THE OBJECTIVE
Álvaro del Castaño

El Estado soy yo, el fango eres tú

«El vergonzoso papel del Gobierno en Paiporta ha reforzado la idea de un país sin rumbo, con un Ejecutivo cuya única acción radica en parapetarse en el poder»

Opinión
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El Estado soy yo, el fango eres tú

Rey Felipe VI. | Imagen de Alejandra Svriz

Luis XIV, el Rey Sol pronunció las célebres palabras «El Estado soy yo» con tan solo 16 años, ante el Parlamento de París en 1655, expresión que ha quedado para la posteridad como símbolo de la monarquía absoluta. Ahora, en el año 2024, hemos podido observar una nueva reinterpretación de este concepto, esta vez aplicado a la figura del Rey Felipe en su visita a Paiporta, dándole un giro de 360 grados, al ligar su significado al de la monarquía parlamentaria.

La presencia del Rey en este municipio absolutamente machacado por las riadas, desasistido por el Gobierno de España y por una administración autonómica totalmente bisoña, era absolutamente necesaria. Era, todo hay que decirlo, una decisión muy difícil de tomar. Estaba claro que iba a ocurrir lo que finalmente sucedió: una explosión de frustración popular ante la falta de presencia del Estado en la emergencia. Pero es justamente el coraje de los Reyes al afrontar una visita tan complicada lo que pone en valor su actuación. Significa afrontar con valentía y sacrificio la realidad, asumir las obligaciones y responsabilidades aunque sean un amargo cáliz. 

El Rey representa al Estado en toda su dimensión. Él es España y simboliza al conjunto de los españoles que queríamos estar allí presentes, apoyando a nuestros hermanos valencianos. Además, con su visita representando al Estado, se fuerza al Gobierno a cambiar de estrategia y a terminar con su patético boicot al Gobierno local, poniendo en marcha la maquinaria de la nación en beneficio del pueblo afectado. La imagen de los Reyes (ojo con la Reina, que ha dado una gran lección de profesionalidad y humanidad) marchando por delante de los políticos, dando la cara con entereza, tristeza, valentía, cariño, humildad, y con sinceridad ante los insultos y los objetos objetos arrojados, es una estampa digna de un cuadro de Velázquez.

El Rey, como máxima autoridad del Estado, puso de manifiesto la necesidad de movilizar inmediatamente todos los recursos para ayudar a los más necesitados. El pueblo necesitaba manifestar su frustración, y los Reyes aceptaron el mal trago de convertirse en la diana de todo su malestar. Eso es el sentido del deber, pensar en los intereses de la nación y del pueblo, por encima de los tuyos propios. 

Simultáneamente, el vergonzoso, cruel e incompetente papel del Gobierno ha reforzado la idea de un país sin rumbo, con un Gobierno zombie, cuya única acción ejecutiva radica en parapetarse en el poder. El Gobierno, solo manifestó cobardía, inoperancia y falta absoluta de empatía en Paiporta.

«La única reacción del Ejecutivo nacional ese día fue la de poner en marcha la máquina del fango monclovita»

Su vergonzosa salida entre una multitud de insultos puede ser resumida en otra imagen para la historia (propia de una película de los Monty Python): la fotografía de la rueda de prensa posterior a la visita, en la que aparecen sentados en una simple mesa los Reyes, el jefe del Ejecutivo y el presidente autonómico. En la imagen, tanto los monarcas como Mazón tienen los zapatos y la ropa totalmente manchados de barro y las caras afectadas por la tristeza y el cansancio. Pero Sánchez, simbolizando todos sus defectos, mantiene sus zapatos impolutos y su habitual mueca cínica.

Es increíble pensar que la única reacción del Ejecutivo nacional ese día fue la de poner en marcha la máquina del fango monclovita. Por un lado, movilizando a sus chivatos para que transmitiesen a los medios afines la idea de que el Rey se había empeñado en realizar esa «malograda» visita, y así intentar culpabilizar del alboroto a Zarzuela. Y por otro lado, la de lanzar el infame bulo de culpabilizar a la «extrema derecha radical» del altercado en Paiporta. Esto representa un insulto de proporciones bíblicas al pueblo de Paiporta y a todos los valencianos. 

Estoy convencido de que el comportamiento de los Reyes en esta situación se convertirá con el tiempo en su 23-F. Por desgracia, no estoy tan seguro de que represente el 11-M de un Gobierno sostenido por todos los crápulas de España. Lo que sí está absolutamente claro es que los Reyes han cumplido con matrícula de honor, representando a España con honor y dignidad, en beneficio del pueblo valenciano.

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