nos la llevamos- se limitaron a repetir.

-Su madre va a estar más segura aquí que en ninguna otra parte, esto que ustedes quieren hacer es una grave irresponsabilidad…

-Nos la llevamos.

Y así lo hicieron, ante el pasmo del personal que, no mucho después, abandonado a su suerte por unas autoridades muy poco previsoras y totalmente desbordadas, acabó huyendo a su vez. El ejército encontraría después muertos en sus camas a unos cuantos mayores que no tenían la suerte de tener hijos así.

Así de buenos hijos, pero también así de americanos, vamos a decirlo todo. Hoy que se vota lo que se vota en ese gran país (el más poderoso de la tierra, repiten todos de memoria… sin revisar quizá si el dato sigue vigente), conviene recordar que una diferencia fundamental entre un ciudadano estadounidense y un ciudadano europeo, es que el primero no se hace ilusiones de que el Estado le vaya a solucionar gran cosa. Cuando pintan bastos, la iniciativa privada sólo confía de verdad en sí misma. No en vano los westerns se inventaron ahí.

Se supone que aquí tenemos otra tradición. Esperamos otra cosa de las Administraciones. De todas ellas. Nos creemos (o creíamos) las alarmas que entran en el móvil. Nos creemos (o creíamos) que si no entran, es por algo. Por eso cuando todo eso falla, el chasco es infinito.

A todos los que sugieren que los Reyes no tenían que haber ido a Paiporta el pasado domingo, que eso fue un error y tal y tal, yo les voy a sugerir un ejercicio. Imagínense que van don Felipe y doña Letizia y a la que los vecinos empiezan a gritar, echar barro, apedrear e insultar, aguantan el tipo, como efectivamente lo aguantaron, pero el diálogo con la gente hubiera sido así:

Gente: «¡No hay derecho! ¡Nos habéis dejado solos!»

Reyes: «No es culpa nuestra, eso es culpa de Carlos Mazón»

Gente: «¡No tenemos agua, ni nada que comer, y hace tres días que no sé nada de mi padre!»

Reyes: «Nosotros no tenemos nada que ver, eso es culpa de Pedro Sánchez»

Gente: «¡Agarrad una pala, joder!»

Reyes: «La monarquía no está para achicar agua. Buenas tardes»

¿A que no fue así? Esa es la diferencia entre los responsables políticos e institucionales tan obsesionados con el relato propio que no ven el relato ajeno ni teniéndolo delante de las narices y aquellos que, por muy encumbrados que estén o anacrónicos que parezcan, no pierden el contacto con la realidad. En Estados Unidos se apañan con lo que tienen porque no tienen reyes. Un rey demuestra para lo que sirve cuando pone las luces largas. Cuando no piensa en términos de elecciones sino de generaciones. En términos de legado y no de mero relato.

Si nos ponemos estupendos y meros relatores, está claro por qué a la Moncloa le ha fastidiado tanto la visita regia a la Zona Cero de la DANA. Está claro que, hasta ese preciso momento, Sánchez le estaba ganando el relato a Mazón. El presidente valenciano ha fallado a sus ciudadanos. Y cómo. El presidente español pudo suplir sus carencias y entrar al quite con todas las potencias del Estado y tampoco lo hizo. Pero, con las competencias en la mano, lo tenía más fácil para ponerse de perfil. Bajando al barro, literalmente, y obligando tanto al Gobierno central como al autonómico a hacerlo también, Zarzuela ha arrancado las caretas a todo el mundo.

¿Era ese el objetivo de los Reyes? No creo. Pero tampoco me habría parecido ni medio normal que se quedaran encerrados en palacio por no poner en evidencia a otra gente. Dando la cara como la dieron, aguantando el chaparrón de ira que aguantaron, ¿solucionaron algo en la práctica? No, pero el pueblo y el corazón tienen razones que los asesores políticos no entienden. La anciana de la residencia de Nueva Orleáns rescatada por sus hijos de la furia del Katrina no vivió mucho más, porque cuando se está ingresado en una residencia, es por algo. Pero entre morir sola y abandonada como un perro en mitad de la tormenta, o ver que tus hijos se parten la cara con quien sea para sacarte de ahí, va un mundo de diferencia. Puede ir incluso la diferencia entre un Estado fallido o uno creíble.

«Si la DANA hubiera golpeado Cataluña, ¿pondría fin el ‘heroico’ expresident a su ‘exilio’ para visitar a los damnificados?»

La gente no es tan infantil como ellos se creen. No espera milagros, ni siquiera en Europa. Espera que se haga todo lo posible. Del mismo modo que la riada de voluntarios cruzando los puentes a pie hizo más por mantener viva la esperanza en que las instituciones existen y sirven para algo, que las instituciones mismas. Esos voluntarios le compraron tiempo al Gobierno. A los gobiernos. Para enmendar sus errores.

Luego están los que siempre pescan en río (o en barro) revuelto. Sin duda habría en Paiporta algún ultra agazapado, esperando su oportunidad. Ya es casualidad que sin ir más lejos ese mismo día se publicara en un respetable diario nacional un artículo de un antaño distinguido escritor llamando a descuartizar a nuestros gobernantes y a exponer sus restos a la carroña. Saben, por menos de esto hay raperos repugnantes con condenas de cárcel. Y bien condenados me parecen.

Pero cuando has fallado, has fallado, y no valen excusas. A los Reyes no les arredró ni por un segundo la evidencia de que también habría quien intentara sacar tajada de sus imágenes con las caras manchadas de barro. Cuando a uno le da igual todo y sólo busca una excusa para sacar sus miserias a pasear, todo vale. Como Carles Puigdemont celebrando en Twitter que la monarquía saliera de Valencia «embarrada y con el rabo entre piernas». Se creerá el ladrón que todos son de su condición. Si la DANA hubiera golpeado Cataluña como ha machacado Valencia, ¿pondría fin el heroico expresident a su exilio para visitar a los damnificados? ¿O les mandaría una postal desde Waterloo?

A ver si aprendemos todos de una vez que esto que ha pasado es tan grave que aquí no hay relato ni estrategia política que valga. No hay excusas. Sólo una necesidad infinita de humildad y de verdad. Y ahora, ¿podemos volver todos al trabajo? Que esta noche votan en Estados Unidos, y, según quien gane, tenemos que dar lecciones de democracia a todo el mundo.

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