THE OBJECTIVE
Francisco Sierra

Todo es fango

«No tenemos leyes para castigar la negligencia política. Si las hubiera, la lista de acusados sería larga y podría abarcar a muchos de nuestros dirigentes»

Opinión
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Todo es fango

El presidente de la Generalitat valenciana, Carlos Mazón (i) y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (d), durante una reunión en el Centro de Coordinación Operativo Integrado (CECOPI) de la Comunitat Valenciana, a 31 de octubre de 2024, en L'Eliana, Valencia. | Jorge Gil / Europa Press / ContactoPhoto

Pasan los días y el dolor permanece, la tristeza crece y la indignación se dispara. Pasan los días y el espectáculo político asquea hasta convertirlo todo en fango.

Más de doscientos muertos y casi un centenar de desaparecidos. La mayor tragedia provocada por una catástrofe natural de España en décadas. Muerte de gente inocente arrollada por ríos de lodo de los que nadie avisó. Miles de damnificados que los han perdido todo: viviendas, muebles, comercios, vehículos, cosechas. Días de abandono sin agua, ni luz, ni comida, ni ayudas. Y miles y miles de voluntarios procedentes de toda España y de algunos países europeos demostrando que lo importante desde el primer momento no es la lucha política, sino la ayuda inmediata.

En esos momentos decisivos en los que nuestros políticos tenían que demostrar su valía, en los que cada minuto que pasaba era crucial para prevenir, avisar o ayudar a los ciudadanos a salvar sus vidas, nuestros políticos fallaron. Fallaron en esos momentos. Y fallaron al día siguiente y al siguiente y al otro.

La incompetencia, torpeza y peligrosa ingenuidad del presidente valenciano Carlos Mazón y de todo su gobierno autonómico es de una irresponsabilidad terrible. Sin entrar en guerras horarias sobre lo que ocurrió del día de la tragedia, hay un hecho evidente y cuya sentencia es inapelable. Todos los afectados coinciden en que «nadie les avisó» y que cuando se recibieron las alertas fue muy tarde. Estremece escuchar a Salomé Pradas, la consejera valenciana de Interior, y responsable de las Emergencias de la Generalitat, reconocer que ni siquiera sabía que existía el sistema de alertas hasta minutos antes de que se enviara esa alerta que al final se envía por el riesgo de rotura de la presa de Forata. Algo que afortunadamente no ocurrió al final. Es la persona que está al frente de la gestión de la crisis de la DANA. La incompetencia de la Generalitat fue y sigue siendo bestial.

Tan gigantesca que es incomprensible que el Gobierno central haya hecho dejación continua de su obligado deber constitucional y moral de declarar la situación de emergencia nacional. Por eso estremece también saber que el presidente Sánchez en ningún momento se planteó, ni sigue planteándose, elevar a un nivel 3 la situación y asumir el control y coordinación de la gestión de la tragedia. Ha preferido dejarlo todo en manos del gobierno autonómico. El deber constitucional de la Moncloa era haber actuado desde el minuto uno. Y no lo hizo. Mazón tardó y Sánchez esperó. Incluso cuando ya desde Valencia se pedía la presencia del Ejército, Defensa anunciaba el, a todas luces tardío e insuficiente, envío de solo cinco mil militares. 

Era tan aberrante la racanería de la ayuda de Margarita Robles que, en horas, ella y Marlaska rectificaron y decidieron abrir el grifo con el envío de miles de militares, guardias civiles y policías nacionales. Tarde, pero siempre bienvenidos. Tan tarde que nadie entiende que no se movilizara en las primeras horas de extrema urgencia a esos más de tres mil militares que están acuartelados en instalaciones que están a menos de cien kilómetros de las localidades más afectadas. 

