Solo les preocupa el puto relato
«La antipolítica es, entre otras cosas, suspender el pleno del Congreso en solidaridad con los afectados para luego aprobar la reforma de RTVE»
Aún en los días más trágicos de Valencia se abren paso los politólogos, asesores —y todos esos sujetos que pululan alrededor de los partidos— para hablar de la importancia del relato. El maldito relato. El puto relato. Obsesionados por controlar el mensaje, manejar las claves mediáticas, buscar el mejor consultor de comunicación. «El relato está perdido» es una frase que, aun con la gente esperando a enterrar a sus familiares, debería hacer reflexionar, cuando no callar, a estas personas que viven del humo. La batalla no es por la gestión, ¿a quién demonios le pueden interesar eso de gestionar?, sino que la guerrilla es por el relato. Politólogos de Getafe, residentes en un bloque con ladrillo cara vista, se deben pensar que esto es El ala Oeste de la Casa Blanca.
Hasta que los muertos encuentren sepultura, no. Hasta que los vivos vuelvan a la máxima normalidad a la que se puede aspirar en esta vida interrumpida, no. Hasta que las calles parezcan justo eso, y se pueda ir a comprar el pan, a llevar al crío al cole, a besarse en un banco de la plaza, no. Hasta que nada de eso pase, no toca el relato. El puto relato. Y entiendo que los políticos, nuestros queridos políticos, anden buscando un asidero en el que sujetar sus excusas de malos gobernantes. El relato era antes, señorías. El relato hubiera sido prever con antelación la peligrosidad que se hizo real hace una semana en Paiporta, Chiva, Cheste, Utiel, Requena, Alfafar o Massanassa… La comunicación debería haber sido el grito de peligro que se ceñía a esa zona que había vivido, hace décadas, otras riadas mortales.
Deben saber los representantes del pueblo que ese pueblo al que dicen liderar está a otras cosas. Que los vecinos de las localidades inundadas están en el trabajo que mancha, el de las botas, el barro y los recuerdos tirados por las aceras. Y no digo con esto que la ministra de Igualdad tenga que coger una pala y marchar a Valencia, aunque no comprendo la necesidad de la —¡Tercera!— reunión operativa para ver los efectos de la DANA en materia de Igualdad. Una reunión donde se ha podido ver a la señora Redondo con un papelito y notas del tipo «este es nuestro momento». Ah, este debe ser el maldito relato. El mensaje donde se veía el papelito sostenido por Redondo lo eliminaron de las redes, porque el relato debe ser un truco de magia. Te corto con un serrucho y que el populacho crea que es real.
Ha cundido entre los corifeos habituales aquello del peligro de la antipolítica. Un mensaje viral en las redes sociales es que los políticos (esto es, el Estado) han abandonado a los valencianos ante la catástrofe. Oh, no saben el auténtico temor que corre por mis dedos agarrotados escribiendo estas líneas mientras me atenaza la antipolítica. Pretenden hacer ver que hay que creer en ellos como políticos, tras haber abandonado a miles de personas a su suerte, sin luz, sin agua, entre muertos, en ocasiones entre sus propios muertos, con saqueos y ante la incertidumbre de qué día llegarán a ayudarles. La antipolítica sois vosotros. La antipolítica es, entre otras cosas, suspender el pleno del Congreso en solidaridad con los afectados para luego aprobar la reforma de RTVE o que lleguen antes bomberos franceses a las localidades golpeadas que un solo miembro español.
«Pero el relato, el jodido relato, es que la administración valenciana, como es conocedora de primera mano sobre el terreno, debe saber lo que hay o no»
«Si necesitan más apoyo que lo pidan», dijo Sánchez. La están pidiendo los ciudadanos, presidente. Lo llevan pidiendo desde hace más de una semana. Y si se tiene que pasar por encima del paralizado Carlos Mazón y tomar el mando que se haga, y si es inconstitucional, será la más alegre inconstitucionalidad de todas las hechas hasta hoy. Pero el relato, el jodido relato, es que la administración valenciana, como es conocedora de primera mano sobre el terreno, debe saber lo que hay o no. Lo que piden o no. Y el pueblo, y miles de voluntarios, seguirán mañana y hasta que haga falta haciendo lo que importa. Deben estar tranquilos sus señorías, no habrá cambio de régimen ni se moverán los cimientos del Estado porque haya ciudadanos indignados hasta los topes.
Quizá solo sea algo tan sencillo como que no creen en ustedes. En esos que han hecho que localidades pegadas a la tercera urbe más importante de la nación, cuarta economía de la Unión Europea, haya estado en el desamparo más absoluto. Y ahora sigan con el relato, el puto relato. Lo que más les preocupa.