No tenemos leyes para castigar la negligencia política. Si las hubiera, la lista de acusados sería larga y podría abarcar a muchos de nuestros dirigentes nacionales y autonómicos. La verdad, como el agua, siempre fluye. Puede tardar, aparecer en tromba o ser un hilo que se infiltra por todas partes y no deja de circular hasta que sale a la superficie. Al final siempre acaba apareciendo. Ya estamos viendo que cada día se conocen nuevos datos de la incompetencia o negligencia de todos. O qué decir de ese aviso de la Seguridad Nacional a la Moncloa de la peligrosidad de la DANA doce horas antes de que ocurriera. Esa reunión, de la que informa el diario ABC y que cuenta la reunión del gabinete de crisis presidida por la vicepresidenta María Jesús Montero, Sánchez volvía del viaje a la India, con la presencia de Bolaños, Marlaska, Robles y Teresa Ribera. Nada hicieron.

Y qué decir de la abducción precisamente de la responsable del ministerio de Transición Ecológica desde el que se gestionan todas las confederaciones hidrográficas. Teresa Ribera es la responsable directa de la Confederación Hidrográfica del Júcar. La responsable de las políticas de prevención de nuestros ríos y a la que el Partido Popular apunta ahora su tiro de preguntas en Congreso y Senado. Ribera no ha hablado. Y desde su ministerio avisan de que no irá a sede parlamentaria a dar ninguna explicación. Es su estilo. No dar explicaciones. Lo ha hecho con su giro con las nucleares. Ahora que se ve comisaria europea, defiende el uso y apuesta por la energía nuclear en Europa para no perder votos. Se ven tan cerca del puesto que no quiere que el fango de la tragedia le manche.

«La mayoría de nuestros políticos, por no decir todos, son siempre cobardes a la hora de dar explicaciones y asumir responsabilidades»

No todos los políticos son iguales. No todas las administraciones han fracasado. Un reconocimiento para todos los alcaldes y ayuntamientos de las zonas afectadas que han demostrado una entrega, un sacrificio y un buen hacer en la ayuda a sus vecinos. Tan bien lo han hecho que pareciera que tanto el gobierno autónomo como el central quisieran echar ahora también en sus hombros la responsabilidad de la reconstrucción. Muchos de ellos llevan años exigiendo medidas preventivas que nunca llegaron. Un ejemplo es el del alcalde de Algemesí, el popular José Javier Sanchís, que con una actuación ejemplar consiguió que su pueblo estuviera prevenido desde horas antes de la riada salvando muchas vidas. Este alcalde, un ejemplo de sentido común, recordaba que llevaba desde hace más de un año reclamando a la Confederación del Júcar que limpiara y cuidara el cauce del río Magro para evitar posibles desbordamientos. Dos escritos, con un año de diferencia, que nunca fueron respondidos por una Confederación que es de las zonas más complejas de España.

La mayoría de nuestros políticos, por no decir todos, son siempre cobardes a la hora de dar explicaciones y asumir responsabilidades. Todos se esconden en el enfrentamiento con los rivales para justificar que no se van. Son los efectos más directos de esas políticas populistas que han polarizado nuestra vida pública. Esos muros para aislar a la mitad de la población de los que alardeaba Sánchez. Muros que lo único que han traído son fangos que atascan el funcionamiento racional del estado y que han podido retrasar las ayudas y salvamento de vidas hasta extremos inimaginable en cualquier país democrático occidental. O alguien duda de que si el gobierno central y autonómico hubieran sido del mismo signo político no hubiera habido mejor comunicación o coordinación.

Se necesitan ayudas ya. Ayudas sin chantajes presupuestarios. Un gobierno que lleva años maniobrando legislativamente para conseguir gestionar el Estado sin necesidad de tener aprobados unos presupuestos generales, puede perfectamente gestionar los miles de millones que necesitan los afectados. Necesitamos que una tragedia no sea usada para apuntalar un gobierno catatónico dominado por los chantajes de sus socios independentistas. Hay dinero. La prueba son las quitas de deuda firmadas en los acuerdos con ERC que rozan los 20.000 millones. Si hay dinero para comprar votos, es de ley y de humanidad que lo haya y más urgente para la solidaridad. Es inmoral el chantaje de Sánchez que llena también de fango las ayudas.

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